martes, 29 de septiembre de 2009

TABU (F.W.MURNAU - ROBERT J. FLAHERTY - 1931)


Flaherty y Murnau. Dos formas distintas de transmitir la realidad a través del cine. El documentalista Flaherty dejando que la naturaleza hable por sí misma. Murnau escribiéndole el guión a la naturaleza. Flaherty situando magistralmente su cámara delante mismo de la vida. Murnau colocando la vida frente a su cámara. Por ello estaban condenados a no entenderse. Por eso mismo Flaherty abandona un proyecto que considera artificioso. Sinceramente, en manos de cualquier otro director el proyecto hubiese perdido autenticidad pero con Murnau no. La "ficticia" historia de amor se incorpora a la cotidianeidad de la vida indígena que tal parece que la cámara "pasaba por allí" al tiempo que ocurrían los hechos. Y, aunque la película respira el aire documental Flaherty, es puro Murnau. Un Murnau cosecha del 31 capaz de seducir a los paladares más exigentes.

El Murnau de Amanecer, en el insospechado ocaso de su vida, atacaría con Tabú. Una película, no prohibida sino obligada e imprescindible. Distinta a Sunrise y sin esa nota diferencial que sacude nuestras sensibilidades, pero así y todo una excelente película que habla de vida y habla de muerte, donde se baila llorando y donde en la más absoluta de las tragedias hay tiempo para el amago de una sonrisa. Tabú es desesperación, inocencia, civilización incivilizada y educado salvajismo. Tabú son contrastes. El paraíso cuasi original versus el paraíso perdido.

Y como he dicho antes, el director dispone la vida frente a su cámara, pero el cuadro que dispone para ser fotografiado es idéntico a la vida misma. Probablemente Flaherty encontrase diferencias pero nosotros como espectadores solo encontramos una: La castidad de las vestimentas incluso en las escenas de baño solo es entendible desde tabúes morales a los que ni siquiera Murnau fue capaz de resistirse. El resto tiene el aroma de los limones no del Caribe sino de los Mares del Sur y la barcaza se llama Moana, nombre que no nos sabe a hierba sino a jabón tropical.

Una joya del cine silente, imprescindible para los amantes del cine mudo, los del cine en general y para todos aquellos que conserven algo de sensibilidad dentro de sí en los tiempos que corren.


viernes, 25 de septiembre de 2009

CAPTIVE WILD WOMAN (EDWARD DMYTRYCK -1943)


Captive Wild Woman (La mujer fiera) podría ser muy bien una de esas películas - complemento en aquellas impagables sesiones dobles de los cines de barrio. Sus 61 minutos aseguran entretenimiento serie B si no se es demasiado exigente y la mano directora de Edward Dmytryck (Encrucijada de odios, Los insaciables, El motín del Caine) nos deja sus buenos mínimos de calidad. No obstante, estamos ante un film prescindible salvo que estemos especialmente interesados en la obra de Dmytryck, en los films de tema genético o en el cine de terror de la Universal. Un cine que, en los 30 dejó obras maestras y en los 40 se lanzó por el terreno de las secuelas con bajones cualitativos más que evidentes.

Podría ser el complemento de La mujer pantera de Jacques Tourneur, película a años luz en cuanto a calidad pero con ciertas semejanzas. La fuerza animal de la mirada, por ejemplo, o la agresividad innata en momentos extremos. No obstante, el atavismo del film de Tourneur no guarda correlación alguna con los experimentos genéticos del científico loco Sigmund Walters - John Carradine en otra excepcional actuación – por lo que desprovisto de un argumento misterioso o inquietante, La mujer fiera se trastoca en un film vulgar y muy predecible construido en un entorno circense y donde las escenas de doma de leones y tigres acaparan en exceso el tempo cinematográfico.

Ciertas lecturas de la película hacen hincapié en los paralelismos entre la doma circense y la doma científica. Bien, es una idea. Sin embargo, gracias a Dios, la transformación de simios en hermosas mujeres anda todavía entre balbuceos, genéticamente hablando, lo cual es una suerte, porque aunque una mujer - bella o no - es siempre bienvenida al club, no andamos sobrados de primates. O sea que mejor dejamos las cosas como están.

No quiero ser demasiado cruel con una película que, aunque serie B, se deja ver y lanza la figura de la "mujer simio" sobre unos escenarios ya bastante repletos con las más diversas "perlas" de la iconografía monstruil. Tampoco esta mal que se nos invite a la reflexión sobre los límites de la ciencia, tema por cierto de actualidad candente, como demuestra el debate sobre los trabajos con células madre. Y además es muy probable que les entre el gusanillo de ver alguna que otro trabajo cinematográfico de Acquanetta, india arapahoe nacida en una reserva de Wyoming y que gracias a su exótica belleza fue especialmente buscada por los B-seguidores.

Propuesta de sesión doble: La mujer fiera - La fiera de mi niña. ¿Que tal?

Para poner tierra de por medio...



jueves, 24 de septiembre de 2009

LA NOCHE DE LA IGUANA (JOHN HUSTON - 1964)


Tennessee Williams fue declarado no apto para el Ejercito durante la 2ª Guerra Mundial debido a su expediente psiquiátrico, su homosexualidad, su alcoholismo y sus problemas cardíacos y nerviosos. Desconozco si se perdió un buen soldado pero estoy plenamente convencido de que se ganó un excelente dramaturgo. Y es que con ese curriculum personal es imposible, a poco que se den determinadas condiciones básicas, no parir obras maestras. Y La noche de la iguana es una obra maestra de la literatura y del teatro. Y también lo es del cine, porque toda la sensualidad, la fuerza y la pasión que asoman en sus paginas, John Huston las hace carne.

Y ahí están las carnes jóvenes de Sue Lyon, al más puro estilo Silvia Pinal tentando a Simón el Estilita, y las carnes sazonadas de una Ava Gardner cuya madurez consigue que nos creamos que el "animal más bello del mundo" está más que nunca a nuestro alcance. Y es que con esos calores y esas féminas de rompe y rasga ¿Cómo no se nos va a ir la olla?. Reverendo Shannon tiene usted toda nuestra comprensión. Y es que por si dos tazones de tal calibre no fuesen suficientes, el diablo Cojuelo le manda la tercera tentación en el cuerpo y forma de Deborah Kerr que, aunque modosita, seria y buena chica como siempre, se deja ver y querer, y hasta tiene su bagaje de fantasias eróticas.

Pero no solo de pan vive el hombre. El film es mucho más que un derroche de sensualidades varias. Es también un retrato de los conflictos personales íntimos de cada uno de los personajes. Instantáneas de sentimientos tanto en clave de humor como en clave de tragedia. Diálogos irónicos y chispeantes. Verdades amargas que no pueden ser silenciadas. Todo ello empapado en sudor. Esos sudores sureños en los que Tennessee se mueve como pez en las aguas de Puerto Vallarta.

Pero puestos a elegir prefiero, ( mi admirado paisano diría "un buen polvo a un rapapolvos" lo cual vendría también al caso en esta película), a un Richard Burton entre la teología y la vida loca y a una Ava Gardner esplendorosa, en mi opinión la veteranía superando por goleada a los shorts de Sue "Lolita" Lyon.

Y aunque muchos dirán que las escenas mas destacadas son las que se acompañan de bailes sensuales y baños nocturnos, servidor opina que esa parada del autocar sobre el puente, en respuesta a la pregunta turística de "¿Cómo puede haber personas que coman la carne de semejantes monstruos (las iguanas)?" para contemplar formas de vida humana en plena y hermosa comunión con la naturaleza, es un instante mágico de una película tan intensa como imprescindible.

¡Ah! Y el abuelo poeta, y su último poema. ¡Para enmarcar!





lunes, 21 de septiembre de 2009

EL CONFIDENTE (JEAN PIERRE MELVILLE - 1962)




Después de ver esta película es fácil recordar aquello del cristal con que se mira. La verdad y la mentira. Dos caras de una misma y peligrosa moneda, la de la vida. La vida que se vive au bout de souffle o al filo de la navaja que diría Somerset Maugham. Cine negro europeo de luces y sombras que hablan el francés de los suburbios industriales. Y Melville jugando con nuestras entendederas. “Qu,est ce que?”. Y reconozco que he intentado estar al loro, pero llegué a perderme. Más mérito de Melville que demérito propio.


Se que no se lo estoy poniendo fácil a quienes no hayan visto la película. No pretendo desvelar misterios sólo meterles el gusanillo en el cuerpo. El gusanillo del buen cine negro americano destilado en barriles de roble galo. Un cine negro que finge enrevesarse para, tras arrastrarnos de desconcierto en desconcierto, desmadejarse clara y meridianamente revelando lo que la verdad esconde. Le doulos, el confidente, el chivato, el soplón, el informador de la bofia. ¿Dobleces o falsos dobladillos?. Lo mejor es que la vean.

Belmondo no es precisamente santo de mi devocionario cinéfilo. Piccoli si. Pero el primero cumple y el segundo demuestra. Además Serge Reggiani con ese gesto innato de amargura hace creíble una historia de desencantos pero también de lealtades, de amistades peligrosas en el más puro sentido de la expresión. Amistades que ponen en riesgo la propia existencia en un mundo donde la supervivencia esconde sus vergüenzas entre grises y claros algo más pálidos que aquellos a los que nos acostumbraron las novelas de Chandler y el cine de Siodmak pero, tal vez por ello, mucho más reales.

Un trabajo excelente y Melville un director a resucitar.



viernes, 18 de septiembre de 2009

TRAPPED (RICHARD FLEISCHER - 1949)



Los componentes formativos del cine son innegables. Desde saber lo que ocurrió entre tu padre y mi madre hasta aprender todo aquello que siempre quisimos aprender sobre el sexo sin atrevernos a preguntar, pasando por como matar a la propia esposa y otras nimiedades de tal cariz, el caso es que el cine, como el libro gordo de Petete, te enseña, el libro gordo entretiene… , de tal forma que nuestra cultura se hace vasta (con v, no seamos mal pensados).

Traigo esto a colación a propósito del film de Richard Fleischer,Trapped, donde se nos pone al día (de ayer) en cuanto a las competencias del Departamento americano del Tesoro, especialmente por lo que hace a las técnicas de impresión de billetes y a la lucha contra las falsificaciones. Los inicios de la película son una especie de documental sobre el tema para meternos en harina y compadecernos de la señora a la que el Banco retira los billetes falsos al tiempo que la reprende por no estar al loro. Si es que lo ha dicho hasta Laporta “ Que no os engañen. Al loro…”.

La cosa es que me acerqué a la peli, con cara de bueno, pero sobre todo por ver de nuevo a Bárbara Payton quien me dejó unas vibraci
ones mas que aceptables en “Murder is my beat”. Sin embargo, en Trapped la Payton va más de niña buena que de “femme fatale”·. Y eso que el género de cine negro daba para este tipo de cosas. Pero no, la Payton se guarda las sugerencias para otro día, así que debemos conformarnos con la oferta cinematográfica pura y dura, lo cual no es lo mismo.

Pero resignado y todo, le he sacado partido a una película de un “noir” mas que aceptable, con sus dosis de originalidad, lo cual no es poco en los tiempos que corren, y con un director como Fleischer conocido por
sus temas aventureros, digamos Los Vikingos, Barrabás… y que enfrenta el tema de la fabricación de billetes falsos y sus redes de distribución, contando con un joven LLoyd Bridges, patriarca de la saga Bridges, en un trabajo interesante, donde como cantaban Los Módulos, Todo tiene su fin, referido a las maldades y a los malos, evidentemente.

Por cierto, graciosillo el chiste del policía al dar un nombre ficticio al delincuente: “ Podría llamarse Bridges. Es el apellido de mi suegra y siempre desee ver como quedaba escrito en una ficha policial”.



Las cosas que hay que ver ¡eh sir John!






lunes, 14 de septiembre de 2009

DRACULA (TOD BROWNING - 1931)

 


Lo de buscar los orígenes de Drácula me parece una tarea al menos tan ardua como la incansable búsqueda del "doctor Livingstone supongo" así que nos ceñiremos a los orígenes literarios donde las cosas están algo más claras y se acepta universalmente a Brian Stoker como el padre de la criatura, circunstancia avalada por las continuas reclamaciones de derechos solicitadas por su viuda Florence con motivo del Nosferatu de Murnau, un Drácula expresionista tan genial como camuflado.

A partir de ese momento la viuda Stoker empezó a hacer concesiones, evidentemente con compensaciones monetarias, lo que permitió su traslado a Broadway donde Hamilton Deane y John L. Balderston toquetearon el guión para adaptarlo a los gustos del público. Estamos hablando de Nueva York, octubre del 27, con Bela Lugosi (desconocido por aquel entonces) como protagonista. Se ruega no confundir con musicales más modernos. El toqueteo estuvo bien. Tanto que la Universal también entró en tratos con la viuda de Drácula para hacerse con sus derechos cinematográficos, circunstancia harto difícil y que se resolvió muy favorablemente gracias a la capacidad de seducción del tal Bela o al menos eso dicen las lenguas de doble filo.

El caso es que Lugosi estaba obsesionado con el papel. Un papel que Tod Browning y Carl Laemmle Jr., dueño e hijo del fundador de los Estudios Universal, tenían preparadísimo para Lon Chaney y que al fallecer este, fue ofrecido también a Conrad Veidt. Sin embargo el papel acabó siendo para Lugosi quien aceptó cobrar un salario bastante bajo, incluso por debajo del de David Manners en su rol de un letrado del conde Drácula mucho más vampiro de lo habitual.

Esta versión de Tod Browning (La parada de los monstruos, Garras Humanas) es todo un clásico. Uno de esos clásicos de terror imprescindibles, aunque sepamos que de terror " rien de rien". Una de esas películas que crea escuela y a la que el paso del tiempo y sobre todo la evolución del cine y de sus técnicas van dejando envuelta en las telarañas del olvido. Claro que las telarañas le sientan muy bien a una película de vampiros y si encima les damos un baño musical en El lago de los cisnes de Tchaikovsky pues la cosa pinta bien y es asignatura obligada para aprendices de esto del cine como yo.

Morbo añadido: El tal Bela Lugosi acabo sus días creyéndose Drácula. Tanto es así que se dice, se comenta que dormía en un ataúd y que una vez muerto fue envuelto en la capa de forro rojo. Lo que ya no se ha dicho es si se levanta por las noches...



sábado, 12 de septiembre de 2009

RIO GRANDE (JOHN FORD - 1950)


"Mi nombre es John Ford y hago westerns". El cine compendiado en una frase. Evidentemente incompleta como todas esas frases lapidarias, pero muy ilustrativa de por donde "van los tiros". Porque John Ford es un director genio entre los genios. Con obras mayúsculas y geniales como Las uvas de la ira o Que verde era mi valle. Pero si jugamos a asociar palabras, Ford se asocia con western. Y entre los westerns, por descontado La diligencia. Y también la trilogía de la caballería: Ford Apache, La legión invencible y Rio Grande. 3 películas y un estilo. El estilo de un maestro.

Probablemente hasta aquí la unanimidad sea completa. A partir de aquí comienzan las comparaciones, esta es mejor, esta es peor, la búsqueda de las 7 diferencias que no errores, etc. etc. Por mi parte me apunto al carro de los que prefieren Fort Apache. Película 10 de John Ford. Y es que debo confesarles un pequeño secreto, uno de mis juguetes preferidos de mi más "tierna" infancia fue un fuerte, construido palo a palo por mi padre en aquellos tiempos donde la tele todavía no marcaba las horas. Apostados en sus empalizadas situaba estratégicamente los soldaditos americanos tan buenos ellos disparando sin errar un tiro contra los emplumados sioux. Seguro que la sombra de Ford ya era por aquel entonces alargada y la idea de tal bricolaje debió ocurrírsele a mi progenitor viendo alguna película suya.

Bueno, dejo ya de hablar de la edad de piedra y me centro en Rio Grande. Y sin desdecirme para nada de mis preferencias, quiero romper una lanza en su favor. Podría romper muchas otras cosas pero las lanzas como las flechas abundan en el cine de Ford. Y la rompo porque entiendo que, sin ser una película magistral es un trabajo muy fordiano, donde las constantes del cine de Ford nos visitan de nuevo. Y es una visita muy grata.

Ford nos ofrece una visión épica del western, evidentemente desde el lado de las barras y estrellas, pero revistiendo la épica de humanidad. Sobrecoge el inicio del film donde las mujeres con el corazón encogido buscan a sus hombres entre los soldados de la patrulla que regresa. El Oeste salvaje es menos salvaje con Ford. Más humano. Y en ese sentido son comparables los westerns de Jacques Tourneur y John Ford. Sin embargo Ford es único en cuanto a acción, a galopadas a toque de corneta, a diligencias, a carromatos. Y aquí hay de todo eso. Mucho y bueno. Pero se le va la mano en cuanto a las dosis de familia "unida", otro tema muy querido de Ford. La presencia del hijo y la mujer del coronel (John Wayne) desvían demasiado el foco de atención del conflicto que no es otro que las contiendas fronterizas con los indios y las limitaciones políticas al cruce del Rio Grande. Puestos a prescindir, el personaje de la esposa interpretado por Maureen O,Hara, con todo lo maravillosa actriz que era, podría haberse suprimido perfectamente en los papeles. Alguien dijo que estarían entrenando para El hombre tranquilo. Con total seguridad.

Insisto la película es excelente sin llegar a la condición de magistral. En la escena de la serenata en honor de la señora York observen como la cámara no retrata rostros sino sentimientos. Puro Ford. Los planos fotográficos supliendo a las palabras. A eso, evidentemente, no podía jugar de chico. La vida me lo enseñó después...




viernes, 11 de septiembre de 2009

EL MILLONARIO (RONALD NEAME - 1953)


Especialmente conocido por haber dirigido La aventura del Poseidón, taquillero ejemplar de un cine catastrofista muy en boga por los 70 y con otros films de prestigio como Un genio anda suelto, a Ronald Neame puede definírsele como un hombre de cine. Amigo de Hitchcock o de David Lean, fue ayudante de cámara, fotógrafo, productor y finalmente director con trabajos interesantes, además de los citados, como The Chalk Garden (Una mujer sin pasado).

El millonario se basa en un relato de Mark Twain seleccionado por John Bryant, director artístico en Oliver Twist de David Lean, reconvertido en productor de Neame con pluriempleo de diseñador de escenarios. Gregory Peck se convirtió digamos en el protagonista casual de la película. El propio Ronald Neame reconoció que en ningún momento habían pensado en una estrella americana para dar popularidad a la película, pero que la estancia de Peck en Paris y sus deseos de permanecer un tiempo en Europa facilitaron las cosas.

Ronald Neame nos ofrece un retrato de la Inglaterra eduardiana y desencasilla un poco a Gregory Peck de sus papeles dramáticos y aventureros. Esta incursión del capitán Ahab en el terreno de la comedia es a mi juicio dignísima pero sin que tengamos en ningún momento la sensación de que el cine se perdió un gran actor cómico. Su estilo "papá piernas largas" esboza sonrisas pero poco más. Claro que, tampoco la novela de Twist es desternillante. Tiene su punto reflexivo y de sátira a una sociedad que valora más por las apariencias que por la propia realidad. Planteamientos difíciles de asumir en los tiempos actuales y es que eso de que los restaurantes, las sastrerías y los hoteles de lujo condonen o aplacen "eternamente" el cobro de sus derechos parece ciencia ficción.

Film digno y entretenido, pero prescindible.


martes, 8 de septiembre de 2009

MURDER IS MY BEAT (EDGAR G. ULMER - 1955)


La prueba del algodón de mis democracias cinéfilas pueden encontrarla en la figura de Edgar G. Ulmer. Reconocido como el director por excelencia de la serie B forma parte de los realizadores más seguidos y valorados por este blog al nivel de los Lang, Lubitsch o Tourneur. Una evidencia más de eso que siempre se ha dicho de que los presupuestos millonarios ayudan pero no garantizan la calidad de una película.

Sin embargo, la trayectoria y el futuro de Ulmer hubiesen podido ser sustancialmente distintas, de no haber mediado un lío de más que faldas con la esposa del sobrino de un alto dirigente de la Universal, que puso en la lista negra a un director alemán en cuyo curriculum figuraban, nada más y nada menos, que trabajos junto a Murnau o Max Reinhardt.

Obligado a ganarse las habichuelas de manera más económica, Ulmer entró en la dinámica de las producciones de bajo presupuesto, tanto en el género del cine negro como en el de la ciencia ficción. Entre sus obras señeras hay que citar "Detour", "El ser del planeta X" o "Satanás (The Black Cat)".

Algunas críticas leídas en la red sobrevaloran el sello personal Ulmer. Es cierto que Ulmer, por sus conceptos artísticos aprendidos en Alemania tenía ideas cinematográficas propias y que, de haber mediado dinero suficiente, hubiese podido realizar obras muy personales. Sin embargo, a mi parecer, en muchas de sus películas se limita a sacar el máximo partido a un "low-budget" dejándose de personalismos, aunque es inevitable que alguno que otro se cuele, digámoslo así.

En "Murder is my beat" realiza un meritorio trabajo de cine negro donde destaca una actriz poco conocida actualmente pero "muy popular" en las candilejas de aquellos años y a quien se le atribuyen romances con Bob Hope, Guy Madison, Howard Hughes. Curiosa la presentación de la chica en su autobiografía:

"Salí con todas las estrellas masculinas de la ciudad. Ellos querían mi cuerpo y yo necesitaba sus nombres para triunfar en mi carrera. Mi foto estuvo impresa en la primera página de todos los diarios del país. Hoy vivo en un departamento infectado de ratas, sin nada a mi nombre. Bebo mucho vino tinto. El poco dinero que gano para pagar la renta viene de viejos residuos, de la poesía y de hacerle favores a los hombres. Esto les suena deprimente? Les da náuseas? Yo no estoy avergonzada".

Un aliciente más para ver este film donde Ulmer deja algunos destellos de su personalidad como por ejemplo esos toques arquitectónicos que ya nos había regalado en The Black Cat y que aquí los sitúa en las simetrías de la Iglesia o incluso ese flashback tipo "Detour" con sus moteles y sus carreteras boscosas.

Muy al contrario de Barbarita, Paul Langton, en su papel de detective con cara de necesitar cereales con fibra para desayunar, no será excesivamente recordado. Bueno, siempre tendrá el recuerdo de su "love story cinematográfico" con la Payton. Y es que Bárbara era mucha Bárbara.

Resumiendo, un film digno, hecho con poco money, bastante imaginación y mucho oficio. Y una de las contadísimas ocasiones de admirar a Bárbara Payton.






lunes, 7 de septiembre de 2009

ANA BOLENA (ERNST LUBITSCH - 1920)


La concordancia entre los acontecimientos narrados en el film y la vida real de Ana Bolena es plena en cuanto a los hechos relevantes y probablemente discutible en el resto. Ana Bolena fue la segunda esposa de Enrique VIII, cuyo matrimonio junto al divorcio anterior de Catalina de Aragón fueron la causa del cisma con el Papado romano y el origen de la iglesia anglicana. Acabó sus días decapitada acusada de infidelidades varias. Bien, esta línea argumental se mantiene en el film de Lubitsch, pero en cuanto al resto, se toman más de una licencia y es de entender, dado que compendiar una vida tan intensa en dos horas, es imposible, aunque se trate del buen cine de Lubitsch.

Aquí hablamos de cine pero en ocasiones es imposible continuar sin un breve repaso a la asignatura histórica, muchas veces más pendiente de lo que sería aconsejable. Y Lubitsch es el titular de la cátedra, que ya en 1919 había enseñado como ruedan las cabezas en "Madame DuBarry" y que en 1945 daría otra lección magistral con la vida de Catalina La Grande en "La zarina, un escándalo real". ¡Que mejor que la cultura europea retratada por un europeo!

Lubitsch trabaja con Emil Jannings, uno de los actores más grande de su tiempo. Su interpretación de Enrique VIII es tan genial como creíble. Tanto es así que si observamos el cuadro de Hans Holbein el Joven, sospecharemos que el modelo era más Emil que Enrique. La oveja Dolly no podría tener un clon más perfecto. Pero además, Jannings da a su interpretación una intensidad y un verismo de tal calibre que constituyen el mejor activo de la película. A su lado Henny Porten, quien venía de colaborar con éxito en el film de Lubitsch, "Las hijas del cervecero" no da la imagen de sensualidad y belleza que probablemente fue una de los rasgos de la Ana Bolena real. Además Henny fue una de las primeras actrices en trabajar con mínimo maquillaje y centrarse en las cualidades melodramáticas de su papel. En ese aspecto está plenamente acertada pero fuera de la imagen preconcebida, lo cual tratándose de un personaje como Ana Bolena supone un handicap.

Estamos ante una superproducción de la época. Un film donde participaron 5000 extras, 500 caballos, 380 escultores para reproducir la Abadía de Westminster, por no hablar de los 14 capataces, 200 carpinteros, 400 estucadores, ni de los 16 vestidos confeccionados para Henny Porten o los 10 para Emil Jannings. Y al frente, un Lubitsch, rey de la comedia de enredos y flirts pasionales, en su salsa. Y es que Enrique VIII daba mucho juego en este tipo de cosas.

La película es excelente. Ahora bien, de excelente a obra maestra hay un trecho, aun tratándose de Lubitsch. De cualquier modo, el título de su estreno neoyorkino "Deception" no parece tener nada que ver con la calidad de la película. Creo.


viernes, 4 de septiembre de 2009

ULTRAJE (IDA LUPINO - 1950)


Scorsese incluyó esta película entre las que mejor reflejaban la oscuridad y el ambiente amenazador del cine negro. Esta afirmación de toda una autoridad en esto del cine, me ha ayudado a considerar la película de Ida Lupino desde distintas ópticas.

Desde la óptica formal, Outrage es auténtico cine negro durante sus 30 primeros minutos, culminando en la escena de la persecución y posterior ultraje. Los callejones entre almacenes, las sombras inquietantes, el pánico y un tenso "in - crescendo" cuyo cenit, "musicalmente" hablando, se alcanza con la sirena disparada y atronante de un camión que, enmascarando los gritos de la victima, altera el sueño de un vecino a quien obliga a cerrar la ventana.

Pero también debemos considerar otras ópticas. Si profundizamos en la historia que se nos cuenta, percibiremos que, aunque existen elementos del cine negro, delitos, delincuentes, policías o sesiones de identificación, el sentido finalista de la película cabe encontrarlo más en el terreno psicológico y social que en el puramente policíaco. Lo importante no está tanto en encontrar al culpable (identificado para el espectador muy claramente desde el principio) sino en las consecuencias psíquicas que la agresión sexual supone para la protagonista. En este sentido la obra de Ida Lupino tiene momentos excelentes y absolutamente impactantes. La escena en que Ann grita desconsolada y desgarradoramente, asida los barrotes de la cama es ciertamente estremecedora. Absolutamente fuerte. Creo que la sensibilidad femenina de la directora ha conseguido transmitir la dureza del momento, sin olvidar el fenomenal registro de Mala Powers.

Podemos también analizar el film desde ópticas moralistas de pequeñas comunidades hipócritas, donde los agredidos acaban sintiéndose agresores o lo que es peor, apestados. Es otra visión y no muy frecuente dentro de un cine negro digamos ortodoxo.

Reconociendo el magisterio de Scorsese, creo que Ida Lupino con Outrage, va más allá, y construye una película global donde el noir se extiende al terreno de los sentimientos. Contar el drama de una violación con sus traumatismos psíquicos en los años 50 no era fácil y hacerlo desde la mirada femenina mucho menos. Por ello, la película es plenamente recomendable y aunque su resolución sea un tanto light, casi en el terreno de las moralinas, no desvirtúa la fuerza y la intensidad de un tema difícil a que Ida Lupino sabe sacar mucho partido.





jueves, 3 de septiembre de 2009

LA VIDA ÍNTIMA DE JULIA NORRIS (MITCHELL LEISEN - 1946)



Sin pretender entablar polémicas sobre los semblantes más dulces de la historia del cine, que haberlos háilos y en abundancia, mi apuesta por Olivia de Havilland seguro que tiene alguna chance. En esta línea de pensamiento no es de extrañar que la Warner le ofreciese personajes "almibarados y acaramelados", es decir, con altas dosis de glucosa. Pero, como suele suceder, especialmente cuando sucede, debajo de las caritas de no haber roto nunca un plato, se esconden personalidades capaces de poner firmes al Capitán Trueno, al Capitán América y, como seguramente están pensando, al Capitán Blood. Pues eso. Olivia salió respondona y entabló pleitos con la productora.

¡Tengas pleitos y los ganes! Tal sucedió. Y en 1946, nuestra Olivia elige sus propios trabajos. Y entre ellos, La vida íntima de Julia Norris (To each his own) bajo la dirección del maestro Mitchell Leisen. ¡Bingo! Oscar a la mejor actriz. En el 49, ya saben, La Heredera de William Wyler, nuevo Bingo, nueva línea y todo lo que ustedes quieran. Otro Oscar. Por una vez la justicia sería ciega pero no tonta y le había dado la razón a la ACTRIZ. Dos papeles formidables de esos por los que las actrices serían capaces de todo y que fueron para una actriz de auténtico carácter.

Se ha dicho que Leisen, en sus años de esplendor, era el director que más dinero hizo ganar a la Paramount. Curioso el olvido del director de trabajos tan interesantes como "Comenzó en el trópico" (1937) o "Recuerdo de una noche" (1940). Director que ando revisando y que, por descontado, con trabajos como éste, seguiré haciéndolo. Un auténtico enamorado de la elegancia que se inició como diseñador de vestuarios decorados. Un amor por la belleza que no le abandonó en su trayectoria cinematográfica.

El guión de Charley Brackett (El crepúsculo de los dioses, Ninotchka) era tan excelente que Olivia declaró al periodista del Parade Magazine, LLoyd Shearer : " El guión era uno de los más perfectos que yo había leído. Diálogos delicados pero con fuerza y el carácter de Jodie Norris, romántico y sentimental. Parecía que me estaba interpretando a mi misma y no a otra".

Leisen y Brackett quedaron tan satisfechos del trabajo de Olivia de Havilland que el último día del rodaje se presentaron ante ella con un calvo embutido en un traje de goma color oro. ¡El Oscar!. Anticipo de su primera estatuilla.

Les diré algo. Cuando vi esta película no sabía nada del premio. Pero, estaba cantado...

Se preguntarán. ¿De que va la película? Con todo lo que les he dicho ¿ no creen que pueden descubrirlo por Uds. mismos.?



martes, 1 de septiembre de 2009

VESTIDA PARA UN ASESINATO (ROY WILLIAM NEILL - 1946)






Probablemente Basil Rathbone sea uno de los Holmes más creíbles que se hayan dado en el mundo del cine, reconociendo que han habido unos cuantos. Recordemos a Christopher Lee, Peter Cushing o Robert Stephens. Y para que la credibilidad sea perfecta también es necesario que su “extraña pareja”, es decir el querido Watson también lo sea. En este sentido la actuación de Nigel Bruce cumple todas nuestras expectativas. Porque, quienes hemos leído algunas de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle, sabemos que toda la ladina sagacidad de Sherlock Holmes tiene su contrapeso en la candidez un tanto bobalicona del Doctor Watson. Pero ambos componen un tandem irrepetible.

Y en Vestida para matar las dos personalidades se ajustan con bastante perfección a lo que el lector, en este caso espectador espera de ellas. Ajuste que se distancia bastante de los tópicos habituales. Aquí Holmes es listo, inteligente, lógico y deductivo, y el espectador sigue sin demasiado esfuerzo la senda de sus pensamientos. No es el Holmes tipo Rappel de otras películas, incomprensible para la mayoría de los mortales. Y algo similar cabe decir de un Watson cuyos únicos defectos son, como contrapeso de las cualidades de su camarada de aventuras, su excesiva franqueza y su bondad extrema.

La película responde a lo esperado. No suele tratarse de grandes superproducciones, entre otras cosas porque el secreto de su éxito suele estar más en los fondos que en las formas. Y los fondos consiguen lo pretendido, envolver al espectador en una historia intrigante y compleja pero no más de lo necesario. En este sentido, estoy por decir, que la serie B y los presupuestos un tanto cortos vienen bien a este tipo de cine donde el aparato y una cierta parafernalia se suplen con imaginación. Y hablando de imaginación, la de Conan Doyle no admite discusión.

No me olvido del maestro artesano, Roy William Neill, especialista en Holmes pero que nos dejó también una pequeña gran joyita noir: Ángel negro. Un director a recuperar.