sábado, 9 de octubre de 2010

LUCES DE REBELDÍA (MICHAEL ANDERSON - 1959)


Es delicado desde esta perspectiva transpirenaica juzgar acontecimientos políticos como los de Irlanda. A españoles e irlandeses nos une cierta cultura céltico-galaica pero también ese tema enquistado y mal resuelto de las identidades y de los independentismos históricos.

Trato de medir milimétricamente mis palabras. No apoyo movimientos disgregadores de la unidad nacional ni presento recursos de inconstitucionalidad contra las pacíficas aspiraciones de unos y otros. Eso si condeno la violencia y creo, espero no ser demasiado iluso, en la cordura y el "seny" como condiciones "sine qua non" para resolver los conflictos.

Esta película nos habla del IRA y de su lucha contra la opresión inglesa. En el film la opresión se tiñe de brutalidad y de prepotencia chulesca. Como todo, tendrá su parte de razón, pero nunca los buenos son tan maravillosamente buenos ni los malos tan pérfidamente malvados. Cuanto más cerca del equilibrio nos situemos más próximos estaremos a la verdad.

Por momentos el film evoca el nazismo e incluso recuerdo aquel París ocupado con sus movimientos de resistencia. Al frente, un eminente cirujano interpretado por James Cagney en una actuación que podemos encuadrar entre las mejores de su carrera. Americano insigne en la vida real cambia aquí, fílmicamente hablando, su nacionalidad, pero sin variar un ápice su capacidad de compromiso con su país, aquí Irlanda. A su lado un Don Murray que tratando de mantenerse en el lado de la antiviolencia acaba comprometido con un conflicto al que es ajeno por su origen norteamericano pero que le ha sido transmitido por la vía de la sangre y de los genes.

Interpretaciones, fotografía, diálogos y dosis de tensión más que notables, conforman un buen film de un director, Michael Anderson, al que alabaron maestros como Scorsesse y donde lo apologético tiene su lugar. Si logran conservar la capacidad de separar el grano de la paja seguro que disfrutan de un film excelente, real como la vida misma y cuya vigencia sigue siendo totalmente actual.

viernes, 1 de octubre de 2010

QUERIDA BRIGITTE (HENRY KOSTER - 1965)

No es la película idónea para descubrir a James Stewart pero es James Stewart. El mismo de El hombre que mató a Liberty Valance o de Historias de Filadelfia. Se esfumó un tanto ese aire de no haber roto nunca un plato pero quedaron sus personales tics interpretativos. El público adulto reconoce al actor que llenó sus vidas de tantos excelentes momentos cinematográficos mientras que el juvenil encuentran a un señor que interpreta a un profesor cascarrabias al tiempo que al más absoluto padrazo para sus hijos.

¿La película? Bien, gracias. Una de esas que se adjetivan como "para toda la familia", lo cual quiere decir que la ven los abuelos en Cine de Tarde, los padres en el duermevela de la siesta y si acaso los hijos menores cuando el mayor les tiene confiscada la play. Para entendernos, un producto de esos que firmaba con orgullo la factoría Disney. Blanco y radiante como la novia, pero sin novia, eso sí con una BB que sin aparecer en los títulos de crédito tiene un hermoso papel en el film y una intervención que va mucho más allá del simple cameo. Es obligado decir que Brigitte muestra su lado mas tierno y humano.

La verdadera star de la película es Bill Mumy, quien da vida a un niño de 8 años, enamorado de Brigitte y tan superdotado para las matemáticas como negado para las artes musicales o pictóricas. Sus habilidades, muy a disgusto de su padre (Stewart) - poeta y profesor en la Universidad - pronto serán la solución a los problemas de unos y otros y a su alrededor acamparán personajes de condición más que dudosa.

Como habrán deducido de mis palabras, el film tiene sus argumentos y con toda seguridad también tiene su público. La familia unida que ve la tele unida (si queda alguna) aplaudirán justamente la película. Los fans de James Stewart confirmaremos lo sabido: Que tuvo, retuvo y guardó. El resto, si se abstienen, pues tampoco pasa ná...