miércoles, 9 de marzo de 2016

EL ZORRO DE LOS OCEANOS (JOHN FARROW - 1955)


Las habilidades artesanales de un buen director como John Farrow cuyas películas, como he significado siempre en este blog “se ven con interés”, unidas a una excelente fotografía en color de William H. Clothier, habitual de John Ford y nominado al Oscar en dos ocasiones por El Álamo y El gran combate, y a unos actores que representan sus papeles con profesionalidad hacen de “El zorro de los océanos” una opción de cine clásico más que apetecible.

Soy consciente de que la ideología del Duke y los excesos en su vida privada de Lana Turner, son condicionantes que no favorecen precisamente una crítica objetiva de sus trabajos. Pero es bien cierto que ambos, en especial Wayne, han dejado su huella no solo en el Paseo de la Fama sino en la propia historia del cine. Y aunque “El zorro de los océanos” no se encuentre entre sus mejores trabajos, el resultado es más que correcto.

Lana Turner resultó un problema para Farrow. Sus tardanzas y su afición a la bebida la tuvieron en el alambre del despido y solo una rectificación in extremis permitió que llegase a concluir el film. Por su parte, John Wayne había aprovechado la estancia en Hawai para bucear junto a su esposa, la peruana Pilar Palette, con quien se había casado en Noviembre del 54. Aunque esto sucedió antes de iniciarse el rodaje, el actor contrajo una infección en el oído que le mantuvo enfermo e incluso con la oreja inflamada a consecuencia de la medicación. Por ello las tomas fotográficas debieron acomodarse a la nueva situación.

Ello, sin referirnos a la enésima ocasión en que Wayne da vida a un participante en la IIWW, conflicto en el que, en realidad, nunca intervino, por, supuestamente,  un accidente en época de estudiante que le impedía correr normalmente. Y curiosamente ese participante era un antiguo oficial de la marina alemana contrario al nazismo. Quizás sería pertinente debatir acerca de si le hubiese encajado, en sus ideas radicales y racistas, el papel de simpatizante de la ideología hitleriana.

Pero no es lugar para estudios sicológicos o de personalidad. Aquí hablamos de cine, y la película, narrando el hecho real de un carguero alemán atracado en Sidney que al inicio de la contienda debe huir hacia su nación perseguido por las fuerzas británicas, es un trabajo correctísimo que nos atrapa durante sus casi dos horas de proyección con un argumento bien estructurado y una fotografía donde los azules marinos y los colores tropicales ponen su contrapunte a otras escenas de singular crudeza. Y es que en todo momento somos conscientes de que no estamos ni en el Princesa del Pacífico ni en Vacaciones en el Mar sino en una huida hacia adelante tratando de devolver a unos hombres a su patria alemana. En medio, como en una coctelera, el amor se mezcla con los principios y la ética, y tampoco faltan unas gotas de ideología criminal nazi, encarnada en uno de los oficiales al mando del buque, aunque no creo que estemos hablando de un trabajo excesivamente propagandístico, lo cual era bastante frecuente en esta clase de films bélicos.


De nuevo, un film de John Farrow francamente interesante.

Puntuación: 7,35


viernes, 4 de marzo de 2016

SAIGON (LESLIE FENTON - 1948)




Saigón es, por encima de todo, Alan Ladd y Veronica Lake. Podemos hablar de muchas cosas: argumento, dirección, ambientes exóticos, secundarios excelentes. Lo que ustedes quieran, pero seguirá siendo una película Ladd-Lake.

Participaron juntos en siete películas pero, hablando con propiedad, únicamente en cuatro de ellas podemos hablar de “pareja cinematográfica”. Una de las parejas míticas de este cine de nuestros amores. El público los encumbró al pedestal de los elegidos de donde acabarían cayendo no se si tanto por la maldición de Hollywood o por su afición desmedida a la bebida.

El caso es que rodaron juntos excelentes películas como El cuervo o La llave de cristal. No eran obras maestras pero la química entre la pareja era tal que el público no permaneció impasible. Y además de la química estaba la imagen que irradiaba Veronica Lake y que la hizo convertirse en una de las actrices míticas del cine. Su peinado, sus vestidos, su sensualidad, su mirada y ese toque de mujer libre y decidida la elevó a los altares como si se tratase de la princesa del pueblo americano de los 40. Y ellas la imitaban, especialmente su peinado, y ellos la deseaban.

Y como cosa curiosa, las autoridades militares prohibieron su peinado porque las operarias de las fábricas de armamento sufrían accidentes debido al campo visual limitado por el mechón de pelo que les cubría un ojo. Tal era el fenómeno imitativo que originó y que, como sabemos, se reflejó en películas mucho más actuales, tal como L.A.Confidential.

Por todo ello digo que Saigón es una película cuyo valor principal está en su pareja protagonista. Más alla de esto, estamos ante un film de aventuras entretenido y donde el valor de la amistad marca todo el desarrollo de la acción. Tres pilotos y amigos excombatientes en lugar de regresar a sus hogares americanos, aceptan pilotar un avión por la bonita suma de 10.000 dólares. Dos de ellos quieren dar al tercero la mejor vida posible en el poco tiempo que le resta de vida y que él desconoce. Al vuelo se incorpora casi por accidente la secretaria del promotor con un maletín cargado de dinero cuyo origen no parece demasiado claro. La relación entre la chica y el piloto enfermo y una historia de amor no correspondido son las pautas básicas de esta película.

El cine negro en ambientes exóticos vende bastante bien. Saigón no es Macao (Mitchum-Russell) pero a pesar de ello y de todo lo “B” que ustedes quieran, nos deja un buen sabor de boca. Claramente inferior a las películas antes citadas, pero con alicientes suficientes para degustarla con espíritu cinéfilo, tanto para conocer a una de las parejas míticas del cine (quienes no la conozcan) como para recrearse y disfrutar de esa electricidad que desprenden juntos.

Entre las sorpresas que la vida da, saber que Veronica Lake acabó como camarera en un hotel de Manhattan sirviendo hamburguesas produce un pasmo morrocotudo, especialmente si consideramos que había sido una de las mujeres más imitadas de América y quizás del mundo.

Puntuación: 6,55