La prueba del algodón de mis democracias cinéfilas pueden encontrarla en la figura de Edgar G. Ulmer. Reconocido como el director por excelencia de la serie B forma parte de los realizadores más seguidos y valorados por este blog al nivel de los Lang, Lubitsch o Tourneur. Una evidencia más de eso que siempre se ha dicho de que los presupuestos millonarios ayudan pero no garantizan la calidad de una película.
Sin embargo, la trayectoria y el futuro de Ulmer hubiesen podido ser sustancialmente distintas, de no haber mediado un lío de más que faldas con la esposa del sobrino de un alto dirigente de la Universal, que puso en la lista negra a un director alemán en cuyo curriculum figuraban, nada más y nada menos, que trabajos junto a Murnau o Max Reinhardt.
Obligado a ganarse las habichuelas de manera más económica, Ulmer entró en la dinámica de las producciones de bajo presupuesto, tanto en el género del cine negro como en el de la ciencia ficción. Entre sus obras señeras hay que citar "Detour", "El ser del planeta X" o "Satanás (The Black Cat)".
Algunas críticas leídas en la red sobrevaloran el sello personal Ulmer. Es cierto que Ulmer, por sus conceptos artísticos aprendidos en Alemania tenía ideas cinematográficas propias y que, de haber mediado dinero suficiente, hubiese podido realizar obras muy personales. Sin embargo, a mi parecer, en muchas de sus películas se limita a sacar el máximo partido a un "low-budget" dejándose de personalismos, aunque es inevitable que alguno que otro se cuele, digámoslo así.
En "Murder is my beat" realiza un meritorio trabajo de cine negro donde destaca una actriz poco conocida actualmente pero "muy popular" en las candilejas de aquellos años y a quien se le atribuyen romances con Bob Hope, Guy Madison, Howard Hughes. Curiosa la presentación de la chica en su autobiografía:
"Salí con todas las estrellas masculinas de la ciudad. Ellos querían mi cuerpo y yo necesitaba sus nombres para triunfar en mi carrera. Mi foto estuvo impresa en la primera página de todos los diarios del país. Hoy vivo en un departamento infectado de ratas, sin nada a mi nombre. Bebo mucho vino tinto. El poco dinero que gano para pagar la renta viene de viejos residuos, de la poesía y de hacerle favores a los hombres. Esto les suena deprimente? Les da náuseas? Yo no estoy avergonzada".
Un aliciente más para ver este film donde Ulmer deja algunos destellos de su personalidad como por ejemplo esos toques arquitectónicos que ya nos había regalado en The Black Cat y que aquí los sitúa en las simetrías de la Iglesia o incluso ese flashback tipo "Detour" con sus moteles y sus carreteras boscosas.
Muy al contrario de Barbarita, Paul Langton, en su papel de detective con cara de necesitar cereales con fibra para desayunar, no será excesivamente recordado. Bueno, siempre tendrá el recuerdo de su "love story cinematográfico" con la Payton. Y es que Bárbara era mucha Bárbara.
Resumiendo, un film digno, hecho con poco money, bastante imaginación y mucho oficio. Y una de las contadísimas ocasiones de admirar a Bárbara Payton.
2 comentarios:
Si que puede ser interesante husmear en la filmografía de Ulmer. Recuerdo haber visto solamente "The Black Cat".
En cuanto a la biografía de Barbara Payton, que la vendió a la editorial por mil dólares, muchos expertos cinematográficos no se fían mucho de lo que la buena señora confiesa, sin verguenza, a lo que alude el título "I am not Ashamet". Parece ser que hay muchas exageraciones. Incluso se atribuye un romance con la Ava Gardner. En fin.
Un abrazote
Muchas de las películas que me gustan tienen una gran dosis de imaginación y desde luego exijo un mínimo de oficio que para eso se les paga a los directores. Un saludo
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