jueves, 1 de noviembre de 2012

AUSTRALIA (BAZ LUHRMANN - 2008)



Mis acercamientos al cine relativamente actual son escasos. Es una simple cuestión de economía y de estadística. El tiempo es un bien escaso y la media de calidad de las películas más o menos recientes vistas por mi ha sido más bien baja, así que, dada mi mala suerte en la elección, suelo encaminarme hacia un cine clásico más contrastado. No obstante Australia me parecía una oferta atractiva a priori, máxime en una versión televisiva en HD, de forma que me lancé a sus casi 3 horas de metraje con buena predisposición y dispuesto a pasar un rato cuando menos entretenido. 

Debo decir que los primeros compases del film me parecieron correctos, incluso buenos, hasta que la aparición de Lady Ashley (Nicole Kidman) se cargó de un plumazo las nacientes expectativas de ver un film medianamente serio sobre el continente australiano. Y es que esa mezcla de mujer decidida, capaz de atravesar medio mundo para reunirse con un esposo presuntamente pendoncete y payasa de comedia viendo sus prendas íntimas en las manos de dos brutos contendientes, no resulta una buena noticia especialmente en esos momentos iniciales en los que un film gana voluntades o pierde espectadores. Fue un instante delicado, donde la tentación de abandonar el intento vivió justo al lado y si conseguí superarlo fue básicamente porque los paisajes australianos y las tomas fotográficas aéreas en pantalla grande eran todo un lujo. 

Probablemente las “ligerezas” de Lady Ashley eran el precedente necesario para que su cambio posterior hacia un personaje más maduro, fuese achacable a la dureza de unas condiciones de vida del pueblo aborigen, incluyendo a Nullah el niño mestizo, su madre y su abuelo, el llamado Rey Jorge, una especie de mago aborigen y conservador de historias, así como a las injusticias del invasor inglés y a una deplorable intransigencia religiosa que se cebó especialmente en una generación de niños aborígenes robada a sus familias y que se conoció, pues de un hecho real se trata, como la generación perdida. 

En este marco, la trama del film se diluye entre una historia de cuatreros que roban el ganado sin marcar de un propietario en favor del poderoso King Carney (Bryan Brown) quien intenta por todos los medios hacerse con el contrato de suministro de carne al ejercito, una historia de amor entre la dama y el conductor de ganado (Hugh Jackman) y la relación con Nullah, probablemente el personaje más entrañable, creíble y logrado, y piedra angular de todo el film. 

La odisea del transporte de ganado a través de desiertos y paisajes maravillosos, hasta la localidad de Darwin, para disputarle el contrato a Carney centra la primera mitad del film, y de haberse quedado ahí creo que todos hubiésemos salido ganando. Pero no. Hubo un volver a empezar. Buenos días, buenos días, y aquí tenemos Pearl Harbor, los jap, la entrada en el conflicto de EEUU, Carney y el festín del cocodrilo, el cambio de perros con los mismos collares, la venganza de don Fletcher, en definitiva una película nueva, no exenta de interés, pero a la que le daba igual Australia que Honolulú. Resumiendo, un si pero no, un no pero bueno... 

Se ha dicho que los proyectos que toca Miss Kidman quedan pues eso...”tocados”. En mi opinión, la cuestión es más profunda, y el director Baz Luhrmann no se va de rositas que digamos... 

Puntuación: 5,55