Lo que resulta claro y meridiano es la excelente calidad de este film de Tourneur que, al igual que en otros “supuestos” westerns: Tierra generosa (1946), Wichita(1955) ó Una pistola al amanecer (1956) retrata, con preferencia, la vida a la violencia, aún reconociendo que esta era el caldo de cultivo de la cultura norteamericana. E igual que sucede en Una pistola al amanecer, las conexiones con la guerra civil, son claras. Prebélicas en el caso de Una pistola al amanecer y posbélicas en Estrellas en mi corona, aunque en los dos casos llenas de íntimos malestares.
No obstante, he echado de menos esos colores pastel que daban un cierto tono impresionista a sus otros trabajos. Lo digo sin desmerecer una fotografía en B/W francamente notable, pero para mi, el color es una de las bazas fuertes de Tourneur.
Volviendo a lo del género, más bien la encuadraría entre las películas familiares y religiosas con exaltación de valores profundos y su toque de moralina redentora pues así puede calificarse la recuperación colectiva del sentido común tras la lectura del testamento del candidato a ser linchado. Y dentro de ese género, la película cumple y da la talla, pudiendo considerarse como una obra tan magistral de Tourneur como cuasi desconocida.
Tal vez sea pura coincidencia pero me han sorprendido las similitudes con Matar a un ruiseñor, película muy posterior, pero con similar planteamiento, niños recordando su infancia, linchamientos, racismo, el incorruptible e integro personaje central y Alabama como tierra natal de sus creadores. En cualquier caso, compararse con el peliculón de Mulligan ó a este con el de Tourneur no desmerece a ninguno de los dos.
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