sábado, 9 de octubre de 2010

LUCES DE REBELDÍA (MICHAEL ANDERSON - 1959)


Es delicado desde esta perspectiva transpirenaica juzgar acontecimientos políticos como los de Irlanda. A españoles e irlandeses nos une cierta cultura céltico-galaica pero también ese tema enquistado y mal resuelto de las identidades y de los independentismos históricos.

Trato de medir milimétricamente mis palabras. No apoyo movimientos disgregadores de la unidad nacional ni presento recursos de inconstitucionalidad contra las pacíficas aspiraciones de unos y otros. Eso si condeno la violencia y creo, espero no ser demasiado iluso, en la cordura y el "seny" como condiciones "sine qua non" para resolver los conflictos.

Esta película nos habla del IRA y de su lucha contra la opresión inglesa. En el film la opresión se tiñe de brutalidad y de prepotencia chulesca. Como todo, tendrá su parte de razón, pero nunca los buenos son tan maravillosamente buenos ni los malos tan pérfidamente malvados. Cuanto más cerca del equilibrio nos situemos más próximos estaremos a la verdad.

Por momentos el film evoca el nazismo e incluso recuerdo aquel París ocupado con sus movimientos de resistencia. Al frente, un eminente cirujano interpretado por James Cagney en una actuación que podemos encuadrar entre las mejores de su carrera. Americano insigne en la vida real cambia aquí, fílmicamente hablando, su nacionalidad, pero sin variar un ápice su capacidad de compromiso con su país, aquí Irlanda. A su lado un Don Murray que tratando de mantenerse en el lado de la antiviolencia acaba comprometido con un conflicto al que es ajeno por su origen norteamericano pero que le ha sido transmitido por la vía de la sangre y de los genes.

Interpretaciones, fotografía, diálogos y dosis de tensión más que notables, conforman un buen film de un director, Michael Anderson, al que alabaron maestros como Scorsesse y donde lo apologético tiene su lugar. Si logran conservar la capacidad de separar el grano de la paja seguro que disfrutan de un film excelente, real como la vida misma y cuya vigencia sigue siendo totalmente actual.

viernes, 1 de octubre de 2010

QUERIDA BRIGITTE (HENRY KOSTER - 1965)

No es la película idónea para descubrir a James Stewart pero es James Stewart. El mismo de El hombre que mató a Liberty Valance o de Historias de Filadelfia. Se esfumó un tanto ese aire de no haber roto nunca un plato pero quedaron sus personales tics interpretativos. El público adulto reconoce al actor que llenó sus vidas de tantos excelentes momentos cinematográficos mientras que el juvenil encuentran a un señor que interpreta a un profesor cascarrabias al tiempo que al más absoluto padrazo para sus hijos.

¿La película? Bien, gracias. Una de esas que se adjetivan como "para toda la familia", lo cual quiere decir que la ven los abuelos en Cine de Tarde, los padres en el duermevela de la siesta y si acaso los hijos menores cuando el mayor les tiene confiscada la play. Para entendernos, un producto de esos que firmaba con orgullo la factoría Disney. Blanco y radiante como la novia, pero sin novia, eso sí con una BB que sin aparecer en los títulos de crédito tiene un hermoso papel en el film y una intervención que va mucho más allá del simple cameo. Es obligado decir que Brigitte muestra su lado mas tierno y humano.

La verdadera star de la película es Bill Mumy, quien da vida a un niño de 8 años, enamorado de Brigitte y tan superdotado para las matemáticas como negado para las artes musicales o pictóricas. Sus habilidades, muy a disgusto de su padre (Stewart) - poeta y profesor en la Universidad - pronto serán la solución a los problemas de unos y otros y a su alrededor acamparán personajes de condición más que dudosa.

Como habrán deducido de mis palabras, el film tiene sus argumentos y con toda seguridad también tiene su público. La familia unida que ve la tele unida (si queda alguna) aplaudirán justamente la película. Los fans de James Stewart confirmaremos lo sabido: Que tuvo, retuvo y guardó. El resto, si se abstienen, pues tampoco pasa ná...

domingo, 26 de septiembre de 2010

POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS (SAM WOOD - 1943)

 
Película para reflexiones, especialmente si nos movemos por esta piel de toro de nuestras entretelas. Película de las dos Españas pero con tanques en lugar de panderetas y rapados al cero en vez de sacristías. Y en el lugar del poeta: Hemingway, recordándonos que las campanas doblan por todos nosotros, los que estaban y ya no están, los que no estaban pero siguen estando.

Cinematográficamente no estamos ante la película perfecta. La imaginería hispana siempre fue difícil de imitar. Los rostros que curte el sol no son sustituibles por capas de ceniciento maquillaje. La belleza de nuestras mujeres no se ajusta a cánones nórdicos. Nuestros gitanos no son tanto de Hungría como de esos “Somorrostros” que parieron a Carmen Amaya. Pero el film es un retrato en sepia, deformado para unos, incompleto para otros… Para mí, un pedazo de historia tan imposible de enterrar como de desenterrar.


Aquí se habla de cine e Ingrid Bergman es cine, más juventud, más belleza, más buen hacer. ¿Qué decir de Gary Cooper? La Bergman lo eclipsa y se lo come con papas y ello no desmerece su categoría como actor, todo lo contrario, lo que sucede es que Ingrid era mucha Ingrid. Si a eso le añadimos actores geniales del fuste de Joseph Calleja, Akim Tamiroff y en especial de Katina Paxinou (a punto de comerse a la sueca), pues estamos ante un buen trabajo de Sam Wood, donde la estrategia militar, voladura de puente incluida, es la escusa para un relato no oficial de un momento histórico-político reciente así como para la disección profunda de ese alma hispana con más surcos que los que el arado deja en la tierra.


Visualmente hermosa, con esos paisajes montañosos nevados y esos cielos de azul espectacular, la película consigue buenos momentos de notable tensión, en especial en sus escenas finales. Algo (bastante) excesiva en metraje, quizás por la complejidad de nuestra condición, la película no dejará indiferente a nadie, lo cual es absolutamente positivo. La historia de nuestro siglo XX quedó marcada por esa lucha fratricida y se puede contar la verdad desde cualquier orilla de la contienda. Esta no es más que una versión, parcial como todas, por naturaleza, que pone a prueba nuestra madurez como españoles que siguen adelante pero aprendiendo del pasado. En eso y no en otra cosa, consiste la modernidad.


 

domingo, 12 de septiembre de 2010

EL SECRETO DE LOS INCAS (JERRY HOPPER - 1954)


Confieso que me acerqué a esta película desconociendo su relación con la idea germinal del personaje de Indiana Jones. Incluso voy más lejos, la indumentaria de Charlton Heston, claramente precursora de la del famoso aventurero arqueólogo, estaba por pasarme desapercibida cuando empecé a darme cuenta de la extraña similitud entre el disco solar de los Incas y uno de los tres discos que conducían hasta la Atlántida en una de las primeras aventuras gráficas de Lucas Arts con Indy como estrella naciente. Siquiera sea tarde, acabé intuyendo que el héroe del látigo se gestó en la ciudad inca de Machu Pichu entre tumbas de reyes y sacerdotisas y al arrullo de las cinco octavas de Yma Sumac.

El personaje de Harry Steele (llámeme Harry) no es el único antecedente, tal como confesaron Lucas y Spielberg, el Richard Widmarck de Huida hacia el sol (nazis incluidos) o la serie James Bond, fueron partes sine qua non en el parto. En el centro, Indiana Jones ascendiendo a los taquilleros altares cinematográficos desde las ignotas aguas de la serie B. Y, con prueba de paternidad contrastada, los Merlin de turno convirtiendo en oro todo lo que tocan.


Como habrán advertido es imposible efectuar un comentario de El secreto de los incas que bordee la génesis del héroe por excelencia. No obstante, la película por si misma, tiene atractivos suficientes: Charlton Heston, actor icono del cine de aventuras cuyos trabajos menos reconocidos para si los quisieran otros muchos actores y mi admiradísimo (el superlativo se queda corto) Thomas Mitchell, como malo de una película cuya única pretensión era entretener. Junto a ellos, Nicole Maurey, como fémina de turno decidida a compartir riesgos y a vivir aventuras, amorosas y de las otras.


Muchas coincidencias, aunque el carácter de Harry, complaciente gigoló de ladys in holiday, se barnizó convenientemente ocultando perfidias y resaltando virtudes. ¿El resultado? Indiana Jones surgiendo del Machu Pichu cual Venus surgiendo de las aguas. El héroe está servido.


 

miércoles, 8 de septiembre de 2010

SUCEDIÓ EN LAS VEGAS (ROBERT STEVENSON - 1952)


Jane Russell, una de las perlas de la corona Howard Hughes, con sus excesos corporales y sus carencias expresivas, protagoniza junto a "musculitos" Victor Mature, otro artista de la expresión imperturbable, la misma como egipcio, centurión, recluso o policía, una película con visos de "noir" que se queda simplemente en gris a causa de un guión deslavazado en demasía. Probablemente la causa haya que buscarla en la acusación a su guionista Paul Jarrico de pertenencia al partido comunista así como en la necesidad de escribir nuevas escenas. En la caza de brujas sobre la RKO pudo estar una de las claves del fracaso de Sucedió en Las Vegas.

Con evidente aroma al Rick´s Cafe y a Casablanca, pianista y canción incluidos, el film pivota sobre dos ejes fundamentales, la relación de una antigua pareja de amantes a las que siempre les quedó Las Vegas, y un asesinato, elementos imprescindibles en un "noir" que de tal se precie. En derredor, toda una fauna de personajes con su historieta a cuestas: El jugador compulsivo, marido por más señas, el asegurador de collares en peligro, el hombre sentado al piano, el taxista, el jefe de policía y el mafioso dueño de garito. Todos ayudan a deslavazar en exceso una historia que, tal vez, hubiese dado para más, sin tanto McCarthy al acecho.

Robert Stevenson ya había demostrado sus habilidades y su compromiso en trabajos anteriores, pero el acoso a la RKO condicionó bastante futuras realizaciones donde la necesidad de comer venció a otras necesidades de realización personal y cinematográfica, hasta acabar siendo uno de los mejores realizadores de cine infantil. Ahí quedan La bruja novata y muy especialmente Mary Poppins.

Aunque no sobran los motivos para verla, existen: Las curvas de la Russell, en especial la escena de la ducha, Hoagy Carmichel al piano y su canción del mono y sobre todo la persecución final con helicóptero incluido. Reconozco que no es mucho para un "noir" que se quedó en gris en el intento, con pocas sombras y escasas luces, y donde ni los promocionados encantos de la Russell fueron suficientes para alegrar algo las taquillas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

SINUHE EL EGIPCIO (MICHAEL CURTIZ - 1954)


Películas como esta se prestan al debate ¿Cine o Canal Historia?. Puede ser un tema de discusión difícil pero interesante. Quienes vean en el cine puro entretenimiento, probablemente sean tolerantes con las inexactitudes históricas, mientras que aquellos que, por encima de todo, vean en él un medio para acercar al pueblo la cultura defenderán a capa y espada la ortodoxia. En mi opinión el punto de equilibrio dista lo mismo de los extremos. ¿Perogrullo? Si, pero es cierto. Entre lo contenido en los papiros originales de donde Mika Waltari concibió su novela y lo que podría contar Mel Brooks sobre la loca historia del antiguo Egipto, puede situarse, con un cierto consenso, esta película.

Lo único que no me acaba de cuadrar es lo de Victor Mature como faraón "suplente". Probablemente a causa de sus múltiples papelitos de romano su imagen siempre parece estar más cercana al Coliseo que a la Esfinge. No obstante pecaríamos de injustos si valorásemos todo su trabajo durante dos horas de película únicamente por las escenas finales. Mature da vida al mejor amigo de Sinuhe, un soldado ambicioso que, casualidades de los dioses, consigue alcanzar el rango de comandante en jefe de la guardia del Faraón mientras que Sinuhé sigue tratando de ejercer la medicina en favor de los pobres aun contando con la amistad del Faraón.

Apartando las inexactitudes históricas que, haberlas háilas y los habituales toques moralistas cristianos tan propios del género histórico made in Hollywood, la película resulta coherente con esos conceptos primarios conocidos acerca de la vida en el Antiguo Egipto. Temas tales como la momificación, la vida tras la muerte, el ejercicio de la medicina, las castas sacerdotales o el conflicto poli-monoteísmo están presentes y aunque su ubicación temporal sea desacertada configuran un escenario atrayente para el espectador.

Se rueda en Cinemascope y Leon Shamroy resulta nominado al Oscar por su fotografía en color, sin embargo su elevado presupuesto no consigue ser equilibrado por el "box-ofice" y sus decorados se reutilizan en la superproducción de Cecil B. de Mille, Los diez mandamientos. La elección de los actores tampoco resultó fácil. Marlon Brando estuvo contratado hasta el último momento para interpretar a Sinuhé pero se retiró del proyecto argumentando problemas de salud cuando en realidad ni le gustaba el guión ni la presencia de Bella Darvi, amiguita de Leonard. Se barajaron nombres como Farley Granger pero al final se optó por un quasi desconocido Edmund Purdom quien venía de prestado de la MGM. No obstante, no debemos sacar conclusiones erróneas, las interpretaciones son dignas, destacando, a mi juicio, Jean Simmons, Peter Ustinov, Michael Wilding y el propio Purdom. La codiciosa seducción de Bella Darvi es también otro activo a considerar.

En resumen, absténganse quienes busquen fidelidades espacio-temporales. El resto, viajen al Egipto de los Dioses y los Faraones y disfruten de una historia bien contada...





sábado, 28 de agosto de 2010

EL HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ (RONALD NEAME - 1956)




Película que bien podría encuadrarse dentro del género “cine de suspense” antes que en el de “cine bélico”, y es que el cine bélico sin un solo disparo es evidentemente menos bélico, por mucho que se incardine dentro del contexto conflictivo mundial de mitad del siglo pasado. Tampoco, en puridad, es una película de espías porque, aunque haberlos hailos, no son mas que el aglutinante necesario para darle coherencia a una trama basada en hechos reales que, nunca mejor dicho, sobrepasan cualquier ficción imaginable.

Tratando de ser fiel a la línea que vengo manteniendo de no descubrir mas detalles de los estrictamente necesarios para construir un comentario medianamente coherente, les diré que El hombre que nunca existió es una historia real donde, en una especie de juego del ratón y el gato, la inteligencia británica trata de confundir a los alemanes en su defensa de Sicilia, utilizando para ello el cadáver de un hombre para el que se crea una identidad convincente. Aquí lo dejamos.

Lo que no podemos dejar es de reconocer que se trata de un film bien construido, con un guión que centra la atención del espectador sin historias paralelas. De hecho, la única historia personal “extraña” a la trama, la de Lucy Sherwood (Gloria Grahame) acaba resultando absolutamente decisiva y justifica con creces esa digamos “frivolité”, entre muchas comillas. Tampoco, como ya dije hay exaltación alguna de la violencia y ni siquiera la necesaria manipulación de un cadáver es mostrada abiertamente. Esto demuestra que se puede hacer buen cine sin recurrir al mal gusto o a lo macabro y que las obras maestras no están en proporción a la sangre y otras vísceras desparramadas por la moqueta.

Un Clifton Webb ciertamente comedido y un Stephen Boyd en un papel notable de espía alemán tratando de verificar los hechos son dos aliciente más para una película que, para nosotros los españoles, tiene uno, el haber acaecido en Punta Umbría (Huelva), localidad y provincia que gracias al auge de las minas de Riotinto propiciaron una cierta internacionalidad británico-germana

En resumen, una película seria, bien construida e imprescindible, de un director que, a mi juicio, aquí supera otros films como El millonario o Una mujer sin pasado.


 

miércoles, 18 de agosto de 2010

Y DIOS CREÓ A LA MUJER (ROGER VADIM - 1956)


Interesado en conocer la cultura sexual francesa de los 50 busco en Google: “sexualidad”, “Francia”, “1956” y obtengo (en primeros lugares) Brigitte Bardot y Dios creó a la mujer. Es un resultado tan esclarecedor que sobra cualquier discurso sobre licencias y liberalidades en el período “precreativo”. Las masas, dormidas en la sociedad francesa y aceporradas allende los Pirineos (o séase aquí), empiezan a despertar en el 1955 con el rock and roll y en el 1956 con B.B. De aquí al 68 van 12 años pero tan sólo un paso.

Roger Vadim se estrena cinematográficamente con esta película donde - “no hay nada más lindo que la familia unida”- promociona a su señora esposa, una francesita con todo en su sitio y muy bien puesto, llamada a convertirse en uno de los mitos eróticos del siglo XX, probablemente el mayor junto a Marilyn Monroe. Sin embargo los contoneos de Marilyn arrastraban cierta entidad interpretativa, cierta madera de actriz, mientras que las provocaciones de Brigitte sirvieron para poco más que para incendiar las represiones ancestrales arrastradas per sécula seculorum amén.

Seguro que no les descubro el argumento: Jovencita de buen ver y mejor tocar, provocativa al máximo se contonea con los pies descalzos entre un misógino, un ingenuo y un millonario. Un, dos, tres, al escondite francés y los cuernos al poder. Descalza por la librería, con la cara del amante en los talones y mambo “sur la table”. Momentos que abren la caja de las represiones y que permiten que empiece a entrar en la sociedad francesa es aire renovador y precursor del futuro mayo del 1968. Todo ello en las formas y en el cuerpo del mito B.B., que no en el fondo de un film cuyo argumento se reduce a la mínima expresión y a una gran cornamenta incapaz de atravesar puerta alguna.

Dios creó a la mujer y Vadim la recreó , en la suya propia, para deleite de propios y extraños y para indignación de los antireplicantes guardianes de la moralidad. En la Bardot había, incluso sobraba, materia prima. Roger Vadim lo sabía, ambos lo sabían. De ahí al mito, solo restaba un paso y se dio: Esta película.


jueves, 12 de agosto de 2010

LUTERO (ERIC TILL - 2003)


Uno de los hechos con más trascendencia en la historia de la vieja Europa como fue la aparición del protestantismo, guerras de religión incluidas, ¿puede explicarse o, siquiera compendiarse, en una película de 121 minutos?. Si a esto responden que no, podemos empezar a valorar la película en lo que es, una película interesante sobre un tema histórico singular pero parcial por naturaleza y con aspectos imposibles de tratar con la profundidad que exige el tema.

Dicho esto, procedo a calificar la película de interesante en los fondos y buena en las formas. Interesante, porque es una forma de acercar a los espectadores de hoy la realidad de una sociedad donde los poderosos buscaban el apoyo de la Iglesia Romana y donde la Iglesia Romana se enriquecía gracias a esos poderosos y al conveniente embrutecimiento y aborregamiento del pueblo llano e inculto. Ese es el terreno abonado donde Lutero siembra su semilla de rebelión contra esos montajes papales que a base de bulas e indulgencias venden parcelitas en el Cielo.

Ni siquiera desde fanatismos integrales puede discutirse el apego de las altas instancias eclesiásticas del medioevo a las riquezas terrenales. Con el voto de pobreza debajo del ladrillo, los Pontífices eran ricos guerreros cuya principal preocupación era mantener su status y a tales efectos se protegían de Tribunales inquisitoriales a los que llamaban santos. Combatían la herejía, y herejía era oponerse a sus manejos terrenales.

Ahora bien, con la santidad de la Iglesia romana en entredicho, tampoco me acabo de creer una figura de Lutero como aquí se nos representa. Al Luther del film solo le falta la canonización y si rebuscásemos en voluminosos tratados tal vez descubriésemos que nones, que era un antisemita declarado entre otras virtudes no muy confesables. O sea que el film tiene bastante de propagandístico, circunstancia que no se niega dado que en los créditos iniciales se declara la participación de una sociedad para el, digamos, fomento luterano.
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Pasando a las formas, la ambientación, los trajes, los decorados, los palacios y hasta la miseria están excelentemente representados. Sir Peter Ustinov nos ofrece una interpretación del elector a la altura de sus mejores trabajos, y si no fuese porque la Inquisición ronda cerca diría que nos trae recuerdos de su excelente Nerón. Sin embargo, Joseph Fiennes, me resulta demasiado blandito y acaramelado por momentos para un personaje que puso patas arriba todo un sistema.

En resumen, una película necesaria para entender ciertas cosas pero que ha de degustarse como las bebidas alcohólicas, con prudencia y buen juicio.


domingo, 8 de agosto de 2010

EL LOBO DE MAR (MICHAEL CURTIZ - 1941)




Ando indeciso entre calificar el film como película de aventuras con tintes psicológicos o a la inversa. La calificación “en vivo y en directo” y dentro del contexto internacional vigente en el año de su estreno hubiese resaltado el carácter dictatorial de su personaje principal, el Lobo Larsen, y establecido semejanzas y comparaciones con políticos megalómanos. Hoy el efecto “historia” ha menguado considerablemente pero aun así resulta evidente el conflicto psicológico de un personaje que, siguiendo el pensamiento de Milton en El Paraíso Perdido, prefiere ser señor de los infiernos a súbdito del Cielo, y con el que Jack London pretendía atacar la filosofía del superhombre de Friedrich Nietzsche.

The Sea Wolf es una de las varias adaptaciones cinematográficas de la novela de Jack London y, según cuentan, la mejor. Sin establecer escalafones les aseguro que se trata de un muy bien film de visión obligada, y a ser posible con repetición, para valorar mejor tanto el excelente trabajo fotográfico de Sol Polito, uno de esos genios a revisar, como las actuaciones de Edward G. Robinson y John Garfield. El guión de Robert Rossen (El Político) difumina, respecto al libro, el personaje de Van Weyden (Alexander Knox) y en la misma medida engrandece el de Larsen (Edward G. Robinson) y su repertorio de gestos, muecas y ademanes varios, dejándolo a muy poca distancia de aquel Capitán Bligh de la Bounty interpretado por Charles Laughton.

Junto a E.G.Robinson un John Gardfield a quien, por lo visto y oído a otros colegas de críticas, estoy empezando a poner en su sitio y de quien me han recomendado expresamente Body and Soul. Punto y aparte para los buenos trabajos de Barry Fitzgerald y Gene Lockhart, magistral el primero y sobrecogedor el segundo. El punto femenino lo pone Ida Lupino en un papel que aun viniéndole bordado no le concede demasiadas posibilidades interpretativas.

Curioso microcosmos humano similar al de Náufragos de Hitchcock, con el lobo Larsen aullando sobre el puente de mando del Ghost, genio y figura hasta el naufragio. El conflicto interior de un hombre capaz de leer El origen de las especies, Las obras de Edgard Allan Poe o El Paraíso Perdido al tiempo que destila todo su sadismo sobre la tripulación a su mando. Nieblas sobre las aguas y también sobre las almas. Las dos magníficamente recreadas.



lunes, 2 de agosto de 2010

BARBARELLA (ROGER VADIM - 1967)



Comentar Barbarella de Roger Vadim y hacerlo además en un tiempo relativamente razonable es sumamente complicado. Barbarella film es uno de los diferentes aspectos de un fenómeno que nace en el comic y en la Francia de los 60. El personaje creado por Jean Claude Forest en 1962 alcanzó celebridad en las páginas de V-Magazine aunque su traspaso al cine de la mano de Dino di Laurentis y Roger Vadim no cumplió las expectativas previstas y su rentabilidad fue mas bien escasa. De ahí a convertirse en un personaje y una película de culto tan solo medió en un paso. Y lo del culto llegó a extremos tales que di Laurentis ha vuelto con el paso de los años a perseverar en el intento de aprovechar un cierto caché mítico de la marca Barbarella para, de la mano de Robert Luketic (tras el abandono del proyecto por parte de Robert Rodríguez), lograr de segundas lo que no se consiguió de primeras.

Hasta aquí el, digamos, contexto, pero no solo de contextos viven los cinéfilos. Tiene que haber chicha y a ser posible limoná. Y este es el problema, Houston, que sobra chicha y falta limoná. Barbarella es como el 007 del espacio, en permanente lucha contra el mal. ¿Sus armas? Paz y amor, hermanos, especialmente amor en forma de polvo sideral. Y ni Jane Fonda esconde un pecho ni Vadim esconde la cámara que si Dios creó la mujer, él se basta para crear mitos eróticos en los 60.

Pero de limoná, ná. El trasunto consiste en la búsqueda de científico loco Durand Durand y su rayo positrónico, una especie de profesor Bacterio pero a la francesa. Eso sí, los “disfraces” de Jane Fonda hacen olvidar con facilidad a nuestro hispánico Mortadelo y hasta son capaces de determinar el sexo de los ángeles.

Película insignia del género fanta-erótico que conviene verla sabiendo lo que uno se va a encontrar. De esta manera el desencanto será menor. Asistirán así a una muestra de cine lisérgico-colorista, a la idea germinal del grupo Duran Duran, a las deshabillés “in gravitatorias” de Jane Fonda, y acabarán concluyendo, igual que los personajes de la ficción, que el polvo terráqueo tiene más sustancia que el sideral.




lunes, 26 de julio de 2010

EL HOMBRE INVISIBLE (JAMES WHALE - 1933)


El secreto está en la voz. Esta y no otra es la explicación de la gran valoración de un actor novel (en el cine americano) como Claude Rains quien, por su invisibilidad, no chupa demasiada cámara. Eso sí, su "golden sinister voice" fue su principal valedor ante James Whale quien, desde el principio, jugó la baza de Rains frente a un Boris Karloff excesivamente costoso para la productora. Les digo todo esto para que no cometan el mismo error que yo cometí, es decir, ver la versión doblada. Avisados quedan.

Sin el plato fuerte de la voz siniestra e intelectual de Claude Rains, mis oídos se centraron en los gritos de Una O,Connor magistral y mis ojos en la hermosa presencia de Gloria Stuart, actriz que reverdeció laureles en Titanic como recordarán, mientras que mi interés se prendía en una historia, donde se mezcla la comedia, negra por supuesto, con el terror de unos personajes que Whale acerca al espectador en una oferta de cotidianeidad. Por supuesto que en este estilo Whale no falta ni sangre ni truenos, elementos imprescindibles en una película de terror que se precie, pero sus criaturas suscitan la curiosidad del espectador no exenta de cierta ternura.

Es sabido que el film está basado en una obra de H.G. Wells. Los puristas aducen diferencias sustanciales entre film y novela. Por ejemplo, la inclusión de una trama amorosa es una de las licencias cinematográficas. Por otra parte, el propio Wells declaró que la película había convertido a un científico brillante en un lunático y esa licencia no podía perdonarla. Whale replicó que para la audiencia solo un perturbado podría querer volverse invisible. Controversias aparte, la película ha quedado como una de las obras maestras del género y James Whale fue recompensado con una Mención Especial en el Festival de Venecia de 1934 por su labor. Por su parte The New York Times incluyó al film entre los diez mejores de 1933.

Lo que sí merece mención, y muy especial, son los efectos especiales. El "mago" John P. Fulton mediante una técnica de fondos negros, precursora de tecnologías más actuales como la pantalla azul, consigue efectos prácticamente perfectos absolutamente innovadores.

En resumen, una película imprescindible por muchos motivos y en la que, a pesar de sus discrepancias, H.G.Wells alabó la espléndida actuación de Una O,Connor

jueves, 22 de julio de 2010

EL JUEZ PRIEST (JOHN FORD - 1934)




Somos los que somos y vivimos el tiempo que nos ha tocado. Por ello, cuando jugamos a juzgar acontecimientos que pasaron hace un siglo son inevitables errores de apreciación. Nuestra vista de águila se queda miope ante hechos ocurridos en los s. XIX y XX, "retratados" en el año 1934 por el maestro John Ford.

No estoy afirmando ni negando que el juez Priest existiese realmente, solo digo que la guerra civil americana dejó huellas inevitables, que la situación de los negros en USA ha pasado por distintas etapas, la mayoría de ellas injuriosas para ellos y que esto resulta difícil de apreciar desde distancias físicas y, especialmente, temporales.

Por muchos julepes de menta que aparezcan y por mucho juntar caramelo como entretenimiento festivo, la película tiene profundidades que solo los grandes genios del cine saben transmitir. Y Ford es un genio. Lo digo con conocimiento y sin excluir del Olimpo de los Genios a otros grandes realizadores antiguos o actuales. Hay más, pero Ford está entre ellos. Y si alguien ve esta película como simplona, meliflua y acaramelada es que se ha quedado justo a las puertas de un umbral que el gran Ford nos ha invitado a traspasar.

Ford nos acompaña en la visita a una comunidad rural sureña, orgullosa de su pasado, que ha sobrevivido a sus derrotas con el orgullo intacto. Una comunidad donde la posición de los negros no es fácil por mucho que parezcan vivir en un happy party continuo entre canciones, espirituales y aleluyas. No es casual que en el inicio del film un juez Priest más interesado en las viñetas del periódico que en el proceso que dirige, evite, con la suficiencia de quien lo hace todos los días, el linchamiento de un hombre de color acusado de robar un pollo. Esta es la forma en que Ford nos presenta a la cordura y al buen juicio. Sentadas en el estrado, sin toga pero con el espíritu de la justicia intacto.

Ese talante conciliador lo aplica Priest en todos los órdenes de su vida, tomando partido por las causas que lo merecen y apoyándolas de pensamiento y obra, dándole a todas las cosas su justo valor y elevando lo accesorio al terreno de lo fundamental. La improvisada orquesta callejera tocando, frente a la ventana abierta del tribunal, himnos patrióticos capaces de levantar el alma sureña, no es baladí.

Los negros no siempre estarían cantando. Coincido plenamente. Pero no puede decirse que no hubiera personajes con sentido de la responsabilidad, amantes de la verdad y respetuosos con sus semejantes fuesen del color que fuesen. Creo que coincidirán conmigo. Esta es la versión de un "humanista" del cine como Ford en una de sus películas iniciales, cuando aún no se sabía que Ford fuese Ford y la crítica se cebaba más de lo acostumbrado especialmente si blancos y negros confraternizaban más de lo políticamente correcto.

Ford afirmaba que esta era una de sus películas favoritas. En realidad, lo eran todas aquellas películas que sufrían las injustificadas iras de críticos con anteojeras.




lunes, 19 de julio de 2010

VENUS ERA MUJER (WILLIAM A, SEITER - 1948)


Cuentan las crónicas que la película se inspiró en un exitoso musical de Broadway dirigido por Elia Kazan y protagonizado por Mary Martin. Siguen contando que la tal Mary Martin era una cantante excelente, al punto que por A touch of Venus recibió el Donaldson Award y el New York Film Critics Circle Award en el año 1943. El éxito llegó al punto que la gran Mary Pickford quiso producir la versión cinematográfica del musical, esperando contar con Mary Martin para el papel de Venus pero, ah amigo, la futura Venus estaba embarazada y una estatua en estado de gestación no hubiese resultado apropiado. Por ello, Miss Pickford vendió los derechos a la Universal quien sacó adelante el proyecto con algunos cambios.

Así Ava Gardner reemplazó a Mary Martin, y del mismo modo, Frank Sinatra, Clifton Webb y Bert Lahr, quienes figuraban en el proyecto Pickford, fueron sustituidos por Robert Walker, Dick Haymes y Eve Arden, entre otros. Por su parte los dieciséis números musicales del original de Broadway, compuestos por Kurt Weill, se quedan en dos, y como supondrán Miss Gardner debe ser doblada por Eilenn Wilson, "uncredited". Hasta aquí, un breve resumen de lo que cuentan las crónicas.

Yo únicamente puedo contarles lo que veo. Y donde se ponga Ava Gardner que se quiten todas las Mary Martin del mundo, con todo mi respeto, que esto no es cuestión de faltarle a nadie pero Ava era una diosa en cuerpo, lo del alma no viene al caso, y si hay que doblarla se la dobla pero el papel es suyo. Un papel de diosa del amor vestida con sabanitas (clámide para los más cultos) tiene un nombre propio y es el del animal más bello del mundo: Ava Gardner.

Lo de Robert Walker ya es otra cosa. No lo hace mal el caballero pero la imagen de aquel Bruno de "Extraños en un tren" es demasiado alargada y parece mantenernos en vilo a ver cuando nos va a proponer el asesinato perfecto. Y del resto del reparto coincido con la generalidad de espectadores en que Eve Arden está magistral en su papel de secretaria reclamando a gritos unas rodillas de jefe donde sentarse.

Los números musicales son tan escasos que no podría afirmarse con contundencia que "Venus era mujer" sea un musical. Pero las dos canciones de Kurt Weill elegidas, "Speak Low" y "Thats him" son un acierto.

Resumiendo, una película entretenida, muy veraniega y a la que no le vienen mal las palomitas. Eso sí, no se me atraganten que Ava es una mujer de doble impacto y muerte súbita y no Van Damme.


viernes, 16 de julio de 2010

DEJAD PASO AL MAÑANA (LEO McCAREY - 1937)





Si después de ver esta película no debe usted hacer muecas extrañas para contener alguna lágrima que otra, le sugiero chequee sus constantes vitales y si es posible un análisis que certifique que el líquido que corre por sus venas es rojo y contiene hematíes y estas cosas. Ah, y no lo considere ningún deshonor ni sinónimo alguno de debilidad o poca hombría, si es usted varón, que torres más altas han caído.


Dejad paso al mañana, independientemente de sus valores artísticos que los tiene, es un retrato a escala natural de la vida. Un retrato en el que salimos todos representados, unos son el mañana y otros los que deben dejarle paso. Cada cual encajamos en un rol, pero no hay que confiarse porque el rol que juguemos en el presente será, mutis mutandi, distinto al rol futuro. Y la unión entre evolución personal y visionado del film desemboca en esa lágrima que nos incomoda, en ese pensamiento que vuela hasta el reloj de nuestros años e incluso, si tenemos la suerte de compartir la vida con otra persona a la que amamos, en requerir su presencia solo porque deseamos verla. Los que hoy son el mañana seguro verán sensiblerías en este comentario mientras los que ya empezamos a dejar paso, vemos sentimientos. Así ha sido desde que el mundo es mundo y así seguirá siendo.

Por descontado que estamos ante una película más que recomendable, imprescindible. Con dos actuaciones espectaculares en su realismo, Victor Moore Y Beulah Bondi, con uno de los secundarios de oro del cine de todos los tiempos Thomas Mitchell, con un guión solido (Viña Delmar) con frases que te zigzaguean el alma o lo que tengamos dentro: “Cuando tienes 70, la máxima diversión consiste en fingir que no te importa enfrentarte a los hechos... ¿te importaría que siguiera fingiendo?” y en la que, con un presupuesto limitado donde abundan los interiores, Leo McCarey cambia de pareja. Y así los Stan Laurel y Oliver Hardy se vuelven Bark y Lucy Cooper, igualmente entrañables pero sustancialmente diferentes. La comicidad se vuelve trascendencia y el directo al corazón está lanzado.

McCarey al recibir el Oscar al mejor director por La pícara puritana dijo “Gracias, pero me dieron el premio por la película equivocada”. En la misma línea estaban John Ford o Jean Renoir, fans incondicionales de esta gran película. Para Orson Welles era la película más triste que nunca hubiese visto, “hace llorar hasta las piedras”.

Aunque lo melodramático y lo trascendental no sean su fuerte, no dejen de ver esta auténtica obra maestra. Si les deja demasiado “tocados” recupérense con algunos films cortos de El gordo y el flaco. La risa es necesaria en nuestra vida pero aplicar un electroshock a nuestras sensibilidades dormidas, también.

sábado, 10 de julio de 2010

LA BATALLA DE LAS COLINAS DEL WHISKY (JOHN STURGES - 1965)


Al western, género rudo donde los haya, no le sientan demasiado mal los aires de comedia ni las sátiras inteligentes. El humor no es incompatible con el salvaje oeste, como ya probaron suficientemente los Marx Brothers. La batalla de las colinas del whisky es otra muestra más de una simbiosis donde el "muerde la bala" y el "yo soy la venganza" son reemplazados por las visiones borrachas de oráculos borrachines, las alegres cantinelas de la liga de mujeres antialcohol y los otrora indómitos indios exhibiendo sus papeles que los acreditan como buenos ciudadanos.

Esta es una visión superficial, sin duda, de un film que deja buenas vibraciones y al que se le ha criticado con cierta razón su duración excesiva. Más de dos horas y media es mucho tiempo cuando en realidad y como es el caso no hay tanto que decir. Las caricaturas del ejército, de las ligas femeninas, de los salvajes indios pero menos y de los honrados y sedientos ciudadanos de Denver están muy bien conseguidas aunque se dilatan mas de lo aconsejable con riesgo de cansar al espectador. Menos mal que la excelente música de Elmer Bernstein ameniza la velada con sus pegadizas "westerns-melody"

Un cargamento de whisky con destino a Denver es, por muy distintas razones, el clarísimo objeto del deseo de señoras intolerantes, indios aparentemente redimidos, oráculos con falta de gasolina (léase whisky) y ciudadanos sedientos, todos bajo el cielo protector del ejercito USA. Mezcla explosiva donde las haya, encendida por los conflictos laborales de los explotados conductores irlandeses y avivada por Jefe Cinco Barriles y su tribu.

Seguro que habrá quien considere impropia esta alteración de un género habitualmente tan purista como el western y especialmente viniendo de quien viene, de un John Sturges, figura señera donde las haya. Por mi parte agradezco la originalidad de un film que nos depara instantes humorísticos plenamente conseguidos y secuencias inolvidables, amen de una muy buena interpretación de Burt Lancaster, Lee Remick y Donald Pleasence entre otros. El caso de Lancaster puede ejemplarizar como un actor de los considerados duros puede encajar perfectamente dentro del cine "club de la comedia". Claro que, como resulta evidente, estamos hablando de uno de los actores más capaces de la historia del cine.

Este tipo de películas suelen catalogarse dentro del cine familiar. Estoy de acuerdo. Sin embargo me niego asociar conceptos como cine familiar, cine de barrio, cine palomitas y siguiendo por esa línea, acabar en los conceptos estereotipados de siempre, con la calidad dejando más que desear. La batalla de las colinas del whisky ofrece interés, buen hacer y entretenimiento en un trabajo de Sturges que, sin ser una obra maestra, está perfectamente conseguida.

Eso sí, se les fue la mano con la duración.




domingo, 4 de julio de 2010

LA TORRE DE LOS AMBICIOSOS (ROBERT WISE - 1954) -


Los ojos de Barbara Stanwyck llenando por completo la pantalla. Como música de fondo, el discurso "romántico-idealista-país multicolor" de William Holden. Esta es la síntesis de un film que prometía tiburones despedazándose y se quedó en plácidas abejas Maya bajo el sol. Porque, miren ustedes, sin adelantar desenlaces, la cosa no es creíble. El mundo empresarial si por algo se caracterizó en el siglo XX fue por su culto al dinero, al beneficio y a la rentabilidad de los accionistas. O sea que Fredric March es el único que parece tener los pies en el planeta Tierra, mal que nos pese y aunque sea el malo de la película.

¿Que los muebles quedan perfectos para la foto del muestrario y nada más? Ya lo dijo Quevedo, poderoso caballero es Don Dinero. ¿Que la pata de la mesa está desatada y quebrada? Din Don Din Don es Don es Don Dinero. Lo del cliente siempre tiene razón es un invento moderno, un mal necesario para seguir atesorando beneficios pero sin perder el norte. ¿O es que se piensan que la crisis actual surge para proteger al sufrido ciudadano, fiel cliente de las empresas de toda la vida? Mas bien al contrario, son las especulaciones financieras de quienes tienen dinero y quieren más todavía, las que pisotean la economía mundial. Todo eso ya lo saben ustedes.

Si no han visto la película tal vez desconozcan que Robert Wise contó con un plantel de actores excelentes: Paul Douglas, June Allyson, Fredric March, Shelley Winters, Walter Pidgeon, Nina Foch (excelente), Louis Calhern, William Holden y mi admiradísima Barbara Stanwyck, y si la película mantiene un nivel medianamente digno es gracias a ellos. Tampoco hay que infravalorar su inicio, cercano al cine negro o determinados aspectos concretos como el desarrollo de las votaciones con su carga de tensiones y motivaciones ocultas. Y para serles, absolutamente sinceros, en ciertas fases del film llegué a buscar puntos de coincidencia con aquella maravilla de Frizt Lang que se llamó Mientras Nueva York Duerme.

Puro espejismo. Al final, la película que rondaba por mi cabeza era La locura del dólar del maestro Frank Capra. Su propuesta optimista para una sociedad americana en crisis me pareció muchísimo más ortodoxa y ajustada a los cánones económicos que esta La torre de los ambiciosos. Capra levantaba los ánimos a un país en bancarrota. Wise levanta a los espectadores de los asientos canturreando..."la abeja Maya bajo el sol"...

sábado, 26 de junio de 2010

TIENDA DE LOCOS (CHARLES REISNER - 1941)



Tienda de locos (The big store) no puede encuadrarse entre lo mejor de los Marx. Sin ser demasiado duros con ella, los Brothers tienen películas más genuinas y mucho mejores. Sus últimos films parecen responder más al sufragio de las deudas de Chico Marx (un día en las carreras, y otro, y otro…) que a razones de imaginación, oportunidad y cosas que contar a sus asiduos que eran muchos. Pero aún así destila instantes de genialidad y aún en la fría soledad del sillón, lejos de carcajadas contagiosas, se escapan notorias sonrisas. Y eso sube la nota.



Recientemente revisé Amor en conserva, otro film de los Marx con el propósito de hacer caja y saldar números rojos. Sin embargo The big store es infinitamente mejor. La presencia de Margaret Dumont eleva exponencialmente la calidad media pues fueron y somos muchos sus admiradores. Groucho, a diferencia del detective Grunion de Amor en conserva no resulta un pegote en medio de la película añadido por intereses comerciales. Su detective Flywheel es todo un personaje, sus relaciones con Miss Dumont las esperadas por la audiencia con sus habituales perlas, y sus habituales, agresivas e ingeniosas frases dejan momentos brillantes. Harpo sigue su línea musical y disparatada si bien algo más comedido y Chico un poco como el Guadiana, apareciendo y desapareciendo.


Brillantes escenas: La contratación de Groucho por Miss Dumont, el número musical entre ascensores y departamentos del centro comercial. No se pierdan la cantarina parálisis facial de Virginia O´Brien entonando impertérrita Rock a bye Baby, entre cunas y canastillos. Las cuentas de la familia italiana a la que no cuadran los hijos, surrealismo puro. Harpo por triplicado al arpa y junto a Chico al piano, maniobras orquestales a plena luz y para deleite y descacharre de las improvisadas clientas. Sin embargo, el tal Tony Martin (cantante) en su rol personalizado de Tommy Rogers un tanto bastante melifluo y acarameladillo. Rancio sin duda para el siglo XXI.

Son los Marx. Reconocibles, pero menos. Las han hecho mejores. Quien tuvo, retuvo y guardó para luego.

lunes, 21 de junio de 2010

TIERRA DE PASIÓN (VICTOR FLEMING - 1932)


Red Dust es sobre todo una película Pre-Code. ¿Que significa esto?. Se trata de un film realizado en años anteriores a la efectividad del Código Hays (Julio 1934) que estableció líneas de conducta moral para un cine que, con la llegada del sonoro y especialmente durante la gran depresión se había refugiado para sobrevivir financieramente en temáticas tales como "blood and guts" (sangre y tripas) o "hot cha-cha", en traducción libre, ritmos exóticos calientes.

En este contexto, Jean Harlow, máximo exponente de la seducción vive al lado y además nos hace reír, es la vamp (pero menos) idónea, cercana al espectador pero con la frescura suficiente para "hot cha-cha" a un regimiento. Clark Gable es un sinvergüenza y mujeriego que intenta dárselas de duro pero que, si las faldas se levantan más de lo socialmente aceptable, pierde el oremus y si las faldas se resisten también. Y por último Mary Astor es la resistencia (no francesa) pero que se muere de ganas por arremangarse sugerentemente bajo la "rain" monzónica.

Prostitución, adulterio, y los principios éticos y morales en remojo tropical, es el activo de un film donde Indonesia, el caucho y su proceso de elaboración son la excusa para amoralidades varias que distraían a la audiencias "liberales", que las otras empezaban a pirrarse por Shirley Temple.

Red Dust es el antecedente de otro film mítico: Mogambo de John Ford con Ava Gardner, Grace Kelly y el propio Clark Gable. Cambiando escenario (la acción se desarrolla en África) y pecado (en España el adulterio se tornó incesto) el "menàge" revivió en el 53, con un código Hays vigente, aunque "nominalmente" mas que otra cosa.

Como curiosidades: La película se rueda fundamentalmente en estudios, hirviendo agua en tetera y empapando la frente de los actores para conseguir el efecto sudor tropical. Las polillas se sueltan antes de cada rodaje, etc. Además, por aquellas fechas se suicida Paul Bern el esposo de Jean Harlow en circunstancias poco claras (se barajan temas financieros, de impotencia sexual o incluso de una madre excesivamente dominante). El caso es que a la MGM le interesaba no perjudicar la carrera de su estrella y echó la suficiente tierra para ocultar el asunto.

5 años más tarde moría Jean Harlow. La leyenda estaba servida y desde entonces, la mansión fantasmal, cuentan los "cuartos milenios", ha sido objeto de fenómenos paranormales, ya saben, gritos y susurros pero sin Bergman.



jueves, 17 de junio de 2010

MARTES NEGRO (HUGO FREGONESE - 1954)


Este acercamiento al realizador argentino, mendocino por más señas, Hugo Fregonese, tiene todas las trazas de convertirse en el inicio de una gran amistad. Por lo visto (Martes negro) y especialmente por lo leído, mi interés por su filmografía se ha incrementado exponencialmente. Sus trabajos con la MGM y especialmente con la Universal están demandando a gritos una revisión por mi parte y queda anotada debidamente mi agenda.

Esperando poder contarles mis impresiones respecto de trabajos como Soplo Salvaje, Apache Drums o de sus películas rodadas en Europa (incluida España), generalmente series B, mi bautismo de fuego Fregonese ha tenido lugar con Black tuesday, film incluido en la categoría de películas de cine negro y cuyo principal activo es la presencia de un auténtico especialista en el género como es Edward G. Robinson. No tanto el Robinson de Perversidad como el de Cayo Largo o especialmente el de Little Caesar ( película que debo revisar sin demora), es decir en esa línea dura gangsteril del que fue uno de sus interpretes destacados junto con James Cagney (White Heat).

Black tuesday es un film serie B cuyo principal activo es la violencia y donde Edward G. Robinson encarna a un mafioso sin escrúpulos y dispuesto a todo con tal de eludir la silla eléctrica y hacerse con el botín escondido por otro compañero de fatigas carcelarias. Dentro de su previsibilidad, el film mantiene el interés dentro de unos límites aceptables, especialmente durante su primera mitad, aquella en que se está gestando la fuga, para decaer después hacia un final tan duro como inevitable que sobresale especialmente por su clima claustrofóbico y por algunos detalles de desequilibrios psicológicos, tales como la afición de Canelli (Robinson) a desmontar juguetes mecánicos.

He leído comentarios que sitúan a Fregonese en la línea Jacques Tourneur. Seguramente el cine de género, independiente y serie B permita enlazar de algún modo ambos cineastas. Sin embargo Tourneur me parece mucho Tourneur.

Lo dicho, trataré de ampliar horizontes sobre este realizador argentino, antecesor, con su "Pampa Bárbara" de la famosísima obra de W. Wellman, Caravana de mujeres, para hablar con auténtica propiedad. Seguiremos informando.

Un apunte final: Teniendo en cuenta los muchos lectores de este blog que se acercan desde Latinoamérica, es un auténtico placer "descubrir" (disculpen mis ignorancias cinéfilas) a un figura señera del cine de un país hermano como Argentina quien, como pasaba en la mayoría de países, debió forjarse allí donde se creaban los sueños, es decir Hollywood, pero que mantuvo su integridad y su personalidad por encima de todo.



lunes, 14 de junio de 2010

EL HIDALGO DE LOS MARES (RAOUL WALSH - 1951)

Raoul Walsh dirige con acierto esta película de aventuras, sobre Horatio Hornblower, héroe de una saga novelística sobre la marina británica en las guerras napoleónicas, escrita por Cecil Scott Forester. El propio Forester intervino en la elaboración de un guión que conjuga batallas navales, duelos de capa y espada y un romance central, pues según Walsh :”En todas mis películas la historia gira siempre alrededor de las escenas de amor”. Y el romance Gregory Peck – Virginia Mayo es el eje del film, tanto, que en el guión se fusionaron distintas novelas para conseguir que la aventura nunca abandonase el romance. Esta sensación de historias "cosidas" queda patente cuando en Portsmouth, la pareja debe separarse para desconsuelo de los aficionados a los "happy ends". Pero no. Una nueva aventura y nuevas dosis de caprichoso azar y “tutti contenti”. 
 
No se confundan, la película es muy buena, las batallas navales son de lo mejor que he visto en cine, incluso y a pesar de los 53 años de diferencia entre una y otra, superior a Command and Conquer (basada en otro personaje novelesco, Jack Aubrey), pero el añadido se percibe con claridad, incluso para quienes desconocíamos la saga de Mr. Forester. 
 
Y aquí, trompetas, clarines, fanfarrias y todo lo demás para Gregory Peck. No afirmo que sea su mejor papel. Discutiría entre su capitán Ahab (Moby Dick) y Atticus Finch (Matar a un ruiseñor). Pero si hay un artista al que el traje marinero le venga como anillo al dedo ese es Peck. No solo por la percha, sino porque, como los toreros, templa y manda. Cuando reprende a un oficial por infringir azotes a un marinero, sin apenas palabras, el espectador sabe con quién se juega los cuartos.Su fiero caparazón no es tal y a lo largo de la película se irá resquebrajando, a lo que no será ajena Lady Bárbara Wellesley (Virgina Mayo). Vemos a un miembro de la tripulación sorprendido de que el capitán recuerde su nombre, al propio capitán azorado por las palabras de Bárbara y otros muchos detalles donde el león pierde su fiereza. 
 
En esta mezcla de picaresca y solemnes seriedades Peck se mueve como pez en el agua, nunca mejor dicho. La elección de Virginia Mayo tuvo ciertas críticas pero el resultado es excelente. No aporta la pomposidad de la nobleza que, probablemente, otras actrices hubiesen aportado pero da lo que se espera de ella, naturalidad y simpatía a los ojos del público, sin lo que no puede imaginarse una historia amorosa que cale en el espectador. Curiosos los tipismos. Los españoles representados por un impresentable dictador que se apoda El supremo. El término galáctico no se había acuñado aún. Los franceses en su rol de perdedores tampoco salen bien parados.Los ingleses, evidentemente los buenos de la película.  
 
Con una fotografía excelente de Guy Green (Oscar por Great Expectations de David Lean) y unas maquetaciones y efectos de batallas, increíbles, Raoul Walsh a sus 64 años volvía a demostrar que estaba en la cima del mundo cinematográfico. 
 
 



sábado, 12 de junio de 2010

EL GRAN COMBATE (JOHN FORD - 1964)


Sí. Ya lo sé. Las localizaciones son erróneas. Los cheyennes, cuentan las crónicas, estaban confinados en Oklahoma y no debían atravesar Monumental Valley (Utah) para regresar a sus tierras. Pero, Monumental Valley es una hermosura como escenario. ¿La fotografía en color de William H. Clotter nominada al Oscar? Cantado. Y de no haber sido por Cukor y su My Fair Lady, que era mucho toro que lidiar, premio seguro. Porque al buen hacer de Clotter se le unía ese ojo mágico de John Ford que aún con 69 años entre sus párpados tenía una cámara en lugar del globo retiniano.

Si esto fuese un documental del Canal Historia pues me indignaría muchísimo estos cambios de entorno, pero cuando de un western y del genio Ford se trata, lo agradezco y me maravillo ante ese plano, o secuencia, o como se llame, de los militares lanzados al galope sobre las arenas desérticas y bajo un sol de justicia. Yo lo llamo: Belleza plástica.

Y puestos a hablar de justicia, chapeau por Ford quien, con el exilio de los Cheyenne, revindicó la figura de todos los indios. Y si esa reivindicación pasaba por deteriorar la imagen del hombre blanco, pues no pasa nada. El público es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que en todos los tiempos hubieron canallas de todos los colores de piel. Por lo general, en cine, los asesinos impíos y detestables son los pieles rojas, pero Ford, por eso (y otras cosas) era un maestro, puso su cámara en el extremo opuesto.

Excelente Richard Widmark. Discrepo de quienes lo comparan con John Wayne, aunque no dejo de reconocer que es una comparación inevitable. Bien Carroll Baker. Respecto a James Stewart resulta curiosa su presencia. Junto a otros dos grandes: John Carradine y Arthur Kennedy ocupan lo que podría denominarse el intermedio del film. O sea que Ford no dejaba ni a los caballeros acercarse al aseo ni a las damas a la toilette.

No es una obra perfecta. Tiene sus gazapillos, digámoslo así. Por ejemplo ¿Cómo pudieron encerrar a medio centenar de indios en barracones cerrados a cal y canto sin registrarles previamente y quitarles las armas? Se lo perdonamos porque es Ford y porque la película es maravillosa con momentos notables. Esa estoica formación inicial de los indios con su jefe a punto de desplomarse es una secuencia mágica de un cine mágico, el de un John Ford que mimaba cada plano con la meticulosidad de un orfebre.

En una ocasión tuvo al personal preparado y de pie durante más de tres horas esperando que la longitud de las sombras fuese la adecuada. Y es que la genialidad no es un don que se reparte caprichosamente al primero que pasa por ahí. No. La genialidad hay que currársela.