jueves, 31 de mayo de 2012

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (RICHARD QUINE - 1962)




Al ver a Fred Astaire caminando ágilmente, paraguas en mano, uno espera cuando menos una cancioncilla acompañada de unos cuantos y cautelosos pasos de baile que los años son los que son y las oscuras golondrinas volverán a colgar nidos del balcón pero no a traernos la juventud divino tesoro. El propio Fred propuso algún numerito tipo Funny Face pero el argumento se pretendía menos desenfadado y la cosa no cuajó. Personalmente creo que la cosa quedó bastante bien sin añadidos musicales y que el trabajo de Astaire tiene esas notas de calidad que se le suponía cuando bailaba y que se constata cuando no lo hace.

Ciertamente la historia promete: Un miembro del cuerpo diplomático norteamericano (Jack Lemmon) después de un periplo por los países árabes acaba recalando en London y claro está lo primero que hace es buscar alojamiento, bueno, bonito y a poder ser barato. Lo consigue, con el premio añadido de una patrona de toma plumcake y moja, ante la que inevitablemente cae tan rendido que al poco ya tienen organizada cena íntima para two.

Al parecer la arrendataria, Carlyle (Kim Novak), es un personaje altamente popular en la City y contínuamente vigilada por la policía quien sospecha de ella como asesina de su marido, presuntamente desaparecido, sospecha compartida por la totalidad del vecindario, hasta el punto que nuestro funcionario de exteriores es informado por algún boy de la zona : “Mi padre dice que usted será el siguiente”. Así las cosas, el enamoradizo inquilino, se encuentra en medio de una trama policial que pretende aclarar la situación y averiguar la verdad sobre la inocencia o no de Carlyle. Y hasta ahí puedo leer.

Si desvelan el resto verán que Richard Quine construye una película de suspense un tanto al estilo del Hitchcock de Con la muerte en los talones, donde nosotros, sufridos espectadores, andamos bastante desconcertados con lo que en realidad ha sucedido y lo que sigue sucediendo. Una serie de hechos, pistas falsas y personajes que no se sabe muy bien de donde han salido contribuyen a esta desubicación nuestra. Y de la misma manera que sucede con la obra insigne del gran Alfredo, una vez los hechos empiezan a clarificarse la película baja significativamente de intensidad y es entonces donde los actores (Cary Grant en un caso y Jack Lemmon en el otro) toman las riendas y consiguen que la obra, en su conjunto, acabe siendo un excelente trabajo cinematográfico.

Les confieso que Kim Novak me parece tan bella como sosa (impresión que hago extensiva a su trabajo en Vértigo). Rogaría a los amigos me recomienden algún trabajo suyo donde ponga algo de vidilla al personaje. En este, esta difuminada y como perdida en la niebla londinense. El film se soporta casi íntegramente en el buen hacer y la innata comicidad de Lemmon, quien cambió el tono general del film y relajó un tanto esa gravedad del misterio con asesinato incluido. En ese sentido, a partir de la escena del juicio, donde el peso de la acción recae sobre Kim Novak, la película sufre su primer bajón, del que no se recuperará hasta las escenas finales con Buster... digo Lemmon persiguiendo una silla de ruedas con inquilino, presta a despeñarse por los acantilados al son de los acordes de una marcha musical en un balneario de ancianitos. ¿Será que en el guión estaba Blake Edwards?

No se precipiten en sus conclusiones. Con la muerte en los talones es una obra maestra y esta es una buena película. Entretenida y capaz de hacernos pasar un buen rato. Por ello se la recomiendo.

Puntuación: 7,85

domingo, 27 de mayo de 2012

LOS MUERTOS ANDAN (MICHAEL CURTIZ - 1936)



La primera vez que Michael Curtiz trabajó con Boris Karloff fue en El ídolo, producción de 1931 donde interpretaba al progenitor ruso de un chiquillo que, con los años, acabaría siendo una de las estrellas del Gran Ballet. Pues bien, la elección de Karloff para el papel se decantó por un detalle: Curtiz creyó que era... ¡Ruso! El actor, cuyo verdadero nombre era William Henry Pratt, había nacido en Camberwell, Inglaterra, y aunque llevaba unos cuantos años en el mundillo del cine podemos decir, en disculpa de Curtiz, que, al tiempo del casting, no era famoso, aunque en el mismo año 1931 interpretó su primer gran personaje, el monstruo de Frankenstein en la película de James Whale.

Se bien que los gustos son como los colores, cada quien tiene su preferido, y este que lo es, no pretende ser menos. Así que entre los grandes actores del terror que en el cine han sido, pongo en el pedestal de las adoraciones y los reconocimientos a Boris Karloff, aunque si alguno me cita a Lon Chaney no discutiremos. Para el resto: Lee, Lugosi, Lorre, Cushing o Price, y otros que seguro me dejo, diplomas de excelencia, medallas al mérito y encomiendas de honor, pero haciéndole pasillos al ruso, digo inglés.

The walking dead, con claras reminiscencias a serie televisiva actual, es un film del año 1936 dirigida por el churrero Curtiz. Lo de churrero dicho sin intención peyorativa alguna pues los churros le salían por lo general buenos o muy buenos, aunque, como buen cineasta de encargo, los hacía en abundancia. Como prueba este film donde se atreve en una especialidad que no es propiamente la suya, por encargo de una compañía, Warner Bros. que, vista la cadena de éxitos de la Universal pretendía restarle cuotas en las Box Office. Y el film le sale resultón, digamos... francamente bien.

La trama es sencillamente la esperada, pero menos. Un exconvicto, John Ellman (Karloff) es acusado injustamente del asesinato del juez que en su día lo condenó. En realidad los culpables son una banda de gansters y prohombres de la localidad que no dudan en incriminar a un inocente, quien tras ser ejecutado en la silla eléctrica es devuelto a la vida gracias a los trabajos de un doctor especialista en el tema que ya había experimentado con animales. Sin embargo el comportamiento de Ellman cambia radicalmente al tiempo que parece ser poseedor de extraños poderes.

Entre el cine negro y la ciencia ficción, la película es un excelente exponente para el talento de Karloff quien nos ofrece dos interpretaciones al precio de una. Por un lado está el hombre que tras su periodo en prisión trata de incorporarse a la sociedad. Un buen hombre con talento musical, a quien las artimañas de unos indeseables convierten en cabeza de turco y victima propiciatoria. Por otro, esa extraña entidad (me resisto a llamarle hombre), que acaba regresando del otro lado, que parece arrastrarse como desubicada y que no cesa de demandar respuestas a sus incriminadores. Ahí encontramos al Karloff terrorífico capaz de congelar con la mirada y, convirtiéndose en una especie de diosa Némesis de ultratumba hacer justicia con los asesinos.

Es cierto que hay mucha fantasía en todo ello. Nadie pide que nos creamos nada, aunque hay unas referencias de pasada al tema de la resurrección, al tema de un Dios celoso con los suyos o a un estado de paz posterior a la muerte que dan que pensar... Sin embargo hay una anécdota curiosa y es la de un aparato mostrado en el laboratorio donde el Dr. Beaumont (Edmund Gween) revive a Ellman. que, al parecer es un artilugio real creado en colaboración entre el aviador e ingeniero conocidísimo Charles Lindbergh y el premio Nobel, Alexis Carrel, relacionado, servidor es profano en la matería – con el corazón y el sistema circulatorio. Quisicosas, que se decía antes.

Puntuación: 6,75


miércoles, 23 de mayo de 2012

SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS (STANLEY DONEN - 1954)



Esto podría empezar como el chiste “Se abre el telón y...” un hombretón como la copa de un pino ¿O debería decir de un arce? llega a la aldea para comprar provisiones, ya saben, azucar, tabaco y seguramente tocino o similar. Por lo que ya vamos deduciendo en su lista de la compra no está apuntado el jabón, ni siquiera el lagarto por lo que agradecemos que el cine sea únicamente un arte visual y no olfativo.... 

Bien, a lo que íbamos, al parecer, el barbudo mocetón (Howard Keel) en el último momento, mirando estanterías, recuerda que también falta mujer que limpie, que lave y que cocine, es decir una esposa y busca en el apartado de las ofertas, mientras canta a vozarrón partío:


Bless your beautiful hide
Wherever you may be.

Traducido googlemente por:


Bendita tu hermosa piel
Donde quiera que estés.


Antes de continuar les comunico que la película me gustó mucho la primera vez que la vi y que, revisada con más años a cuestas, me ha seguido gustando, O sea que mi crítica, aún en tono de mofa, es el anticipo de una buena valoración. Lo que sucede es que, no me negarán que, a priori, los chicarrones del norte parecen elefantes en las cacharrerías del musical y hasta un coreógrafo como Michael Kidd lo sabía por lo que si bien aceptó a participar en el proyecto lo hizo trás un intensivo lavado de cerebro propiciado por Stanley Donen y con la condición de que las canciones, y naturalmente los bailes, deberían rodarse como escenas de la propia historia y ello exigiría que los actores, al menos los que bailaran, deberían ser en primer lugar bailarines y en segundo actores.

La oposición feminista está, en mi modesta opinión, totalmente justificada, especialmente en la primera parte de la película, donde siete energúmenos asalvajados se invisten de todos los derechos a ser servidos por el teórico sexo débil. Claro que, como sucede en la vida real (y me refiero a la relativamente civilizada, que bestias sin domar háilas aún) el presunto sexo débil trasmuta rápidamente a fuerte y obliga al primitivo trueque de café calentito mañanero por barreño donde asearse.

Sinceramente, uno de los mejores musicales de todos los tiempos, y ello a pesar del recorte presupuestario ¿Les suena? Que redujo a la mitad los fondos destinados al film, en beneficio del trabajo de Minnelli, Brigadoon, donde actuaba Gene Kelly. El productor Jack Cummings, alma mater del proyecto, no se desalentó. Por su parte, Donen, rodó rápido y barato, cambiando escenarios naturales por coloristas decorados, a pesar que un naciente cinemascope ponía de manifiesto las carencias con mucha crudeza. En lo que Donen no cedió fue en que las canciones de su musical fuesen absolutamente originales, desechando la propuesta de la MGM de recuperar canciones tradicionales americanas.

De esta forma asistimos a una excelente película que en un clarísimo guiño nos remite a la historia del rapto de las Sabinas narrado por Plutarco y que constituye el libro de cabecera de la recién adquirida esposa (Jane Powell). De esta forma, los hermanos del susodicho mocetón, algo más agiles porque bailan más, resuelven sus problemas de relaciones sentimentales y acaban consiguendo que las “brides” digan el consabido “yes” y acaben siendo “wives”

Quienes hayan visto el film, seguro recuerdan la magnífica escena de la construcción del granero o la encantadora secuencia sobre la nieve. Para quienes no la hayan visto, un consejo: Dejen los prejuicios sobre los musicales en el perchero de su recibidor, dejen la lógica en el paragüero y dispónganse a pasar un rato entretenido.

Oigan, estos son como el Sevilla de los Mojinos: ¡Mira quien baila!

Puntuación: 9,50

Con especial dedicatoria para Mara (del blog MARAMINIVER) porque aunque no es “muy de musicales” le encanta éste.



viernes, 18 de mayo de 2012

LA BAHÍA DE LOS ÁNGELES (JACQUES DEMY - 1963)



En La Bahía de los Ángeles, el ángel en cuestión, es el exterminador del juego. La vida es juego parafraseando un poco y de refilón a Calderón y los sueños son ruletas girando, par y rojo, manque y passe y “rien ne va plus”

Película de Jacques Demy director francés del que tengo algunas otras cosas en cartera, especialmente su galardonada Los paraguas de Cherburgo o la atrayante Las señoritas de Rochefort, También su reconocido primer largo: Lola, Pero ahora fue el turno de Baie des Ánges, uno de esos films que se suelen catalogar como menores pero que en mi modesta opinión son trabajos de formación de su realizador y que sirven para abrir boca, no con bostezos de aburrimiento, no sean mal pensados.

Baie des Ánges es la historia de una pareja (Jackie et Jean) y de una obsesión (la de ella) -y media (la de él)- por el juego. Ludopatía hasta en la sopa. Del 17 que sale las veces necesarias para seguir jugando y acabar perdiendo hasta el rosario de la madre. Del ni contigo ni sin ti, referido al juego. De las playas de la Costa Azul vistas desde los cristales de un Casino, Del amor en los tiempos del “hagan juego monsieurs, madames”

Amigos y residentes en Montecarlo, Niza, Sant Joan Les Pins y en cualquier lugar donde haya una bolita girando traviesa. ¿Y el amor? Esfumándose entre las fichas y martingalas (que, al parecer, es ese cartoncito donde los jugadores anotan los caprichosos números que van saliendo). ¿Se preguntan si acaban perdiendo o ganando? Sé bien que no, la ingenuidad se les perdió como a mi en el camino de las cotidianeidades...

Excelente trabajo de Jeanne Moureau, una actriz que merecería, y lo digo con toda intencionalidad, un ciclo para gourmets y degustadores de buen cine. Se ha dicho que en Baie des Anges, con el cabello peróxidadamente platino, no da esa imagen que forjó a base de “nouvelles vagues”. Craso error, Demy está en el género y madame Moureau con sus añitos a cuestas da precisamente la imagen de una realidad que no busca moralinas ni enseñanzas apostólicas, sino la de una mujer rota en sus estructuras y que hace del Casino el templo de su religión. A su lado un Claude Mann practicamente inexperto al que la Moureau se come con “pommes de terre”, pero también se trata de eso, de que se lo coma. Él la mira con ojos de deseo (¿Porqué le llaman amor cuando quieren decir sexo?) y ella con ojos de avaricia y al fiado (Money, money....)

Sin embargo el argumento se nos vuelve repetitivo, gira la ruleta, gira il mondo gira... Par y rojo... Changez moi si vous plait. Eso reduce algo mi nota, aunque ese final, donde todo parece y nada es, nos descubre que el director ha dejado que seamos nosotros los que pongamos el colofón a la película.

¡Ah! Y sin olvidar la excelente música de Michel Legrand

Puntuación: 6,75

lunes, 14 de mayo de 2012

LA MOMIA (TERENCE FISHER - 1959)



Cuando miramos hacia atrás, evidentemente sin ira, es muy probable que nos sorprendamos de lo que allá por los años 30 se consideraba cine de terror. Películas como El doctor Frankenstein o La Momia, joyas del cine y de la Universal, vistas hoy en día nos hacen sonreír indulgentemente. Claro que con más negros que blancos, en aquellos años de depresión y en vetustas salas preferiblemente semi vacías el efecto sería muy distinto.

En los años 50 y 60 la compañía británica Hammer Films Productions revisa aquellos grandes clásicos de la Universal y les añade un elemento nuevo: El color. El terror pierde así parte de su misterio pero gana en espectacularidad y abre la puerta a mundos barrocos e irreales como los que, de nuevo en el cine americano, retratará Roger Corman en la década de los 60, recordemos por ejemplo La máscara de la muerte roja.

No, No estoy mezclando churras con merinas. Pretendo limitarme a La momia, película dirigida por Terence Fisher para la Hammer en 1959 e interpretada por dos auténticos monstruos del género Peter Cushing y Christopher Lee, dicho sea con permiso del monstruoso, en todos los sentidos, Boris Karloff que protagonizó la excelente versión del 32.

La momia, versión 1959, es una excelente película a la que Hammer Films Productions dedicó sus mejores técnicos y al frente de la cual puso a Terence Fisher un director que sabía unificar calidad y presupuestos económicos. Sus tiempos de rodajes no eran muy largos y las películas se filmaban básicamente en estudio. Fue una apuesta arriesgada, especialmente por tratarse de un género que llevaba tiempo fuera del favor de las audiencias, pero lo consiguieron, el terror llenó nuevamente las salas y Frankenstein, El hombre lobo o La momia, vivieron una segunda juventud en ocasiones con segundas y terceras entregas.

El argumento de La Momia es, probablemente, el que mantiene más coincidencias con la versión del 32. La historia del sacerdote enamorado de la princesa Anenka que trás intentar resucitarla es enterrado vivo y liberado fortuitamente, tras la lectura de un pergamino prohibido, siglos después, es la directriz común entre ambos films y la que también se retomará en la versión, mucho más espectacular y aventurera, que no terrorífica, del 99. Hay no obstante diferencias, algunas sutiles y otras no tanto. La reencarnación de Imhotep (aquí Kharis) en el 32 no es contemplada en la nueva versión donde además se sitúan los hechos en la “civilizada” Inglaterra. Por su parte la versión Hammer trata de contemplar los hechos desde una perspectiva mucho más racional relegando a un segundo lugar los profundos e inescrutables misterios de la mitología egipcia.

Inevitablemente estoy entrando en el odioso terreno de las comparaciones. La interpretación de Karloff en el 32, reconozco que me puede, pero no dejo de reconocer que tanto Cushing como Lee están soberbios, especialmente este último, quien nos ofrece una de las momias más fornidas y atléticas que se recuerdan. Como habrá quedado claro, el color confiere un “sabor” especial a una historia y hace que el oscuro mundo de ultratumba parezca vestirse con sus mejores galas. En este sentido, la larga secuencia, en flashback, de la muerte, preparativos y funeral de la princesa, es un regalo para los ojos y lo único que se lamenta es que, por economizar, los escenarios acaben produciendo claustrofobia.

Muchas películas calificadas como de terror podían reciclarse, máxime tras Indianas, Brandons y otros héroes de sombrero y arena, en películas de aventuras aptas para casi toda la familia, sin necesidad de cardios previas.

Puntuación; 7,35

 

miércoles, 9 de mayo de 2012

UNA CARA CON ANGEL (STANLEY DONEN - 1957)


El veteranísimo Fred Astaire, toda una institución del cine musical – posiblemente la mayor estrella que haya dado el género – deseaba hacer una película con Audrey Hepburn, actriz que únicamente había protagonizado dos films marca “Hollywood”, claro que, menudos films, Vacaciones en Roma y Sabrina, (hay que aclarar que Guerra y Paz estaba por entonces pendiente de distribución). Por su parte Audrey, quien en poco tiempo se había asegurado la posibilidad de elegir aquello que deseaba hacer, estaba muy interesada en que su partenaire fuese Fred. Los 30 años de diferencia no suponían obstáculo y las voluntades estaban acordadas. Y sin embargo…

El nacimiento de esta película no fue el de Venus precisamente, más bien se asemejó a un arduo y trabajoso parto de los montes. La cosa empezó con la MGM retomando el guión de una comedia musical escrita por Leonard Gershe en el año 1951 que no había llegado a montarse: Wedding Day. Este era el cesto, pero para los mimbres se pensó en las canciones escritas por George Gershwin para el musical de Broadway “Drole de Frimousse (Funny Face)” en el año 1927 donde ya actuaba Fred Astaire juntamente con su hermana Adele. Warner Bros. Propietaria de los derechos de las canciones acaba cediéndolos previa condición de que Stanley Donen dirija para ellos “Pajama Game (Juego de pijamas)”. Sin embargo los problemas crecen y ahora es la Paramount, con derechos sobre los actores principales la que obstaculiza su cesión. Astaire llega a ver el proyecto como irrealizable pero su interés y el del productor de la MGM Roger Edens acaban dando luz verde al film. Hoy, todos los aficionados al buen cine nos congratulamos de ello.

En clave de comedia romántic, como no podía ser de otra forma, la película recrea el mito de Pygmalión. Una sencilla dependienta de librería (Audrey Hepburn) se convierte en el prototipo de mujer ideal americana y mundial, y el centro de una campaña publicitaria lanzada por una revista de moda y alta costura : Quality Magazine y por un fotógrafo de alto standing, Dick Avery (Fred Astaire). Un viaje promocional a París para presentar la colección especialmente diseñada para ella por un modisto francés la acabará decidiendo. De esta forma, en los ambientes bohemios de la ciudad de la Luz podrá conocer a su idolatrado líder espiritual fundador del “enfaticalismo”…

He de decir que mis primeras referencias del mundo de la moda, la fotografía y las modelos famosas, las encuentro en una canción de mi paisano Joan Manuel Serrat. En aquel “Conillet de vellut” de “Serrat 4” hay referencias a revistas como Harpers Bazaar o al fotógrafo Richard Avedon. Pues bien, este era el mundillo que se refleja en Una cara con ángel. Así Richard Avedon cede su propio nombre con cierto disimulo a Dick Avery, o la editora del Harpers Bazaar, Carmel Snow, quien revolucionó la fotografía de modas, está en pleno centro del personaje interpretado magníficamente por Kay Thompson como directora de Quality. También es conocida la relación de Avedon con una de sus modelos… En fin que, en este caso la realidad iguala a la ficción, aunque me caben dudas sobre la existencia del enfaticalismo.

Y por encima de todo y de todos, dos grandísimos, Astaire y Hepburn. El que tuvo retuvo y aunque a sus 60 años limita sus escenas de baile, la que nos regala, paraguas, capa de toreo y palos de golf incluidos, es una autentica gozada y una secuencia para el recuerdo en cualquier antología. Ella, cambiando realmente la imagen de la diva americana y de la forma de actuar. Vestida por Givenchy está sublime. Su bajada por las escaleras del Louvre y ese despliegue de alas a lo Victoria de Samotracia, sencillamente “merveilleuse”.

Me ha gustado. ¿Lo adivinaron?

Puntuación: 8,85

viernes, 4 de mayo de 2012

¡AGACHATE, MALDITO! (SERGIO LEONE - 1971)




Les confieso que vi esta película dos veces. De haberme quedado en la primera, es muy probable que mi opinión fuese muchísimo más ácida y seguramente más injusta. Una segunda visión me ayudó a reposar las ideas, a poner las cosas en su sitio y a sacarle mucho partido a un film que, seguramente, no será una obra maestra de Leone, pero que destila la suficiente calidad como para justificar las casi cuatro horas dedicadas. 

Y es que hay que advertir que circulan por ahí versiones para todos los gustos, desde el DVD standard de 90 minutos hasta una versión presumiblemente completa de 2 horas 30 minutos. La suma de ambas me tuvo ocupado las cuatro horas de marras, pero debo decir que aunque el tiempo es un bien escaso y por ende, debe procurarse su aprovechamiento y optimización, la valoración final, sumando puntos fuertes y restando “salidas de madre” que haberlas háilas, es francamente positiva. 

Siguiendo mi costumbre de contrastar, siempre “a posteriori”, mi valoración personal con las apreciaciones de otros críticos y blogueros de la red, he encontrado coincidencias pero también discrepancias notorias. Por ejemplo, coincido en que el trabajo de James Coburn como dinamitero y activista del IRA le confirma como lo que ya sabíamos, uno de los mejores actores que ha dado el cine USA, pero discrepo de quienes penalizan el buen hacer de Rod Steiger achacándole una sobreactuación que, existiendo, se limita a momentos puntuales del film, especialmente en su primera mitad (claramente inferior a la segunda). El resto del trabajo de Steiger tiene la gravedad suficiente exigida por el papel. No en vano estamos hablando de un bandido mejicano inculto, desharrapado y visceral, quien, por un quítame allá ese Banco, acaba de héroe revolucionario. 

Sin más demora les resumo el argumento: Un bandido mejicano (Steiger) y un dinamitero irlandés (Coburn) aúnan fuerzas con la intención de atracar el banco de Mesa Verde. En vez de cajas fuertes se encuentran una prisión y en vez de dinero, partidarios de la revolución, cuya liberación provoca la persecución y las represalias del ejercito capitaneado por el coronel Günther Ruiz , un oficial con reminiscencias nazis y métodos brutales. 

 Si la primera parte del film sería calificable como floja y esperpéntica por momentos, con aires de comic a lo Correcaminos (Los rotulitos sobreimpresos sobre la cabeza de sus protagonistas, los primerísimos planos de los prohombres patrios comiendo o el sombrero roto del bandido dinamitado) la segunda es absolutamente cruda y memorable. Y lo afirmo en contra de la mismísima opinión del propio Sergio Leone, quien dijo: “ ¡Agáchate maldito ! Es una película que no sé colocar bien en el corazón. La amo inmensamente , porque es la que me produjo más angustia, más dudas, más desesperación. En un momento dado estuve a punto de dejarla y solo mi mujer logró que encontrara la constancia necesaria para terminarla. “ Hay que congratularse tanto de que fuese el propio Leone quien dirigiese su propia película – aunque fue ofrecida a Peckinpah que, dicho sea de paso, era una buena elección – como de que la terminase. No quiero pensar que se pudiesen haber perdido pensamientos tan preclaros acerca de las revoluciones como los expuestos por Juan Miranda y que reproduzco aquí, aunque seguro los encuentran en cualquier critica seria sobre el film: 

¿Revolución? ¿A qué te refieres? No intentes hablarme de la revolución. ¡Sé todo sobre revoluciones y cómo comienzan! Los que leen libros... van a los que no leen libros... los pobres, y les dicen que es hora de un cambio. ¡Mierda! Yo sé de qué hablo cuando hablo de la revolución. Los que leen libros van... a los que no saben leer... los pobres, y les dicen: "Hace falta un cambio". Entonces los pobres hacen todo para lograr el cambio. Entonces, los que leen libros... se sientan a sus enormes mesas lustradas, hablan y hablan y comen y comen. Pero ¿qué pasó con los pobres? ¡Están muertos! ¡Eso es la revolución! Por favor, no me hables de revoluciones. ¿Qué pasa después? La misma mierda vuelve a comenzar.” 

Y John Mallory, el dinamitero culto, arroja lejos de si, su biblia de cabecera: El patriotismo de Mikhael A. Bakunin.

 2 horas y media de violencia y revolución, de dramas personales que se eternizan en planos larguísimos en los que el tiempo parece detenerse, de flashbacks que enlazan vivencias íntimas próximas y conflictos políticos alejados, de excelente música Morricone y de la excelente actuación de Romolo Valli como Dr. Villega Ciento cincuenta minutos de cine para pensar y si ustedes quieren para extrapolar... 

Puntuación: 7,15