Aunque
mis preferencias cinéfilas se mueven en el terreno del “old
Hollywood” de vez en cuando me resulta muy edificante una
penetrante mirada al cine de este viejo continente del que, por mucho
que se molesten en el Rhin, formamos parte. Y es que, nuestra
memoria colectiva sigue poblada de historia de cruzados, de brujas,
de inquisiciones, de hadas y de muchos avatares que nos han
unido en un destino común. El cine kazajo (y esto es un guiño a
nuestra amiga Mara y su excelente blog Maraminiver) es por
supuestísimo más nuestro que el cine parido en Norteamerica, del
que nos distancian siglos de cultura y millas náuticas de distancia.
Y el ejemplo es válido para el cine checo de un poco conocido Jiri
Weiss del que por lo visto aquí merece un repaso más profundo.
Como
por algún lado hay que empezar, yo lo he hecho por “El helecho
dorado” versión cinematográfica de un cuento de hadas de Jan
Drda, escritor checo del siglo pasado. Seguramente no se trate de su
mejor trabajo, al menos así lo aseguran los que saben de esto, pero
deja un agradable sabor de boca a pesar de que, a diferencia de otros
cuentos al uso, aquí nadie parece feliz ni mucho menos come perdiz
alguna.Sin embargo, a mi me gustó, y, aunque desconocedor de la obra de Weiss, me atrevo a exponer mi
opinión ante todos ustedes.
Básicamente
El helecho dorado es una historia de amor. De ese amor universal que
no entiende de fronteras ni de continentes pero que aquí en Europa,
sabe y puede vestirse de magia y rodearse de un entorno de guerras y
reconquistas medievales que son nuestra misma historia, de oriente a
occidente y de norte a sur. Así Jura (Vit Olmer), el pastor,
encuentra en la oscuridad del bosque el mágico helecho dorado y con
él a una dríade (hada de los bosques) al que llama Lesanka (Karla
Chadimova) y de la que se enamora. Trás un baile y una borrachera es
reclutado a la fuerza por los soldados del Rey para combatir contra
el ejercito turco. Lesanka le entrega una camisa que nunca deberá
quitarse. Sin embargo Jura está tan ansioso de volver con su amada
que se presta a todos los requerimientos de la hija del general de su
regimiento, incluso a quitarse la burda camisa mágica impropia de su rango
de capitán.
Exquisitamente
fotografiada en blanco y negro por Jiri Srnka, El helecho dorado es
mucho más que un infantil cuento de hadas. Es el drama del amor en
los tiempos de la guerra, esa misma guerra que condicionó la propia
vida de Weiss, tanto por la ocupación nazi de Checoeslovaquia en
1939 como por la ocupación rusa en 1968 trás la llamada primavera
de Praga. En ambos casos, Jiri Weiss, checo y además judío, debió
emigrar a Londres primero y a EEUU después. El helecho dorado es un
símbolo de ese amor entre Jura y Lesanka. La camisa bordada con
semillas de helecho también. Con ella los avatares del mundo no
tienen poder alguno sobre Jura pero cuando la camisa arde en el
fuego, arde el amor y en una escena final magnífica la rama de
helecho se desintegra al querer asirla.
Un
cierto fatalismo queda en el aire. No. No es un cuento con final
feliz. Es el final de la vida misma, sin colorines ni colorados...
Puntuación:
8,00