sábado, 31 de octubre de 2009

FUEROS HUMANOS (FRANK BORZAGE - 1933)



Me viene a la memoria El último romántico de Nicola di Bari. Lo busco en You Tube. Lo escucho mientras escribo este comentario. Y me pregunto ¿Me estoy desfasando? Yo, devoto de Blade Runner, Alien y El padrino, encandilado por el cine de Borzage y los ojos de Loretta Young. ¿Que hace un chico como yo en un lugar como este? Será que cuando uno ya no es tan chico lo esencial le gana el terreno a lo accesorio. Será.

Una vez expulsados un poco mis demonios, hablemos de Borzage y de esta obrita maravillosa. Y digo obrita no minusvalorándola sino en un tono intimista. Con esa intimidad que sigue a 80 minutos de amor. ¡ Oigan, que ya es amor, no vayan a creer! Amor del de antes. Del de contigo pan y cebolla. Del amor en los tiempos de aquel crack bursátil más mortal que el cólera.

Y frente a ese amor, una tronera para mirar las estrellas y las aves que vuelan. Símbolos de una libertad que se entremezcla con la ruidosa sinfonía de los trenes en movimiento. Y Billy (Spencer Tracy) soñando y Trina (Loretta Young) dejando soñar. Semejante a un hermoso cuento donde las verdes praderas, los palacios, las princesas y las puestas de sol han sido sustituidas por poblados chabolistas, chicas hambrientas y hombres anuncio destellando en la noche. Eso sí, el colorín colorado y el comieron perdices no falta.

Y todo ello en una trama de pequeñas cosas, de palomas, de maíz, de Bíblias, de esas flores llamadas zenias, de béisbol, de Babe Ruth, de alguna borrachera que otra, de zancudos hombres anuncio, de delitos perdonables y perdonados viendo a Billy dando cuerda al muñeco de juguete. Y sobre todo, una cocinita, ese claro objeto de un deseo enamorado. Cocinita igual a amor. No saquen conclusiones precipitadas. Aquí no se está hablando de quien cocinará después. No vean machismos ni feminismos. O al menos déjenlos para luego. En un principio la cocina es una declaración de amor sin palabras.

Aunque, y esto es lo mejor, el tren se aleja y la cocinita queda triste y sola como la escuela. Y los plazos sin pagar...

Una joya.






jueves, 29 de octubre de 2009

LA HUMANIDAD EN PELIGRO (GORDON DOUGLAS - 1954)

Estamos ante la película con mayor presupuesto inicial de la Warner Bross en 1954. Sin embargo el tío Jack (Warner) llegó con las tijeras podaderas de la rebaja y de esa forma el color se quedó tan solo en el rojo del titulo inicial y el 3D presupuestado se volvió tan plano como el encefalograma del directivo. Así, hoy hablamos de un film serie B, con las excelencias de la serie B, es decir, bueno, bonito y barato.


Hacía mucho tiempo que no me encontraba con un film con tanta unanimidad positiva en cuanto a las críticas especializadas. Quede entendido que esta unanimidad no condiciona mi crítica y que no es la primera vez que he visto negro donde todos ven blanco, lo que demuestra irrefutablemente mis carencias. Pero así lo he dicho y las he visto de todos los colores. No es este el caso. Me sumo a las críticas favorables a un magnífico trabajo de Gordon Douglas, director de quien tengo algunas revisiones más en cartera y que pone en aquellos años 50 de la postwar, el dedo en la llaga de la preocupación social por las imprevisibles consecuencias que tendría para la humanidad la trasgresión científica de unas ciertas "leyes naturales".


Probablemente en la medida que esta preocupación sigue vigente en nuestros días, la película, aunque superada en espectacularidad de efectos, no ha envejecido, ni bien ni mal. Tiene plena vigencia. Las mutaciones genéticas y, sobre todo, los efectos de la radioactividad siguen siendo noticias de portada. Las secuelas de Hiroshima y Nagasaki siguen impactando por mucho que el ministro Fraga se bañase en Palomares para demostrarnos que las bombas caídas y pasadas por agua eran inocuas. Menos mal que los chanquetes no mutaron como las hormigas que si no, vaya usted a saber si hasta la política española actual se hubiese resentido.


En el plano fílmico, la película viene a ser una mezcla de cine policiaco con dosis de suspense, no demasiado abundantes al saberse desde los carteles anunciadores que las hormiguitas tienen arte y parte en esto, y de cine de ciencia ficción. Pero no una ciencia ficción de las de risa sino de las preocupantes. Todo bien aderezado con unas interpretaciones medidas y bien orquestadas de actores poco o casi nada conocidos. Entre los poco conocidos pero excelentes, James Whitmore y Edmund Gwenn. Si se es un cinéfilo de pro tal vez nos suene James Arness. Y, por descontado no hay que olvidarse de las grandiosas actrices, es decir las hormigas que si bien dejan traslucir algún viejo truco que otro, resultan perdonables, que no estaban los tiempos para efectos de ordenador y otras zarandajas, por lo que había que conformarse con maquetas y algún que otro gigante/cabezudo salvado de cremás falleras o similar.


Como podrán ver, y les recomiendo encarecidamente que la vean, la cosa tiene el encanto de los imperfectos pero artesanales botijos más que los perfectos y hechos en serie en cadenas de producción informatizadas.


O algo así.

lunes, 26 de octubre de 2009

MI QUERIDA SECRETARIA (CHARLES MARTIN - 1948)



Terminar de ver esta película e interesarse por la filmografía de Keenan Wynn son la misma cosa. Tal vez ustedes se pregunten ¿Quien es el tal Keenan?. Bueno, es uno de esos rostros que sabes que lo has visto en alguna película, pero que no acabas de ubicarlo perfectamente. Un buen secundario con una prolífica carrera donde así, a bote pronto, podemos destacar "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú" o "Todos los hermanos eran valientes".

Aquí, en Mi querida secretaria, le roba el protagonismo a un Kirk Douglas que deja bien claro que es un grandísimo actor pero que su fuerte no es la comedia. A papá Douglas nos cuesta muchísimo ubicarlo en papeles que parecen hechos para Cary Grant. La sombra de Espartaco es alargada sin duda alguna y este papel de gesticulante y poco inspirado escritor de best sellers, jugador, bohemio y mujeriego le sienta como un traje de lagarterana. Su partenaire, Laraine Day, a quien tenía interés en volver a ver después de su interpretación en Por el valle de las sombras, ha confirmado lo que ya intuía, que se trata de una actriz interesante que sin llegar al "rompe y rasga" en ningún sentido se deja ver y con agrado.

Y junto a la terna citada, unos cuantos secundarios más que son los que sin duda hacen que la película tenga ese discreto encanto no de la burguesía sino de las comedias americanas que nacen solo y para entretener. Encontramos a Florence Bates como la "horrible" señora Reeves, entrometida propietaria del apartamento o Irene Ryan, cuya interpretación de la asistenta Mary está muy en la línea de la gran Thelma Ritter lo cual es decir mucho. Su canción del "resfriado", clarísimo precedente del "como me pica la nariz", resulta agradablemente demencial.

Pero "the star" es mister Wynn y las perlas que salen de su boca. El mejor amigo del escritor y compadre de francachelas dispone, para su lucimiento, de diálogos en la irreverente línea surrealista de los Marx.

Mrs Reeves (Florence Bates):
Lo siento, debo irme

Ronnie Hastings (Keenan Wynn) :
¿De verdad debe irse? Ahora que estaba envenenando el té.

Y Keenan se lució.






 

jueves, 22 de octubre de 2009

POR EL VALLE DE LAS SOMBRAS (CECIL B. DeMILLE - 1944)


Películas de guerra las hemos visto de todos los colores. Belicistas, antibelicistas, militaristas, antimilitaristas e incluso irreverentes (Sturmtruppen, Jo… que guerra o La última noche de Boris Grushenko), pero nunca antes había vista una película de guerra que, pretendiendo ser seria, resultase tan insensible. Los espectadores no nacimos ayer y somos conscientes de que el cine es ficción, que las bombas son efectos especiales y la sangre se conserva en botes de los Orlando Magic. Pero, aunque seamos tan listos para entender esto no estaría de más que los actores se esforzasen por hacerlo creíble y que los directores se preocupasen de las formas lo mismo que se preocupan de los fondos.

Y está muy bien que el señor Cecil B. de Mille, en un producto moralista y agigantador del espíritu USA, retrate una soldadesca americana capaz de soportar carros y carretas (de combate) con la sonrisa de oreja a oreja. Bastante tenía la sociedad civil USA con añorar, recordar y llorar a sus allegados combatientes, pero ninguna sociedad por muy deprimida que se encuentre merece que el retrato cinematográfico de una contienda cruel sea una esperpéntica caricatura.

Marines que distraen a un niño cuya madre acaba de morir, sin siquiera un atisbo de horror o de rabia en sus semblantes, no son creíbles. Oficiales que dejan a otro, en legado testamentario, a su novia enfermera, tampoco, máxime cuando la opinión o los sentimientos de la susodicha no parecen contar para nada. Tal vez la guerra endurezca, pero yo creo que la cosa no va por ahí.

Básicamente De Mille pretendía dos cosas: Una, reconocer el abnegado trabajo de personajes como el doctor Wassell y dos, elevar la moral de una sociedad necesitada de inyecciones anímicas. Bien. Pero cuando se dibujan utópicos paraísos para ocultar infiernos reales y cuando los cielos son demasiado multicolores, la cosa desprende cierto tufillo a engaño.

Total que al final entendí aquella expresión que se ha instaurado en nuestra fraseología, “Gary Cooper que están en los cielos”. Porque sin él, y un poco de Laraine Day, la película hubiese sido de usar y tirar, en el contenedor de los productos perjudiciales para la salud.







martes, 20 de octubre de 2009

EL ÚLTIMO (F.W.MURNAU - 1924)




La única razón para que esta película no esté calificada con un 10 estriba en su final. Un final que le fue impuesto a Murnau por una productora, UFA, temerosa de que la sensibilidad de los espectadores quedase herida en extremo. Vamos, que a sus cuentas bancarias les venía mejor maquillar el crudo y duro retrato de una vida desprovista de esos soportes externos que la hacen soportable, aunque eso supusiese cierta perdida de coherencia e integridad en la obra del realizador alemán.

Desconozco si los espectadores de la época saldrían de los cines con ánimo optimista y diciendo parabienes de la película. Es posible. Pero el arte cinematográfico salió perdiendo. Y si no perdió aún más fue gracias a Murnau y a su realizador de fotografía Karl Freund. Ambos nos han dejado una obra absolutamente genial e innovadora, tanto por su carencia de textos como por lo que respecta a una cámara que rompe su inmovilismo histórico y lo mismo se mece en el vaivén de las puertas giratorias del Hotel Atlantic que se desplaza etílicamente sobre las paredes de una sórdida habitación.

Y haciendo de la cámara un lujo, Emil Jannings, actor cuya fuerza interpretativa es tal que si tenemos algo de sensibilidad, ésta queda absolutamente perpleja ante su actuación. Y no es nada, pero que nada fácil interpretar a un hombre al que en un instante se le derrumba un mundo que, por mucho que se trate de un mundo de apariencias y oropeles, no deja de conferir cierto "status". Ese paso marcial, ese saludo militar, ese aire de bon-vivant, ese paternalismo pillín con las señoritas bajo el paraguas. Todo al garete, Todo al carajo. Y si hay un actor que no solo interpreta sino que sufre con mayúsculas y no contento con ello, hace sufrir a los espectadores ese es Jannings.


Sé que los espectadores más jóvenes fruncen el ceño cuando se les habla de cine en blanco y negro y encima mudo. Es normal. A mí también me pasaba. Pero un día descubrí una joya como Sunrise del propio Murnau. Luego otra como Avaricia de Von Stroheim y desde entonces ha cambiado bastante mi forma de entender el cine. Claro que habrá quien dirá, y con razón, que yo también me he hecho mayor...

sábado, 17 de octubre de 2009

LA CARTA DEL KREMLIN (JOHN HUSTON - 1970)





El jueves noche vi esta película y ayer mañana me levanté con ganas de despotricar, de nadar un poco a contracorriente (en sentido figurado, que el agua empieza a estar fría). Total, que escribí mi critica y se la remití a la página web no solo amiga sino absolutamente recomendable El despotricador cinéfilo, donde han tenido la amabilidad de publicarla. Os recomiendo encarecidamente una tourné por su blog.







jueves, 15 de octubre de 2009

EL RELOJ ASESINO (JOHN FARROW - 1948)



El reloj asesino o el asesino del reloj, que tanto monta monta tanto. Y no descubro ningún secreto de sumario que la cosa anda clara y meridiana y no hace falta ninguna Miss Marple ni ningún Poirot para resolver el crimen o´clock. No. Aquí lo que se dilucida es si el pardillo-conejillo de Indias-chivo expiatorio y demás fauna de turno conseguirá destrozar la maraña en que lo han envuelto y demostrar su inocencia. Que él lo único que quería era irse de luna de miel con su mujer recién estrenada hace cinco años y con un niño de más o menos esa edad. Pero hay un tal Mister Janoth interpretado por un tal Charles Laughton, actor causante de que mi diccionario de adjetivos calificativos (todos positivos, nunca negativos) haya quedado hecho unos zorros de tanto usarlo, y que aquí ¡lo ha vuelto a conseguir! y sin marea roja vociferando a todo pulmón y a calzón quitao aquello de “podemos”. Él puede y le mete una goleada a cualquier película y a cualquier personaje, le da igual un cura que un pirata, un empresario tipo Bassat que un abogado o un miedoso echándole arrestos a la cosa. Si, antes se les llamaba arrestos…

Una película donde intervenga Charles Laughton es sinónimo de eclipse solar, lunar, marciano o lo que ustedes quieran. Las demás stars palidecen. Es el caso de Ray Milland estando francamente bien o el de Maureen O,Sullivan profesional y digna, o incluso el de Elsa Lanchaster, actriz que redescubro en positivo en cada película suya que repaso. Pero Laughton es punto y aparte con exclamación, negrita y redondilla. De haber sido un actor del siglo XXI seguro que ya le habrían bautizado CL9 o similar y estaría fichado por algún club tripletista. La escala de los números reales se queda corta para valorarle. Ni siquiera sirve la de los imaginarios. Así que utilizaremos para una valoración justa la escala de números inimaginables.

Basado en la novela de Kenneth Fearing adaptada por Jonathan Latimer, El reloj asesino es un muy buen trabajo de John Farrow, papá de Mia, quién ya nos regaló trabajos interesantes como Las fronteras del crimen o Donde habita el peligro. Con una notable fotografía de Daniel L.Fapp y John F. Seitz, construye un excelente thriller con altas dosis de enfermiza psicología humana y empresarial y donde la atención de los espectadores se mantiene en todo momento en su punto más álgido. Dicho de otro modo, y por seguir los símiles deportivos: Aquí nadie hace la ola.

Un apunte final: Recordar un buen remake (pero menos, mucho menos): “No way out” con Kevin Kostner.








lunes, 12 de octubre de 2009

FARAON (JERZY KAWALEROWICZ - 1966)



Cuando nos disponemos a ver un film que se llama Faraón es casi natural suponer que nos vamos a encontrar con las típicas superproducciones de Hollywood tipo Los Diez Mandamientos o Tierra de Faraones, con un “calvo divino” Yul Brynner en horas estelares, de Mille a la dirección, la montaña estrellada de la Paramount o el león de la Metro rugiendo en cabecera y cosas así. Pero no. Aquí, dos escarabajos peloteros nos sacan muy pronto de la confusión. Dos escarabajos simbolizando el conflicto Iglesia-Estado. ¡Esto no pudo imaginarse en América! Allí son muy listos pero para otras cosas. Allí son capaces de filmar un impresionante Moisés separando las aguas, lo cual no es poco. Esto en cambio es Europa en el estado puro de los profundos significados. Es Polonia. Podría haber sido Andrzej Wajda o Roman Polanski. No. Es Jerzy Kawalerowicz.

Tomando como referencia la inexistente vida dos faraones, Ramses XII y su ficticio hijo Ramses XIII, el realizador polaco construye una historia ambientada en el Egipto dinástico más real, con un faraón comprometido con un pueblo poseedor de grandes miserias y opuesto a las castas sacerdotales propietarias de ingentes riquezas. Este es el conflicto. Muy distinto a las típicas expulsiones del pueblo hebreo o a la construcciones mortuorias, donde antes de enterrar al rey adecentado para Anubis quedaban centenares de miles de muertos como pasto de los buitres. Y es un conflicto con salida. La única posible. La única filmable en una Europa real donde ni se echan margaritas a los muertos ni se hacen concesiones a la galería de las taquillas, aunque debo reconocer que se ayuda un tanto de las cadencias astrales. Una salida que dejo que descubráis por vosotros mismos.

No exenta de magnificencia y monumentalidad, la película de Kawalerowicz sorprende también por su impresionante fotografía en color con la omnipresente arena como marco eterno de unas pirámides reales y filmadas in situ así como por las caracterizaciones de los personajes. No existió Ramses XII pero de haber existido seguramente hubiese sido calcado al cinematográfico y lo mismo cabe decir del heredero, de los sacerdotes, las concubinas, la sacerdotisa de Astarthé los banqueros o los enviados asirios. Incluso, en este intento de acercamiento a la verdadera realidad de tantísimos cientos de años antes de la era cero, hasta las batallas son menos “gloriosas“, la muerte es más verdadera filmada en auténticos primeros planos y la sensualidad y la concupiscencia se sitúan en el rango de la normal cotidianeidad.

En resumen una película absolutamente necesaria y que hay que colocar en uno de los platos de la balanza de Osiris. En el otro, las Cecil B. de Mille pictures con sus méritos que también son muchos pero “culturalmente" distintas.


viernes, 9 de octubre de 2009

LAS FURIAS (ANTHONY MANN - 1950)



Con mas de melodrama que de western, Las Furias es una excelente película de Anthony Mann rodada en 1950, año de transición del cine negro serie B al cine del oeste y que fue también el año de Winchester 73, uno de los buques insignia del director nacido en Berlin. Año prolífico y más que aceptable, donde Mann hace sus pinitos en la psicología freudiana con una relación padre-hija que con toda seguridad daría más de un dolor de cabeza a los infatigables censores, guardianes de la moralidad, buenas costumbres y otras guindas.

Sinceramente, no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que padre e hija están cortados por el mismo patrón y que existe entre ellos un feeling muy particular. Walter Huston y Bárbara Stanwyck bordan sus papeles respectivos. Dos seres que, tienen tanto en común que llegan a repelerse. Sin embargo, esta es una lectura demasiado rápida de un film acerca de caracteres psicológicamente demasiado complejos que nunca son blancos o negros sino, en algunas ocasiones, gélidos azules y en otras, apasionados rojos. Colores que destacan, metafóricamente hablando, sobre el B/W de la película.

Me voy a mojar. Basta de indefiniciones. Esto no es un western. No la cataloguen así. Esto es un drama de psicologías complejas y enfrentadas. Vance (Bárbara Stanwyck) tan dominadora ella y deseando ser dominada. ¿Puro masoquismo?. Incluso con su carga subliminal de incestos prohibidos con su padre T.C. Jeffords (Huston), un rey Lear muerto en la hoguera de sus vanidades entre el humo negro de sus "tecés"-pagarés incinerados y victima no por una mano certera y vengativa, sino por sus prepotencias e iniquidades. Junto a ellos, Darrell (Wendell Corey) al rescate de la franja de tierra arrebatada y de paso dedicándose a la caza mayor (Vance), Flo Burnett, (Judith Anderson) arrimándose al olor de dinero "no pagarés". Y entre toda esta jauría humana, la buena gente, los Herrera, apegados a su histórico terruño. Curiosamente, o no tan curioso, hispanos hablando castellano. Y con la voz cantante de Juan Herrera (Gilbert Roland, menos presuntuoso y sobrado que otras veces) amigo de Vance desde la infancia y enamorado desde la juventud. Un Juan Herrera dispuesto a doblegarse ante ella. ¡Ah no! "That is the question". Vance quiere caña, caña que la someta, que la obligue a ser el junco que se dobla. ¿Busca esposo o un nuevo padre?

La frase de Darrell a Vance no pide matrimonio sino que es una clara definición de por donde van a ir los tiros futuros. " Yo no seré tu marido. Tú serás mi esposa..." Todo un tratado de la propiedad.



martes, 6 de octubre de 2009

KID GALAHAD (MICHAEL CURTIZ - 1937)


El boxeo significó, y en algunos lugares todavía significa, una salida medio honrosa de la marginalidad y de la miseria. El cine, a lo largo de su historia, ha venido recogiendo este fenómeno popular, al que me niego a llamar deporte, y lo ha puesto enfrente de los espectadores. De esta forma el gran público ha podido conocer y juzgar no solo las películas sino también las violencias sin sentido, la exaltación de los “aficionados” rayana en la locura colectiva y el paroxismo de las masas así como esos submundos pugilísticos donde las mafias de las apuestas campan a sus anchas y los buitres-paparazzis lo devoran absolutamente todo.

En este orden de cosas, Michael Curtiz rueda Kid Galahad, un film que recuerda The set-up de Robert Wise (1949) tanto por su temática como por todo el “folklore” que acompaña al boxeo. Ambos films los he visto recientemente y ambos podrían comentarse juntos dadas sus similitudes, sin embargo aquí me referiré a la película de Curtiz, gran cineasta, donde brillan con luz propia tanto Bogart en su papel de gangster, rol muy habitual en sus primeras interpretaciones y donde, sin encajarlo demasiado bien, he acabado por acostumbrarme, como Edward G.Robinson de quien es raro encontrar una crítica negativa y sobre todo de Bette Davis, actriz a la que no vamos a descubrir ahora pero que en aquellas primeras interpretaciones demostraba además de talento una belleza, un tanto a lo muñeca de porcelana, que luego, el tiempo, la vida, lobas y Margo Channings varias, endurecerían.

No es un film negro, ni tampoco una peli de deportes. Es un drama. Es cierto que hay dramas mayores con púgiles surgidos del fondo de los arrabales y que se quitan la mugre a base de golpes. Aquí, nuestro granjero de nombre impronunciable y apodado Galahad por aquel sir de la “table ronde” paladín de las damas, es un honesto y un tanto simple granjero potencial en busca de unos cuantos dólares con las que empezar a crear futuro y que encuentra en el título de los grandes pesos una fuente de financiación. Pero el drama le envuelve. Su propio manager dispuesto a venderle por un plato de lentejas (eso sí, con muchísimo chorizo), la prensa dando mordiscos al derecho a la intimidad, los mafiosos intimidando (y no es redundancia) y, como en todo buen drama que se precie, su chorrito de amor mezclado, no agitado con las lágrimas de los finales felices y comieron perdices.

Entretenido film, bien interpretado y excelentemente dirigido que, seguro que no consigue que me apasione demasiado el boxeo, pero al menos me ayuda a comprenderlo en el entorno de una época de depresiones y subsistencias varias.




sábado, 3 de octubre de 2009

LA CARRETA FANTASMA (VICTOR SJÖSTRÖM - 1921)



Uno no espera que comentando films del año 21 (a no mucho tardar habrá que precisarlo bien: 1921) se puedan provocar pasiones desatadas, audiencias record y fenómenos mediáticos de masas. No. Hasta ahí llego. ¿Que pretendo entonces con mi paleontología cinematográfica? Pues, tan solo recordar que el cine no nació en el siglo XXI. y que cuando aquellos chalados con sus locos cacharros colgados al hombro o en primitivos soportes, imaginaban historias y las filmaban, el ordenador no era ni siquiera una sospecha y no habían más discos duros que los que lanzaba el Discóbolo de Mirón. No pretendo emigraciones masivas del cine de ahora al cine de antes. Lo que el viento se llevó, se lo llevó y bien llevado está, pero lo mismo que nuestra sensibilidad se detiene todavía ante un alfarero que juega con el barro y produce maravillas o un orfebre que sopla y de su aliento nace la magia del vidrio, esta es una llamada a detenerse ante una de las obras mayores de la creación cinematográfica: La carreta fantasma.

La carreta fantasma es la transposición al celuloide de una leyenda popular europea que afirma que quien muere justo antes de la última campanada de la última noche del año está condenado a servir a la muerte y ser el conductor de la carreta mortuoria. Este es el punto de partida de la obra de Victor Sjöström, recordado por ser el protagonista de Fresas Salvajes, la excelente película de Bergman. De nuevo la muerte entremezclada en el cine sueco como en El séptimo sello, tal vez como secuela de esa Europa oscura que no terminaba de soltar el lastre de sus terrores medievales. Sin embargo, en La carreta fantasma, Sjöström encuentra entre las innegables negruras del tema, luces de esperanza redentoras lo cual beneficia al film en cuanto a aceptación popular pero que le resta, en mi opinión, integridad argumental.

Con todo y ello estamos ante una obra excelente, con escenas de manual de la historia del cine. La carreta sobre las aguas o el destrozo del abrigo son instantes de absoluto impacto para nuestra sensibilidad amante del cine. Instantes a veces mágicos, muchas veces duros y siempre ajustados a una historia que se nos cuenta de manera magistral e innovadora para la época, mediante flashbacks tan imbricados en el guión que, desconociendo a veces si estamos en el pasado o en el presente, en todo momento la historia se manifiesta clara y meridiana. Y es que el talento como el cine no nació con Tarantino. Y si traigo a colación su nombre aquí, es porque considero que tiene talento y mucho... No saquen conclusiones equivocadas


jueves, 1 de octubre de 2009

LUZ QUE AGONIZA (GEORGE CUKOR - 1944)


Leo algún comentario acerca de las "sobrevaloraciones, mal llamadas obras maestras" y no puedo dejar de preguntarme, si una película me gusta y además le gusta a mucha mas gente ¿la estoy sobrevalorando?, Es decir, la coincidencia en los gustos ¿Es sobrevaloración?. Una película que te engancha al sillón durante hora y media o dos horas en los que apenas parpadeas ni miras el reloj ¿es una película sobrevalorada?. El hecho de que sea de Cukor ¿nos sorbe el entendimiento a muchos y nos predispone a la sobrevaloración?...

Un poco de seriedad. Hay películas buenas y muy buenas y su bondad no solo se mide en las perfecciones cinematográfico-tecnológicas, qué fallos tienen y haberlos háilos. Su excelencia se mide en su capacidad para seducirnos, casi abducirnos y hacer desaparecer de nuestra vida noventa o ciento veinte minutos hasta poder decir como Sabina "¿Quien me ha robado el mes de Abril?" "¿Quién me ha robado del mes de Abril, 114 minutos?".(*)

Dicho esto, les recomiendo que la vean. Enciendan las lámparas de gas. Sientan como la llama se debilita al tiempo que el sonido de unos pasos se engrandece. Dense un paseo turístico por Thornton Square. Si. El número 9, como el preso. Tal vez tengan suerte y puedan atisbar desde la casa de enfrente a sus misteriosos inquilinos. Deléitense con sus excepcionales interpretaciones. Puedo decirles que desconocía el Oscar otorgado a Ingrid Bergman. Cuando lo leí supe que hay ocasiones en que se impone la justicia. Con todo lo que ustedes quieran acerca de los oscuros motivos de los Oscar. Pero la actriz sueca se lo merecía. Charles Boyer, igualmente excelente, está eclipsado por la diva. Cotten está magnífico. Dame May Whitty quien un año después protagonizaría otro film cargadito de presuntas enfermedades mentales, My name is Julia Ross, ofrece un buen trabajo como la típica vecina entrometida y no olvidarse de Ángela Lansbury en su primer trabajo para la pantalla grande y que, desde la frivolidad, parece estar tomando notas para lo que sería su gran éxito, Se ha escrito un crimen.

Finalizo con Cukor. Cukor no es el Cukor reconocible en Historias de Filadelfia o La costilla de Adán, pero si es el Cukor que sabe sacar los mejores registros de sus actrices. El suspense, el interés y la intriga parecen más propios del orondo don Alfredo lo cual es un punto a favor del londinense y punto y medio a favor del estadounidense.

(*) Fecha en que vi por última vez esta película y escribí el comentario.