viernes, 27 de enero de 2012

ESCANDALO EN PARÍS (DOUGLAS SIRK - 1946)


Eugène-François Vidocq fue un personaje real que fogueado en el  hampa parisino alcanzó el cargo de primer director de la Sûreté Nationale. La experiencia es sin duda un grado y un curriculum como el suyo aseguraba el conocimiento en primera persona del sórdido submundo de la delincuencia en la Francia revolucionaria, por lo que la idoneidad para el cargo parecía asegurada. Ladrón antes que policía. Cocinero antes que fraile, que se dice.


Escándalo en Paris es una película del gran Douglas Sirk con Vidocq como personaje central. Una pseudo biografía que, respetando la idea central del tránsito entre calabozos y sillón policial, no parece tener muchos más puntos de contacto con la autenticidad histórica. Ello, sin embargo no impide que nos encontremos ante una magnífica película espléndidamente interpretada por George Sanders, con actores de la talla de Akim Tamiroff o incluso de un semi-desconocido Gene Lockhart quien borda su papel de ex inspector de policía, amén de marido indignadísimo y obsesionado por cazar a  un delincuente que se dedica a robarle a su futura señora “in situ” una liga cargadita de piedras preciosas.


Quien mejor que el truhán-señor George Sanders para el papel de ladrón astuto, embaucador Casanova, gentilhombre de presencia y cultura y San Jorge en ratos libres. No. No estamos ante un film religioso pero la restauración de un antiguo cuadro representando a San Jorge y el dragón tiene su importancia en el argumento y en esa línea la película está cargada de simbología: El látigo y la serpiente o el dragón atravesado por la lanza en una de las escenas finales. 


La película es una sucesión de momentos memorables, de diálogos a veces realistas y a veces irónicos. Siempre atinados. La fotografía parece retrotraernos a un expresionismo alemán que deja su juego de luces y sombras nocturnas sobre el empedrado de las vías francesas. Acertada banda sonora a la que se suma una voz en off que en primera persona narra, con el tono de un cuento para mayores, unos acontecimientos a menudo cómicos, a veces trágicos, y siempre interesantes para un espectador que se pega a la historia como una lapa a la roca.


Resulta curioso descubrir en el “rey del melodrama cinematográfico” estas otras facetas artísticas. Somos muy dados al encasillamiento. Sin embargo Sirk tiene grandes trabajos en otros terrenos. En esta línea también he visto recientemente “ ¿Alguien ha visto a mi chica?” con Piper Laurie, Rock Hudson y Charles Coburn, una comedia con un nivel de calidad francamente bueno y por encima de la media habitual.


Agradecer a Orsonwelles de “Las cosas que hemos visto” la recomendación de este magnífico film.



¡Ah! Y no se extrañen si al buscar en Google la película se topan de bruces con los escándalos de Paris-Hilton.


Puntuación: 7,75








lunes, 9 de enero de 2012

OPERACIÓN CICERON (JOSEPH L. MANKIEWICZ - 1952)



Para mí, uno de los mejores trabajos de Joseph L. Mankiewicz junto con Eva al Desnudo, Carta a tres esposas y La Huella,  sin que ello suponga menoscabo del resto de su obra. Un magnífico director que no comulgaba demasiado con el sistema de los estudios cinematográficos y que realizó aquí su última colaboración para la Fox, compañía en la que había recalado tras un fallido encuentro con la MGM y con Cecil B. de Mille.

Tras el éxito de Eva al Desnudo que le supuso su segunda estatuilla y a pocos meses de finalizar su contrato con la Fox, los propósitos de Mankiewicz se encaminaban hacia una cierta independencia, pero la compañía a la que aún estaba ligado quiso capitalizar en su favor el éxito de los Oscars y le encomendó el proyecto de “Five fingers” (nombre original), inicialmente confiado por Darryl F. Zanuck a Henry Hathaway, un especialista en historias reales y en rodajes “in situ”

Mankiewicz recoge el pre-rodaje de Hathaway, el guión de Michael Wilson, basado en el libro de Ludwig Carl Moyzisch, al frente de los servicios secretos alemanes en Turquía en el tiempo de los hechos, e incluso al propio James Mason elegido por Hathaway quien también lo dirigió en Rommel el Zorro del Desierto. Y a todo ello le imprime su sello personalísimo, sus diálogos agudos y apropiados, y su magistral forma de entender el cine, concibiendo así una de las obras maestras del cine de espionaje de todos los tiempos.

Estamos ante la historia real de Elyesa Bazna, ayuda de cámara del embajador inglés en Ankara quien fotografió y vendió a los alemanes multitud de documentos calificados de alto secreto, historia que se narra en el libro de Moyzisch, implicado en el asunto, y que se corroboró posteriormente con la biografía del propio Bazna “Yo fuí Cicerón” en alusión al nombre en clave otorgado por los servicios secretos germanos.

La realidad de los hechos no impide que el guión incluya elementos ficticios. En la medida que la línea principal se ajusta a lo acontecido y lo accesorio mejora notablemente el film, los espectadores asistimos a una película cargada de intriga, suspense y, por momentos, acción, con un final absolutamente sorprendente donde lo importante quizás no sea si la verdad fue esa o no, sino los matices que mejoran una historia ya de por si interesante.

Para quienes como yo se acerquen a la película con el mismo (imperdonable) desconocimiento, “Operación Cicerón” supondrá el maravilloso descubrimiento de una película magistral.

Puntuación: 8,75

miércoles, 4 de enero de 2012

LA MUJER Y EL MONSTRUO (JACK ARNOLD - 1955)


Soy consciente de que pasar del comentario de clásicos universales como El padre de la Novia a esta “La mujer y el monstruo” supone un cambio radical. Algo así como despertarse de la siesta y marcarse un doble salto mortal con tirabuzón y sin red. Pero ¿De que va este Caprio? Seguro se preguntan. Muy simple: Cinefilia crónica y progresiva.

Por una parte he tratado de llenar una laguna (no precisamente negra) visionando uno de los trabajos más reconocidos de Jack Arnold, documentalista en sus orígenes y posteriormente experto en ciencia ficción. Y hacerlo con esta “criatura de la laguna negra” es una buena forma, especialmente si pensamos en su influencia en trabajos de otros directores como Spielberg (Tiburón) o en las referencias encontradas hasta en trabajos del gran Billy Wilder como La Tentación vive arriba, cuando a la salida de un cine en que se proyecta esta película se dispara el ventilador subterráneo en una de las escenas más famosas no solo de este film sino del cine en general.

También los proyectos de remake no me han dejado indiferente, como tampoco lo ha hecho la muy posible inspiración del monstruo acuático con los engendros espeluznantes creados de las pesadillas de H.P.Lovecraft. También las innovaciones técnicas del 3D son otro punto a favor.

Pero una cosa son las perspectivas y otra la realidad. Y esta nos habla de una criatura que a todas luces se ha mantenido en el mismo estadio evolutivo desde el devónico, en un hábitat como el amazónico apenas hollado por el hombre y cuya tranquila existencia viene a ser turbada por un equipo de geólogos e ictiólogos tratando de adjudicarse uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la humanidad.

Con los medios técnicos actuales el film tendría todas las cartas para ser uno de los más espectaculares y taquilleros de todos los tiempos. Pero aquello era el 55, ya saben, y para mas inri, serie B, low bullet, mucho maquillaje y un buen nadador con grandes pulmones para resistir under the sea. Dificultades que no nos deben desanimar sino, al contrario, hacernos valorar la historia que se nos cuenta muy al estilo King Kong o La bella y la bestia, con tomas submarinas de calidad y un artístico ballet acuático donde Julie Adams (habitual en series televisivas de los 60, como 77 Sunset Street) muestra sus habilidades natatorias y logra con su interpretación el papel estelar de su carrera.

La “rana y la princesa”, los sentimientos en embrión de un antecedente humano, la codicia y el amor por la investigación, la aventura e incluso momentos de suspense, son la oferta de este film que hay que ver, mas que con gafas tridimensionales, con ojos de un buen amante del cine.

Puntuación: 7,15

domingo, 1 de enero de 2012

EL PADRE DE LA NOVIA (VINCENTE MINNELLI - 1950)

 
Minnelli bien merece un estudio personalizado. Y los amantes del buen cine de no importa qué tiempo, nos merecemos un ciclo Minnelli. Bien, pues una película que no puede faltar es “El padre de la novia”. A algunos les sonará este título más por su remake con Steve Martin que por este trabajo donde luce con su mejor estrella Spencer Tracy. No es cierto eso de  que segundas partes nunca fueron buenas pero generalmente las primeras son mejores y por ello animan a repetir en busca del éxito que aquellas consiguieron.

Siempre he defendido la idea de que las comedias son un género que, sacado de su tiempo y sus contextos, se diluye como la sacarina en el agua. Las carcajadas se tornan, con suerte, sonrisas y las sonrisas, mohines, y el efecto es especialmente acusado cuando las películas de otro tiempo son vistas en la soledad del espectador de fondo frente al televisor. Los espectadores de otro tiempo y de otro hábitat estamos inhabilitados para aportar esa complicidad que muchas veces el humor “cotidiano” exige. Sin embargo, la cosa cambia cuando las situaciones no están tan localizadas en una época y en un lugar. Tal es el caso de El padre de la novia.

Porque los temores, las preocupaciones y los comportamientos de El padre de la novia son universales. Y todos quienes hayan vivido situaciones análogas – aún no es mi caso – encontrarán similitudes aunque evidentemente exageradas para desencadenar sonoras carcajadas. La actuación de Spencer Tracy como padre de una prematrimonial Elizabeth Taylor es una gozada para quienes nos gusta esto y está en la línea de sus mejores papeles. Preocupado en principio por la condición del novio, obligado a un interrogatorio en el que es el propio progenitor quien acaba confesando, y estresado por el montaje de una boda que se pretendía sencilla pero que acaba convirtiéndose en una representación multitudinaria y plena de convencionalismos, Tracy sabe dotar al personaje de un carácter especial mezcla de simplismo y de veneración por su hija.

El gran mérito de Tracy es esa identificación con el hombre corriente. Muchos de nosotros nos reconocemos en algunas de sus actitudes o de sus pensamientos. Sabemos que exagera, pero también sabemos que todo respira realidad por los cuatro costados. Minnelli sabía que era el actor ideal para dar al personaje esa ambivalencia cómico-dramática, y por ello aunque se barajaron nombres como el de Jack Benny, acabaron convenciendo a un molesto Tracy que no le gustaba ser plato de segunda mesa.

Su éxito en taquilla se vio potenciado con la boda real de Liz Taylor con el heredero del imperio Hilton, Conrad Nicholas Hilton, poco antes del estreno. Contaba 18 años. La MGM aprovechó la buenísima acogida del film para una secuela “El padre es abuelo” también protagonizada, como no podía ser de otro modo, con los mismos actores, entre los que, además de los citados, destacar a una excelente Joan Bennet, en un papel algo madurito pero en el que deja sellos de su incuestionable calidad.

Siempre habrán aquellos a los cuales este enfoque de la vida americana sin problemas de verdad y muchos whiskys, martinis y Coca Colas en publicidad no encubierta, les parezca deplorable y rechacen de plano la película. Hay que respetar cualquier opinión. Sin embargo, bajo mi criterio, el tratamiento desenfadado de ciertos temas o la imagen de clase que a veces ofrece el cine, especialmente el clásico, no nos nubla la visión y sabemos que hay situaciones reales crudas y descarnadas. Una cosa no excluye la otra. Y el que nos riamos durante hora y media con las peripecias de un padre al que se le casa la hija no excluye que tengamos plena conciencia de las injusticias sociales sean del país que sea.



Puntuación: 8,00

!!! FELIZ 2012 PARA TODOS !!!