sábado, 28 de agosto de 2010

EL HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ (RONALD NEAME - 1956)




Película que bien podría encuadrarse dentro del género “cine de suspense” antes que en el de “cine bélico”, y es que el cine bélico sin un solo disparo es evidentemente menos bélico, por mucho que se incardine dentro del contexto conflictivo mundial de mitad del siglo pasado. Tampoco, en puridad, es una película de espías porque, aunque haberlos hailos, no son mas que el aglutinante necesario para darle coherencia a una trama basada en hechos reales que, nunca mejor dicho, sobrepasan cualquier ficción imaginable.

Tratando de ser fiel a la línea que vengo manteniendo de no descubrir mas detalles de los estrictamente necesarios para construir un comentario medianamente coherente, les diré que El hombre que nunca existió es una historia real donde, en una especie de juego del ratón y el gato, la inteligencia británica trata de confundir a los alemanes en su defensa de Sicilia, utilizando para ello el cadáver de un hombre para el que se crea una identidad convincente. Aquí lo dejamos.

Lo que no podemos dejar es de reconocer que se trata de un film bien construido, con un guión que centra la atención del espectador sin historias paralelas. De hecho, la única historia personal “extraña” a la trama, la de Lucy Sherwood (Gloria Grahame) acaba resultando absolutamente decisiva y justifica con creces esa digamos “frivolité”, entre muchas comillas. Tampoco, como ya dije hay exaltación alguna de la violencia y ni siquiera la necesaria manipulación de un cadáver es mostrada abiertamente. Esto demuestra que se puede hacer buen cine sin recurrir al mal gusto o a lo macabro y que las obras maestras no están en proporción a la sangre y otras vísceras desparramadas por la moqueta.

Un Clifton Webb ciertamente comedido y un Stephen Boyd en un papel notable de espía alemán tratando de verificar los hechos son dos aliciente más para una película que, para nosotros los españoles, tiene uno, el haber acaecido en Punta Umbría (Huelva), localidad y provincia que gracias al auge de las minas de Riotinto propiciaron una cierta internacionalidad británico-germana

En resumen, una película seria, bien construida e imprescindible, de un director que, a mi juicio, aquí supera otros films como El millonario o Una mujer sin pasado.


 

miércoles, 18 de agosto de 2010

Y DIOS CREÓ A LA MUJER (ROGER VADIM - 1956)


Interesado en conocer la cultura sexual francesa de los 50 busco en Google: “sexualidad”, “Francia”, “1956” y obtengo (en primeros lugares) Brigitte Bardot y Dios creó a la mujer. Es un resultado tan esclarecedor que sobra cualquier discurso sobre licencias y liberalidades en el período “precreativo”. Las masas, dormidas en la sociedad francesa y aceporradas allende los Pirineos (o séase aquí), empiezan a despertar en el 1955 con el rock and roll y en el 1956 con B.B. De aquí al 68 van 12 años pero tan sólo un paso.

Roger Vadim se estrena cinematográficamente con esta película donde - “no hay nada más lindo que la familia unida”- promociona a su señora esposa, una francesita con todo en su sitio y muy bien puesto, llamada a convertirse en uno de los mitos eróticos del siglo XX, probablemente el mayor junto a Marilyn Monroe. Sin embargo los contoneos de Marilyn arrastraban cierta entidad interpretativa, cierta madera de actriz, mientras que las provocaciones de Brigitte sirvieron para poco más que para incendiar las represiones ancestrales arrastradas per sécula seculorum amén.

Seguro que no les descubro el argumento: Jovencita de buen ver y mejor tocar, provocativa al máximo se contonea con los pies descalzos entre un misógino, un ingenuo y un millonario. Un, dos, tres, al escondite francés y los cuernos al poder. Descalza por la librería, con la cara del amante en los talones y mambo “sur la table”. Momentos que abren la caja de las represiones y que permiten que empiece a entrar en la sociedad francesa es aire renovador y precursor del futuro mayo del 1968. Todo ello en las formas y en el cuerpo del mito B.B., que no en el fondo de un film cuyo argumento se reduce a la mínima expresión y a una gran cornamenta incapaz de atravesar puerta alguna.

Dios creó a la mujer y Vadim la recreó , en la suya propia, para deleite de propios y extraños y para indignación de los antireplicantes guardianes de la moralidad. En la Bardot había, incluso sobraba, materia prima. Roger Vadim lo sabía, ambos lo sabían. De ahí al mito, solo restaba un paso y se dio: Esta película.


jueves, 12 de agosto de 2010

LUTERO (ERIC TILL - 2003)


Uno de los hechos con más trascendencia en la historia de la vieja Europa como fue la aparición del protestantismo, guerras de religión incluidas, ¿puede explicarse o, siquiera compendiarse, en una película de 121 minutos?. Si a esto responden que no, podemos empezar a valorar la película en lo que es, una película interesante sobre un tema histórico singular pero parcial por naturaleza y con aspectos imposibles de tratar con la profundidad que exige el tema.

Dicho esto, procedo a calificar la película de interesante en los fondos y buena en las formas. Interesante, porque es una forma de acercar a los espectadores de hoy la realidad de una sociedad donde los poderosos buscaban el apoyo de la Iglesia Romana y donde la Iglesia Romana se enriquecía gracias a esos poderosos y al conveniente embrutecimiento y aborregamiento del pueblo llano e inculto. Ese es el terreno abonado donde Lutero siembra su semilla de rebelión contra esos montajes papales que a base de bulas e indulgencias venden parcelitas en el Cielo.

Ni siquiera desde fanatismos integrales puede discutirse el apego de las altas instancias eclesiásticas del medioevo a las riquezas terrenales. Con el voto de pobreza debajo del ladrillo, los Pontífices eran ricos guerreros cuya principal preocupación era mantener su status y a tales efectos se protegían de Tribunales inquisitoriales a los que llamaban santos. Combatían la herejía, y herejía era oponerse a sus manejos terrenales.

Ahora bien, con la santidad de la Iglesia romana en entredicho, tampoco me acabo de creer una figura de Lutero como aquí se nos representa. Al Luther del film solo le falta la canonización y si rebuscásemos en voluminosos tratados tal vez descubriésemos que nones, que era un antisemita declarado entre otras virtudes no muy confesables. O sea que el film tiene bastante de propagandístico, circunstancia que no se niega dado que en los créditos iniciales se declara la participación de una sociedad para el, digamos, fomento luterano.
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Pasando a las formas, la ambientación, los trajes, los decorados, los palacios y hasta la miseria están excelentemente representados. Sir Peter Ustinov nos ofrece una interpretación del elector a la altura de sus mejores trabajos, y si no fuese porque la Inquisición ronda cerca diría que nos trae recuerdos de su excelente Nerón. Sin embargo, Joseph Fiennes, me resulta demasiado blandito y acaramelado por momentos para un personaje que puso patas arriba todo un sistema.

En resumen, una película necesaria para entender ciertas cosas pero que ha de degustarse como las bebidas alcohólicas, con prudencia y buen juicio.


domingo, 8 de agosto de 2010

EL LOBO DE MAR (MICHAEL CURTIZ - 1941)




Ando indeciso entre calificar el film como película de aventuras con tintes psicológicos o a la inversa. La calificación “en vivo y en directo” y dentro del contexto internacional vigente en el año de su estreno hubiese resaltado el carácter dictatorial de su personaje principal, el Lobo Larsen, y establecido semejanzas y comparaciones con políticos megalómanos. Hoy el efecto “historia” ha menguado considerablemente pero aun así resulta evidente el conflicto psicológico de un personaje que, siguiendo el pensamiento de Milton en El Paraíso Perdido, prefiere ser señor de los infiernos a súbdito del Cielo, y con el que Jack London pretendía atacar la filosofía del superhombre de Friedrich Nietzsche.

The Sea Wolf es una de las varias adaptaciones cinematográficas de la novela de Jack London y, según cuentan, la mejor. Sin establecer escalafones les aseguro que se trata de un muy bien film de visión obligada, y a ser posible con repetición, para valorar mejor tanto el excelente trabajo fotográfico de Sol Polito, uno de esos genios a revisar, como las actuaciones de Edward G. Robinson y John Garfield. El guión de Robert Rossen (El Político) difumina, respecto al libro, el personaje de Van Weyden (Alexander Knox) y en la misma medida engrandece el de Larsen (Edward G. Robinson) y su repertorio de gestos, muecas y ademanes varios, dejándolo a muy poca distancia de aquel Capitán Bligh de la Bounty interpretado por Charles Laughton.

Junto a E.G.Robinson un John Gardfield a quien, por lo visto y oído a otros colegas de críticas, estoy empezando a poner en su sitio y de quien me han recomendado expresamente Body and Soul. Punto y aparte para los buenos trabajos de Barry Fitzgerald y Gene Lockhart, magistral el primero y sobrecogedor el segundo. El punto femenino lo pone Ida Lupino en un papel que aun viniéndole bordado no le concede demasiadas posibilidades interpretativas.

Curioso microcosmos humano similar al de Náufragos de Hitchcock, con el lobo Larsen aullando sobre el puente de mando del Ghost, genio y figura hasta el naufragio. El conflicto interior de un hombre capaz de leer El origen de las especies, Las obras de Edgard Allan Poe o El Paraíso Perdido al tiempo que destila todo su sadismo sobre la tripulación a su mando. Nieblas sobre las aguas y también sobre las almas. Las dos magníficamente recreadas.



lunes, 2 de agosto de 2010

BARBARELLA (ROGER VADIM - 1967)



Comentar Barbarella de Roger Vadim y hacerlo además en un tiempo relativamente razonable es sumamente complicado. Barbarella film es uno de los diferentes aspectos de un fenómeno que nace en el comic y en la Francia de los 60. El personaje creado por Jean Claude Forest en 1962 alcanzó celebridad en las páginas de V-Magazine aunque su traspaso al cine de la mano de Dino di Laurentis y Roger Vadim no cumplió las expectativas previstas y su rentabilidad fue mas bien escasa. De ahí a convertirse en un personaje y una película de culto tan solo medió en un paso. Y lo del culto llegó a extremos tales que di Laurentis ha vuelto con el paso de los años a perseverar en el intento de aprovechar un cierto caché mítico de la marca Barbarella para, de la mano de Robert Luketic (tras el abandono del proyecto por parte de Robert Rodríguez), lograr de segundas lo que no se consiguió de primeras.

Hasta aquí el, digamos, contexto, pero no solo de contextos viven los cinéfilos. Tiene que haber chicha y a ser posible limoná. Y este es el problema, Houston, que sobra chicha y falta limoná. Barbarella es como el 007 del espacio, en permanente lucha contra el mal. ¿Sus armas? Paz y amor, hermanos, especialmente amor en forma de polvo sideral. Y ni Jane Fonda esconde un pecho ni Vadim esconde la cámara que si Dios creó la mujer, él se basta para crear mitos eróticos en los 60.

Pero de limoná, ná. El trasunto consiste en la búsqueda de científico loco Durand Durand y su rayo positrónico, una especie de profesor Bacterio pero a la francesa. Eso sí, los “disfraces” de Jane Fonda hacen olvidar con facilidad a nuestro hispánico Mortadelo y hasta son capaces de determinar el sexo de los ángeles.

Película insignia del género fanta-erótico que conviene verla sabiendo lo que uno se va a encontrar. De esta manera el desencanto será menor. Asistirán así a una muestra de cine lisérgico-colorista, a la idea germinal del grupo Duran Duran, a las deshabillés “in gravitatorias” de Jane Fonda, y acabarán concluyendo, igual que los personajes de la ficción, que el polvo terráqueo tiene más sustancia que el sideral.