domingo, 30 de noviembre de 2008

FLECHA ROTA (DELMER DAVES - 1950)

Delmer Daves es un excelente director de westerns. El árbol del ahorcado, El tren de las 3:10 o este film, Flecha rota, le acreditan. Calificado como cineasta modesto ha dejado excelentes trabajos muy poco convencionales. El tren de las 3:10 con Glenn Ford y Van Heflin, es decir la versión del 57 (no la del 2007) está considerado un fenomenal ejemplo de western psicológico. La tensa espera del ferrocarril para Yuma en una pequeña habitación de hotel con dos hombres midiéndose las fuerzas puede ser calificada de muchos modos excepto de western típico y tópico al uso.

Lo mismo sucede con Flecha rota, película que supuso un cambio radical en la percepción cinematográfica de los nativos americanos. Los indios, para entendernos. Daves, a través de los ojos de "Hombre alto" Tom Jeffords (James Stewart), consigue que los espectadores, especialmente los norteamericanos, despierten un poco de su letargo y se den cuenta que la historia de América con sus enfrentamientos entre hombres blancos y pieles rojas se ha contado tradicionalmente desde una única óptica, la de los que "Tal vez no somos perfectos pero hemos traído el wiskhy". Y la cosa tal vez no era exactamente así...

Por primera vez los indios por medio de la figura de su jefe Cochise (Jeff Chandler) ponen un poco de sensatez a una contienda que siempre se había considerado asunto de buenos y malos. Los buenos, los americanos, los malos, los indios. Claro está. Y esto lo consigue Daves de la mano de un guión escrito por Michael Blankfort (según se acredita en el propio film) pero también por Albert Maltz, desacreditado por los cazadores de brujas. Y uno se pregunta si este tipo de ideas igualitarias entre razas no serían calificadas de perniciosas y presuntamente comunistas.

Prueba de la calidad de esta película son sus tres nominaciones a los Oscars (Actor de reparto, Color y Guión) o el Globo de Oro conseguido a la mejor película para la promoción del entendimiento internacional, pero a la calidad se le unió la polémica en forma de críticas racistas a un matrimonio entre razas socialmente inaceptable para la época. Además, los palos los recibió por todos los lados, y tampoco fue bien visto que la interpretación de los principales personajes nativos fuese efectuada por actores de raza blanca.

Resumiendo, buena película, alejadísima de los parámetros habituales del género, con un Stewart repitiendo papel pacifista (como en tantas de las suyas), un Jeff Chandler bien en un papel que repetiría en más ocasiones y una jovencísima Debra Paget creíble en su papel, a pesar de que a los puristas les hubiese gustado una nativa.


sábado, 29 de noviembre de 2008

ALAS (WILLIAM A. WELLMAN - 1928)

Sería un error valorar esta película únicamente desde la perspectiva de haber sido el primer film en conquistar el Oscar a la mejor película. Es muy posible que ésta sea una pregunta de concurso televisivo. Pero Wings es más que eso. Wings es un poco aquellos chalados con sus locos cacharros (léase, aviones, o si lo prefieren cámaras cinematográficas), otro poco una comedia sentimental y un mucho un documental sobre la guerra y los sentimientos humanos, especialmente la amistad, por encima incluso de aquello de Rey y Patria tan frecuente en este tipo de producciones.

Viendo la película llegué a cuestionarme si lo que estaba viendo era una representación o era real. Con posterioridad he descubierto que William A. Wellman y John Monk Saunders (autor de la historia) formaron parte de los Lafayette Flying Corps y que gran parte de las escenas de combate provienen de documentos fílmicos originales. Esto no resta méritos a la película sino que por el contrario la confiere un realismo absolutamente impactante que ha servido de referencia obligada para films bélicos posteriores sobre las contiendas mundiales.


Pero todavía hay más. Una serie de efectos especiales originales y notables por los que la película también alcanzó el Oscar en esa categoría. Y aunque estemos en el año 28 no es tan fácil verles el truco. Se lo aseguro. Los efectos "burbujas de champán", supongo que francés por lo de el Folies Bergeres y esas cosas, no tienen nada que envidiar a los anuncios navideños habituales de la marca de cava catalán superconocida. Por un momento ¡hasta me creí que eso pudiera suceder!. Ese es el cine que engancha, el que seduce...


Verdad también que la historieta de amor, bien llevada por cierto, resulta normalita dentro del cine de la época, como también es cierto que el desenlace resulta un tanto predecible. Una estrella fugaz y una cruz de hierro no están condenadas, precisamente, a entenderse. Pero, aún así la película cautiva, desde su mutismo más absoluto y sus 139 minutos que siendo muchos no nos lo parecen.




viernes, 28 de noviembre de 2008

SCARFACE, EL TERROR DEL HAMPA (HOWARD HAWKS - 1930)


Chicago años 30. No, no es la película de Nicholas Ray de 1958. Estoy hablando del verdadero Chicago en los años 30 y Howard Hawks filmando "in situ", como aquel que dice, un documental de época: Scarface. Bandas de gangsters repartiéndose el negocio de la prohibición. Para ti el North side, para mí el South side. Cada cual en su casa y balas en las de todos.

Este es el resumen, muy sucinto, de una película arriesgada tanto por la época en que se rodó (1930, aunque se demoró su estreno en un par de años) como por las sobredosis de violencia. ¿Problemas con la censura? Evidentemente, si, porque a pesar de un cierto tono de comedia (el personaje de secretario particular de Camonte es todo un poema) y a pesar de que las balas son de fogueo (es un suponer) la película destila violencia por cada uno de sus poros. Y tiene muchos. Y por si fuese poca, la que no se ve se imagina. La caída de las hojas del calendario a "metralletazo limpio" no puede significar más que una sola cosa. Todos los días, un fiambre, por lo menos.

Bueno, tampoco es cuestión de regodearse en estas cosas. Pero la mezcla de gatillos ultrasensibles y dedos nerviosos resultaba demasiado provocadora incluso para aquellos tiempos donde la policía se veía desbordada por las leyes permisivas de las armas de fuego y por las "seguridades jurídicas". La cultura de Tony Camonte alcanza para solicitar "un Habeas Corpus de esos". Así estaba el patio. Los necios heredando la tierra como en el mandato divino. No...no era esto.

Lo que sí es cierto y no hay error es la excelente interpretación de Paul Muni, un actor bastante desconocido y al que quiero, una vez más, reivindicar. Se ha dicho que, a diferencia de otros actores (ejemplo Gary Cooper) Muni se metía en la piel de los personajes, se transformaba en ellos, en Cara cortada Tony Camonte, en Émile Zola o en tantos otros. El espectador no veía a Muni y pensaba que era Zola. No. El espectador veía y sigue viendo, a Zola, a Scarface. Hasta ese punto el arte de la imbricación actor-personaje. En ese sentido Paul Muni es un actor de proporciones colosales.

Resumiendo, la película es una de las míticas del género, a la altura de El enemigo público a la que recuerda en alguna escena, como por ejemplo aquella donde se está derramando la cerveza mientras Camonte y su banda anotan los "pedidos" con plus incluido. Su final también ha sido objeto de controversia e incluso la censura lo llegó a cambiar por otro más "light". No obstante en una película con 28 muertos en ella, ¿qué más light podemos esperar?.

Por si lo que les he contado no les parece suficiente, una perlita final. El extraño amor de Cesca, la hermanita superprotegida, con destellos absolutamente "contranatura" , máxime después de las mil y una, no noches precisamente, que le gasta el brother.

No se la pierdan.






miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL BUSCAVIDAS (ROBERT ROSSEN - 1961)


Escribir algo original sobre El Buscavidas es imposible. La página en blanco del procesador de textos parece más blanca si cabe. ¿Que les digo? ¿Que la he visto 3 veces y cada vez me gusta más? Esto es como esas patatas chips del anuncio. No se puede comer (ver) solo una. Voy más lejos, debería ser obligatorio verla y además repetir cada cierto tiempo. ¿Piensan que exagero? ¿De verdad la han visto?.

En ocasiones he comentado que los Oscars no siempre responden a intereses puramente cinematográficos. A veces se nota una cierta zona oscura en cuanto a las razones de su concesión. Por ello no siempre hay que tomarlos como indicador de la calidad de una película. En este caso, los premios conseguidos no se corresponden con los méritos argumentados. Verdad absoluta que la fotografía es de un blanco y negro majestuoso. Verdad incontestable que los actores están dirigidos de forma magistral. Con tanta calidad no debió ser difícil, Pero...

La música es tan adecuada que me atrevería a decir que es la única posible. Pipper Laurie no sé cuantas películas protagonizaría pero esta vale por todas. George C. Scott me hizo hasta olvidar su papel en Teléfono Rojo volamos hacia Moscú, donde se salía literalmente. Jackie Gleason siempre será, por secula seculorum, el Gordo de Minnesota y en cuanto a Newman ¿qué decir que no se haya dicho? Si hacemos una encuesta respecto a sus mejores películas, seguro que acaba con un triple o cuádruple empate. Una de ellas, El Buscavidas, sin ninguna duda.

Si alguna vez una película de perdedores nos ganó absolutamente para su causa esta fue El Buscavidas.

Desde este mismo instante comienza a contar el plazo para verla de nuevo...








martes, 25 de noviembre de 2008

DE MAYERLING A SARAJEVO (MAX OPHÜLS - 1940)


La fuerza interpretativa con que Gabrielle Dorziat me conmovió en Les parents terribles de Cocteau fue el motivo de que me acercase a esta película de Ophüls, en busca de una actuación similar de la actriz francesa. Debo decir que Gabrielle está magnífica pero en un escalón más bajo que su trabajo como aquella atípica tia solterona que se cuestionaba si lo que estaba pasando era un drama o un vodevil. Aun así, repito, lo hace bien y confirmó mis primeras impresiones.

En cuanto a Max Ophüls, de quien había visto "Madame de..." con dos monstruos del cine como Vitorio de Sica y Charles Boyer, también me ratifico en mi consideración de buen cineasta de historias un poco trasnochadas. Protocolos, conveniencias, razones de estado y otras perlas de este cariz son el trasfondo primero y último de una película de interés más histórico que argumental y que viene bien para repasar el famosísimo atentado de Sarajevo y sus repercusiones para la paz del mundo.


Alguna crítica leida por mi viene en establecer una cierta comparación de Ophüls con Lubitsch. En mi opinión, más allá de sus orígenes europeos y un cierto paralelismo en sus vidas, emigración incluida, las coincidencias son mínimas. Comparten cierta afinidad por el cine histórico, por la nobleza y los palacios, y, si me apuran, cierto sentido del humor, pero a partir de aquí Lubitsch, cual Marathon Man, se dispara y a Ophüls le faltan "piernas" para seguirle.


De todos modos, la película deja su mensaje. Las ideas progresivas del heredero al trono asustaban al "orden establecido". Sus sentimientos amorosos eran un atentado contra las conveniencias y las moralidades de las clases poderosas. Es ahí donde la figura de la madre del heredero, Gabrielle Dorziat, pone el contrapunto, la complicidad y la fina ironía. Entre tanta pomposidad y tanto protocolo, Gabrielle pone el verdadero toque de distinción.



VOCES DE MUERTE (ANATOLE LITVAK - 1948)


En el mundo de las críticas cinematográficas encontramos, como no podía ser de otro modo, la misma división de opiniones que en la fiesta (¿Qué fiesta y para quién?) de los toros. Unos abuchean y otros piden el rabo. Viene a cuento porque leo en "Combustible celluloid" la siguiente valoración al respecto, "Stanwyck was too strong to play this simpering role", (traducción libre: Stanwyck era demasiado dura para interpretar papeles tan amedrentados), mientras que por otra parte se propuso su trabajo para el Oscar de la Academia.

Ambas cosas tienen su razón de ser. Es cierto que Bárbara Stanwyck se caracterizó, entre otras virtudes, en llevar dos cosas: Una, a los hombres a la "perdición", otra, los "pantalones". Actriz de carácter donde las haya, incluso en sus múltiples trabajos al lado de la "abuelita" Capra y sus cuentos, probablemente será mas recordada por como maneja las pulseras tobilleras que por como se aferra desesperadamente a un teléfono.


Y sin embargo, en esta aparente contradicción, radica el secreto de su éxito. Tal vez un rol más "apropiado" no le hubiese otorgado el preciado Oscar, pero a una Stanwyck débil... ¿quien podría negárselo?. Pero voy más lejos. Al principio, los espectadores conociendo las "virtudes" de Bárbara, casi esperamos que se levante de la cama hecha una furia, se cure de sus complejos y resuelva el problema en un quítame allá estas pajas. Pero no. La cosa va en serio. "Houston tenemos un problema"... Y nos enganchamos sin darnos cuenta al sufrimiento de la señora Stevenson, que de la cinematográfica leona devoradora solo conserva contradictoriamente el nombre.


Anatole Litvak, a quien valoré merecidamente en La noche de los generales consigue crear un clima francamente interesante, mezcla de suspense y desequilibrio psicológico. Hablando de suspense, es probable y así se ha dicho, que el film inspirase al mago del género en uno de sus míticos trabajos. Sea o no sea, es un índice de que las cosas se hacen con profesionalidad y acierto.


Por último, referirme a Burd Lancaster, actor que por aquellos años estaba en el inicio de su carrera. Es cierto, y se ha dicho, que en Forajidos estaba muy bien. Yo añadiré que en El abrazo de la muerte, del mismo año 48, también tuvo una interpretación señera. Pero hay algo que se llama química. Y la química entre Lancaster y Ava Gardner, o entre el propio Lancaster e Ivonne de Carlo, no es la misma que con Bárbara Stanwyck. La combustión no es completa. Y eso, cuando estamos hablando de una de las actrices más "incendiarias" de Hollywood es casi un pecado. Un pequeño lastre con el que debe apechugar una película más que notable.





sábado, 22 de noviembre de 2008

EL ENEMIGO PÚBLICO (WILLIAM A. WELLMAN - 1931)



La película está basada en la historia escrita por dos farmacéuticos de Chicago, Kubec Glasmon y John Bright, titulada Beer and Blood (Cerveza y sangre). Y el título, como el algodón, no engaña. La cosa va de cerveza ( y licores en general) y sangre, mucha sangre.

Claro que, a diferencia de estos tiempos tan "avanzados" en los que vivimos, las películas de aquellos tiempos no se "regodeaban" mostrando el vital fluido rojo. Ni siquiera lo hacían en el equivalente tono gris del cine de la época. Y yo soy de los que, sin espantarme, agradezco el detalle. Bastante es saber que un indefenso caballo pase a mejor vida (¿tienen los caballos mejores vidas?) por el único delito (¿cometen delitos los caballos?) de haber causado involuntariamente (y no sigo preguntando) un accidente mortal a un gángster de renombre. Y por seguir con esta línea argumental, recordemos El Padrino...

Beer and Blood recrea, de forma ligera, la vida de un gángster de aquellos tiempos Earl "Hymie" Weiss, lider de la época de la Prohibición quien fue uno de los rivales más destacados de Al Capone y que, como no podía ser de otro modo, murió "prematuramente" a la edad de 29 años. James Cagney da vida al personaje de forma tan magistral que consiguió con este film su primer gran éxito de su carrera y un encasillamiento casi de por vida en este tipo de papeles. Solo recordaré, por haberlas visto últimamente, Ángeles con caras sucias, Los violentos años 20 y Al rojo vivo, pero si han habido gángster cinematográficos por excelencia, Cagney ha sido uno.

La película también documenta perfectamente una época, la de la prohibición del alcohol y consigue que nos imaginemos paseando por la ciudad de Chicago en las horas previas al inicio de la nueva ley, viendo el descontrol, el desenfreno y el acaparamiento de existencias etílicas. E, igualmente, es un exponente de la actuación de las bandas organizadas, de las guerras entre ellas, de la coacción, de la extorsión y en definitiva de la violencia.

En el terreno cinematográfico, gran interpretación de Cagney, desbordante sensualidad de Jean Harlow, actriz cuyo erotismo superaba, a mi juicio, su belleza, inolvidables escenas (la expresión de Tom bajo la lluvia o la secuencia del pomelo, entre otras) y un final... (para no contarlo), inolvidable.



NO ERAN IMPRESCINDIBLES (JOHN FORD - 1945)

Lindsay Anderson director de Las ballenas de Agosto calificó No eran imprescindibles como el mejor trabajo de John Ford. No me atrevo a confirmarlo pero tampoco a negarlo. Es cierto que Ford será siempre recordado por sus westerns humanizados y muy justitos en lo que a violencia se refiere pero They were expendable (me gusta mas el título original) no deja de ser uno de esos westerns donde las diligencias y el Ponny Express se sustituyen por lanchas torpederas y los héroes anónimos cambian las arenas de los desiertos del salvaje oeste por las aguas azules de un océano que no hace honor a su nombre, el Pacífico.

Ford, que acababa de regresar del conflicto donde había filmado documentales para la Marina, con la ayuda a la dirección del propio Robert Montgomery (realmente un oficial de navío) compusieron este homenaje tanto al soldado anónimo americano como a la figura del héroe John Bulkeley al que en el film se apellida Brickley y es interpretado por un Montgomery que prestó verdaderos servicios en Filipinas y donde, de nuevo, se cuenta con la participación de los "habituales" John Wayne y Ward Bond y también de Donna Reed que borda un papel de enfermera enamorada que la productora metió un tanto con calzador en el argumento.


Resulta sorprendente para quienes observamos estos acontecimientos desde la óptica que dan los años, esa simultaneidad de sentimientos encontrados: Por una parte el malestar y desesperación de los soldados por no entrar en acción. Por otra, el soldado temblando de miedo. ¿Real? Seguro que si. Ford filmó sus recuerdos. No se detuvo en la exposición macabra del horror que haberlo háilo. Lo dibujó con trazo fino. Tan fino que ni siquiera encontramos un rostro de soldado enemigo. Seguramente daba igual. El miedo y el coraje no precisaban de facciones reales o contornos definidos. Lo desconocido también aterra. La metralla, venga de donde venga, con su carga de muerte y destrucción también enciende los ánimos.





viernes, 21 de noviembre de 2008

VIDA FÁCIL (JACQUES TOURNEUR - 1949)



Los 40 fueron unos años especialmente fructíferos para Tourneur. Su famosa trilogía del terror y Retorno al Pasado entre otras supusieron una "década prodigiosa" para el realizador de origen francés. Sin embargo Vida facil es, con diferencia, la más floja de todas las que realizó en este período.

La novela de Irwing Shaw, recordado también por Hombre rico, hombre pobre, probablemente daba para mucho mas juego, especialmente por lo que se refiere a la relación matrimonial del jugador (consagrado) de fútbol americano y su esposa, diseñadora en ratos libres, con una esbozada historia de engaños que los productores, un tanto pacatos, no se atrevieron a llevar más allá.

Por ello no sería del todo justo imputar la total responsabilidad de este semi descalabro a Tourneur que deja su sello en muchas escenas, con planos fotográficos mas que notables y una dirección de actores muy inteligente, consiguiendo incluso sacar partido de Victor Mature, algo encasillado en films históricos, y de Lucille Ball, más comedida de lo habitual. También de Lizabeth Scott, actriz que ya me dejó buenas sensaciones en El estraño amor de Martha Ivers y Callejón sin salida.

Dos apuntes finales:

Curioso, cuanto menos, que Jacques Tourneur no hubiese asistado nunca a un partido de fútbol americano. No era imprescindible, pero tal vez hubiese ayudado.

Otra curiosidad: La vigente Ley española contra la violencia de género no debió inspirarse en los comportamientos cinematográficos americanos al respecto. Visto lo visto. Y se hace extraño que los mismos productores guardianes de las moralidades matrimoniales y atentos a los deseos de los espectadores para darles los finales más convenientes guardasen, por partida doble, un delictivo silencio.


miércoles, 19 de noviembre de 2008

LOS INSACIABLES (EDWARD DMYTRYCK - 1963)


La sombra de la senatorial caza de brujas es alargada. Lo mismo que la del ciprés, Y todavía alcanza a Edward Dmytryk, visto lo visto. Solo así puede explicarse las críticas negativas en exceso a una película que supuso la mayor inversión de la Paramount en el año 1964 así como un gran éxito de taquilla.

Basada en un best seller del prolífico Harold Robbins, narra la ascensión de Jonas Cord a la cúspide de un imperio económico que negociaba con aviones lo mismo que con plásticos así como con el propio cine. Esta es una película mas de esas que tratan el cine desde dentro pero lo hace, no desde la óptica del cine y su mundillo sino desde la esfera del money money, del dinero que llama al dinero, del dólar que confiere el poder, la gloria y las mujeres.

Se ha dicho que guarda cierto paralelismo con la vida de Howard Hughes. Y ciertamente algunos de los personajes están claramente "emparentados" con stars cinematográficas de los 30. Es clara la relación Carroll Baker (Rina) con Jean Harlow, el rubio platino las delata, e incluso se habla de la posibilidad de que el papel de Martha Hyer (Jennie) fuese el equivalente a Joan Crawford. Sin embargo, y en mi opinión, el film no precisa de estas semejanzas para convencer al espectador.

Bueno, no es un convencimiento absoluto. Tiene sus lagunas. Ese lado oscuro del protagonista que condiciona su actitud de defensa agresiva y sus planteamientos negativos y fatalistas ante el concepto de familia estable, merman un tanto el film. Son buenos planteamientos para películas como Psicosis pero aquí las cosas van por otros derroteros, por lo que tratar de explicar las maldades inexplicables por la vía de la psicología freudiana es un riesgo innecesario. El espectador se contenta con millonarios pisoteando con garbo al personal, con sexis chicas boom envueltas en visones y con una colección de barrabasadas y perlas gramaticales a diestro y siniestro. No es preciso que en el fondo sean buenos.


Papel que ni pintado para George Peppard, actor que tal vez hubiese despuntado de no haber sido porque en aquellos años había otro, al que todos recordamos, que daba idéntico perfil para papeles como este pero que además tenia una calidad superior.

Por último, mencionar a Alan Ladd, nuestro recordadísimo Shane, quien fallecería poco después, victima de una mezcla letal de tranquilizantes y alcohol. Es posible que su actuación sea la más destacable de una película por la que no se tirarán cohetes pero que tampoco hay que denostarla en exceso.






EL PUENTE DE SAN LUIS REY (MARY MCGUCKIAN - 2004)


Algo debe tener la novela de Thorton Wilder para conseguir el Pulitzer de narrativa aunque sea en el 28. Algo debía tener La Perichola ( real: la Perricholi) para alcanzar el estrellato no solo en el Virreinato del Perú sino en el resto del orbe civilizado. Algo tuvieron y tienen actores como De Niro, Keitel, Byrne, Kathy Bates, Murray Abraham, Geraldine Chaplin y Pilar López de Ayala para que hayamos reconocido su talento y buen hacer en otras ocasiones. Algo debe tener el agua cuando la bendicen. Pero...

La película es una auténtica inyección de anestesia. Los diálogos tan profundos como inapropiados para una sesión cinematográfica. Las dudas filosóficas una pócima infumable de adormideras. Porque, miren ustedes, una cosa es leer y deleitarse con Las soledades de Luis de Góngora y Argote y otra, bien diferente, llevar al cine paisajes de la Arcadia, alusiones mitológicas y filosofías neoplatonianas.

Esta bien eso de difundir la cultura, pero... ¡hay que coger un libro y leer de vez en cuando! ¡Que no es cierto que una imagen valga mas que mil palabras! Hay palabras que dicen mas que un millón de píxeles. Porque, además, descubriremos que la realidad histórica era bien distinta a la que nos cuenta Miss McGuckian (documenten la biografía de Fray Junípero Serra o de La Perricholi y su relación sentimental no tan breve)..

Se me figura que actores tan reconocidos como los citados no se creyeron el proyecto. Y claro, sin ellos, nada es posible. Sus vacíos no se llenan solo a base de lujos, boatos, hermosos escenarios e inadecuadas mentiras históricas.

Por cierto, Miss McGuckian, borre lo de THEATHER que, por si no lo sabe, en el Perú hablaban y siguen hablando el castellano.




martes, 18 de noviembre de 2008

EL HOMBRE LEOPARDO (JACQUES TOURNEUR - 1943)


Soy un enamorado del cine de Tourneur. A estas alturas no les descubro nada nuevo, pero procuro que el cinéfilo amor no me ciegue. Y esta es una ocasión para ponerme a prueba. La tercera de las colaboraciones Tourneur- Val Lewton no está al mismo nivel que sus predecesoras (La mujer pantera y Yo anduve con un zombie)

El propio Tourneur puntualizó dos de los principales problemas que tenía la película. Por una parte, se quedaba a medio camino entre el cine de terror y el cine de misterio. Por otra, la narración se estructuraba en viñetas perdiendo sensación de conjunto. No lo digo yo. Lo afirmaba Tourneur. Y tampoco hay que ser mas papistas que el propio Papa.

Es cierto y verdad que El hombre leopardo tiene instantes de terror absolutamente conseguidos. El cementerio con sus estatuas o el trayecto nocturno desde la tienda de comestibles de la muchacha con el saco de harina, son signos evidentes de un cine con mayúsculas de un director mayúsculo. Y lo mismo sucede con la fotografía que consigue crear, a base de luces tenues y sombras acechantes, un ambiente capaz de tenernos encogidos en nuestras butacas durante muchos minutos.

Pero algo falta. Probablemente esa "tercera dimensión" (por llamarlo de alguna manera) de Cat Woman. No resulta suficiente mantener la pantera (Dynamite, la misma en ambos films) y cambiar el género femenino por el masculino. También cambian las motivaciones. Los atavismos se truecan en psicopatías mentales. Y ese aura de terror psicológico se desvanece. La película lo acusa y el espectador lo nota. Sigue siendo una buena película, pero... Eso es lo malo, cuando empezamos a poner peros a la cosa.








CARTA DE UNA MUJER DESCONOCIDA (XU JINGLEI - 2004)


¿Podemos abstraernos de nuestros esquemas occidentales? Esta es la pregunta clave. Porque si no podemos abstraernos repetiremos incesantemente, como hacen otros críticos, ¿Porqué no le confesó su amor? ¿Porqué tuvo un hijo que nunca conocería a su padre?. Años 30. Shangai. Filosofías orientales. ¿Recuerdan? Una China convulsa. Vientos de guerra. El amor infantil, el juvenil, el maduro... Un perpetuo ramo de rosas blancas.

Destapemos nuestra sensibilidad. Dejemos que se impregne de esta historia, aunque la sintamos lejana desde la óptica de nuestro mundanal ruído donde prima lo directo, el pan pan y la verdad sin tapujos. Pero estamos en Asia, en la China inmensa y profunda. Milenaria. Las mismas verdades con distintos vestidos, con gasas y encajes, con siete o setenta velos en contraposición a los Ruiz de la Prada occidentales. No se aceptan preguntas solo sentimientos.


Llama poderosamente la atención la capacidad de Xu Jinglei como actriz, como directora y como escritora, pero sobre todo para hincar alfileres en nuestras fibras más íntimas, esas que la occidentalidad nos ha atrofiado. Y lo hace tanto desde la palabra, esa voz en off que transmite resignación y un cierto fatalismo como desde las imágenes. En ese sentido la escena final llena de complicidades es absolutamente maravillosa.


En una película en la que hay que emigrar desde valores materiales a principios inmateriales, la música se me antoja absolutamente fundamental. Y en este sentido, las melodías de cuerda son imprescindibles compañeros de viaje. La ambientación y la fotografía también muy conseguidas.


Cuando el cine actual, especialmente el americano, en su carrera por las taquillas y los beneficios, va dejando la calidad en la cuneta, el cine asiático ha recogido el testigo y consigue, a base de obras como esta, que nos reconciliemos con el cine y que este sea un instrumento con una única finalidad: Emocionarnos.


AL OESTE DE LA DIVISION (ROBERT N.BRADBURY - 1934)


Allá por los 30, Robert N. Bradbury quien venía realizando cine desde 1918 dirigió a John Wayne en una serie de westerns serie B con temáticas muy similares que fueron rescatados del justo olvido por la colección Grandes Clásicos del Oeste (El Mundo 2006-2007).

Calificadas benévolamente como "extremadamente flojas" tienen un argumento a su favor, la corta duración, alrededor de los 53-54 minutos, de forma que si lo breve si bueno dos veces bueno, lo malo, mejor todavía.


Su visionado actual solo puede justificarse desde la equivocación o desde la curiosidad por un cine de pocos medios e historias mediocres. Claro que vista una, vistas todas. En el caso que nos ocupa, familia de padre e hija, buenos, buenos se ven hostigados por banda de matones, malos, malos. ¿El chico de la película? Evidente: John Wayne, diciendo aquello "Tu mataste a mi padre" sin princesa prometida pero con hija de granjero que para el caso sirve. ¡Ah! y recuperando hermanos de paso...

Una y no más Santo Tomás. Al menos eso espero...

lunes, 17 de noviembre de 2008

CARAVANA DE PAZ (JOHN FORD - 1950)


Las constantes vitales del cine de Ford a que me refería en La legión invencible se mantienen aquí. Sigue siendo un cine familiar donde la lealtad y los sentimientos se sitúan en un primerísimo plano, con su justa comicidad y sus actores habituales. La ausencia de John Wayne se suple con profesionales de la talla de Ben Johnson, Ward Bond o Joanne Dru, todos ellos ligados a Ford por muchas horas de vuelo o, mejor dicho, de cabalgadas y diligencias.

Incluso hay quien ha comparado este film como un poema en imágenes. Tal vez resulte excesivo. Sin embargo la caravana se mueve más por el impulso de la fe y de las ideas de la comunidad mormona que por la energía de los caballos. Y en esta misma línea, la violencia es la justa y necesaria para que podamos encuadrar la película dentro del género western.

Pero es de esos westerns que se renuevan con los años. Con los años de la película pero sobre todo con los nuestros. La juventud echará de menos la pólvora y las masacres de pieles rojas o batallas como la de Little Big Horn. La madurez agradecemos las historias bien contadas y repletas de ideas con sentido.

John Ford nos vuelve a seducir con unos paisajes hermosísimos y perfectamente filmados. Nos vuelve a intrigar con sus primerísimos planos significativos y nos gana para la causa de una buena historia.

Y la hermana Ledeyard (Jane Darwell, otra habitual) tocando el cuerno, una delicia para los ojos y un tormento para los oídos.

Es John Ford. Un maestro.


SALVATORE (GIAN PAOLO CUGNO - 2006)


Interesante punto de partida y deficiente desarrollo. Este es el resumen de Salvatore, película que nos muestra la escuela de la vida como alternativa o, si así lo prefieren, como complemento a la educación oficial.

Probablemente, muchos adultos desempeñarán sus profesiones y oficios con mucha menos habilidad que lo hace este chiquillo, huérfano y con la responsabilidad de sacar una familia adelante. Claro que, esto es cine, y lo que aquí cabe dentro de lo posible, en la realidad se da de bruces con un sistema protector que imposibilita cualquier heroicidad de supervivencia.

Y lo que aquí plantea Gian Paolo Cugno no es más que las deficiencias de ese sistema. La suficiencia de Salvatore quiere sustituirse por la insuficiencia administrativa, la convivencia familiar reemplazarse por las soledades del asilo y del orfanato. Y aunque lo plantee en tono de semi comedia, la realidad es dura y cruel, como el muchacho saqueando la casa recién abandonada.
Ahora bien, la cosa no se arregla con profesores pluriempleados, directores de colegio permisivos, asistentes sociales atacadas de los nervios, mafiosos intermediarios con corazoncito y carabinieris mirando para otro lado. La cosa difícilmente tendrá arreglo pero en cualquier caso deberá ir por un camino distinto a las clases particulares entre tomates de invernadero.

De todos modos, se apunta un problema y eso ya es algo. ¿La solución? ¿Mañana? Quizás. De todas maneras, llevamos ya tanto tiempo esperando que se arreglen cosas como estas...


domingo, 16 de noviembre de 2008

DIAS DE GLORIA (JACQUES TOURNEUR - 1944)


Tras una etapa que podemos llamar de "terror sicológico" con trabajos como La mujer pantera, Yo anduve con un zombie y El hombre leopardo, Tourneur dirigió este film sobre la resistencia de la guerrilla soviética en la II guerra mundial que no está considerado como uno de sus mejores trabajos pero que contiene algunos de los elementos más característicos de su cine.

Así, y de igual modo que sucederá posteriormente en westerns como En tierra generosa o Wichita, la imprescindible violencia, tanto de los cañones como de los revolveres, deja paso a las motivaciones y a los sentimientos. Detrás de las balas y las bombas hay personas que han visto destruido su universo personal y a quienes la conflagración ha situado en una posición con capacidad destructora. La violencia de Tourneur no deja muertos anónimos sino seres plenamente identíficados. Y por eso impacta más. Por eso sensibiliza más al espectador.

En este caso, Tourneur "dirige" nuestra sensibilidad hacia la figura de la guerrilla soviética dirigida por Vladimir (Gregory Peck) en una clara exaltación de valores: honor, lealtad, valentía, patriotismo y comportamientos claramente heróicos, mediante una película que, desde el inicio, muestra sus cartas: un retrato apologético del aliado que resistía en el frío al invasor nazi.

Tal vez ese tono panfletario en favor de un aliado que, con el tiempo, lo sería cada vez menos y la "excesiva" para mi gusto, historia de amor supongan un lastre para la película, a pesar de estar hecha con mucha profesionalidad. Como de igualmente profesional podemos calificar el primer papel estelar de Peck o de su partenaire femenina Tamara Toumanova, actriz y bailarina rusa que interpreta a Nina pacífica entretenedora de las tropas soviéticas a quien las circunstancias implican de manera efectiva en la contienda. Como curiosidad, Tamara Toumanova interpretó también el papel de una bailarina soviética en La vida privada de Sherlock Holmes, de Billy Wilder.

En resumen, interesante película, especialmente si la contemplamos desde el amplio contexto de la filmografía de Jacques Tourneur o de los trabajos de un gran actor como Gregory Peck. Situada en otro plano, el film resulta algo irregular con escenas como las de los cantos comunitarios y las lecturas poéticas, un tanto al borde de la ramplonería. Es posible que de tanto acercarse a la sensibilidad humana Tourneur pierda por momentos la perspectiva de una cruda realidad bélica alejada de cánticos y juegos florales.








jueves, 13 de noviembre de 2008

ORO EN BARRAS (CHARLES CRICHTON - 1951)


El humor inglés sería inconcebible sin la famosísima flema británica. Sin esa seriedad que confiere el bombín, el paraguas, la torre de Londres y la hora del te. Y muy probablemente sin las comedias de la factoría Ealing (recuerden también Whisky a go-go de Alexander Mackendrick) y sin Alec Guiness.

Pero gracias a Dios (salve a la Reina) nada de esto falta en esta película. Hay de todo. Desde una City repleta de ejecutivos en horario laboral y respetables instituciones financieras hasta delincuentes profesionales de medio pelo y delincuentes aficionados de pelo y medio. Y tampoco hay que rebuscar mucho para encontrar uno de los rostros mas dulces y angelicales llegados del otro lado del canal, Audrey Hepburn, introduciéndose en esto del cine al propio tiempo que lo hace en nuestros ojos.


Y casi sin quererlo nos encontramos también con una de las persecuciones más alucinantemente divertidas de todos los tiempos con una "surrealista" confusión de vehículos policiales digna del mejor cine de los Marx o del mismísimo Billy Wilder. ¿El Oscar al mejor guión? : El mínimo reconocimiento al trabajo espléndidamente realizado.

Los pensamientos hispanos se dirigen inevitablemente hacia el popularísimo Dioni, pero me gusta ir un paso adelante ¿Cuantos Dionis en potencia no dejaría a su paso esta película?..





martes, 11 de noviembre de 2008

PIERROT EL LOCO (JEAN LUC GODARD - 1965)



 Mientras escribo esta crítica estoy escuchando la BSO de Chinatown de Roman Polanski pero ni por esas. Todo parecido con el cine negro es pura y absoluta confluencia de hados, destinos favorables y generosidad por parte de los espectadores. Ya sé que, aproximadamente el cincuenta por ciento de los que lean esto coincidirán conmigo y que el otro cincuenta no. Este es el sino de las películas de culto y Godard sabe darle a la máquina de fabricar churros cultos como nadie. Ya lo demostró en El desprecio. Claro que allí al menos estaba la Bardot y BB no es la Karina en lo que a alegrar la vista se refiere.

Para aquellos que ya me han puntuado negativamente antes de acabar la lectura (evidentes godarianos de pro) les diré que, no obstante todo lo que acabo de decir, Godard me ha gustado mucho más de lo habitual. No en el argumento, prácticamente inexistente, pero sí en su función de desmaquillador de una sociedad en decadencia intoxicada de spots publicitarios de coches de lujo, leches hidratantes y lacas para el pelo... "¿Captas?". Y me ha gustado también por su humor altamente inteligente - el único habitante de la luna asediado por consignas comunistas y coca colas- y memorable - para enmarcar- la escena del embarcadero y el hombre que escuchaba, digamos "música celestial".

Godard realiza un film surrealista, aunque compendiar todo el cine que lleva dentro en una sola frase es una osadía por mi parte. No obstante, considero que esa es la línea principal del film. La secuencia de la gasolinera es un ejemplo de ello, a lo Laurel and Hardy. La escena del matón enano, otro. Pero el surrealismo es un arma muy afilada y puedes acabar cortándote. Cortar los hilos que atan la realidad a la cordura es un terreno todo lo filosófico y vital que queramos pero que con frecuencia desemboca en el absurdo y en lo ininteligible.

Godard consigue mantenerse en esa delgada línea que separa los fracasos de las obras maestras. Probablemente son los riesgos de un cine personal que intenta remover cimientos sociales. Aquí la cosa le salió, digamos, medianamente decente, entre absurdos, muertos "atijereados" y arsenales en ruta hacia el África Subsahariana. De ahí mi valoración, en la misma línea de equilibrio entre la nada y el infinito: Interesante.



LA LEGION INVENCIBLE (JOHN FORD - 1949)


El cine de John Ford tiene sus constantes vitales. La familia, los sentimientos, la lealtad, las situaciones cómicas y un descarado toque irlandés son algunas de ellas. En ocasiones hay que sumarle el Far West como escenario y la Caballería como ejemplo de valor, integridad y servicio. Y siempre o casi siempre: John Wayne.

Este es su cine. Lo tomamos o lo dejamos. Para muchos resulta demasiado dulzón como si las flechas comanches fuesen dardos de Cupido. Y aunque es bien cierto que Cupido suele presentarse con éxito a los castings de Ford sus películas van más allá y se sumergen con tacto y delicadeza en las profundidades humanas. Tomemos como ejemplo la convulsión interior del capitán Nathan a consecuencia de una jubilación inminente o en el diálogo magistral con el jefe indio: "Somos viejos para hacer la guerra pero podemos impedirla".

Yo soy de los que tomo el cine de Ford. De los que me gusta su "violencia" imprescindible y descafeinada. Cuando quiero sublimarla me encomiendo a Peckinpah lo mismo que cuando quiero ver la cara humana y doliente me refugio en Tourneur. Pero Ford me regala los valores humanos de la aventura, las flores ante una lápida o el calendario con que el protagonista pretende engañarse a sí mismo llenándolo de cruces. Ese es el Ford que me gusta.

Las diligencias, las cabalgadas a través de espléndidos escenarios naturales, los indios con sus majestuosos gorros y sus pinturas de guerra me devuelven a mis años infantiles con aquel fuerte de madera y los soldados apostados. Pero el resto, me ayuda a mirar al frente...








lunes, 10 de noviembre de 2008

LA PASION DE JUANA DE ARCO (CARL THEODOR DREYER - 1928)


Artistas de la cámara han habido muchos. Europa ha sido cuna de bastantes de ellos. Pero Carl T. Dreyer aporta algo diferente: la técnica cinematográfica al servicio de su majestad la verdad. Porque, no nos engañemos, cada primer plano de Santa Juana de Arco es un estruendo en nuestra sensibilidad para despertarnos, para decirnos "esta es la verdad", la Iglesia consagrando la injusticia, el poder eterno al servicio de intereses temporales. Y no resulta extraño como bien apunta Miguel que los altos cargos eclesiásticos ni siquiera los recientes, aceptasen esta verdad.

Duelen tantos primerísimos planos. Duele tanta lágrima en alta definición. Chapeau para los restauradores del film. Y de eso se trata. De que duela. Caiga quien caiga y pese a quien pese. ¿Que deberían haber lucido más los costosos decorados? Tal vez Dreyer deseaba el contraste mayúsculo entre el boato y la verdad dolorosa. Y, por descontado, esta, siempre y absolutamente en primer plano.

El resto, un desfile de vanidades, de orondos prelados cerrando filas alrededor de la iniquidad, de buitres a la espera del derrumbe psicológico de su presa. De tretas, ardides y artimañas en el supuesto nombre de Cristo. Solamente el pueblo, el llano, el "iletrado", el vulgo vulgar, pone coherencia en todo ello: "Habéis quemado a una santa".

En un cine como el actual donde los píxeles y los primeros planos son enemigos declarados de muchos actores es un lujo descubrir a una ACTRIZ como María Falconetti. La película es una obra singular pero gracias a ella alcanza la categoría de excelsa obra maestra.





domingo, 9 de noviembre de 2008

EL COLOSO DE ROMA (GIORGIO FERRONI - 1964)


De vez en cuando alterno un cierto cine de prestigio con otro ciertamente desprestigiado como es el peplum o lo que toda la vida se llamó cine de romanos. Las razones de esta alternancia no están muy claras. Tal vez una vuelta a aquel cine despreocupado de la infancia, tal vez la seducción del género de aventuras o incluso la necesidad de introducir el cine de evasión en mis habituales ciclos de filmografías mucho más sesudas y comprometidas. No sé. El caso es que lo hago, sin esperar demasiado de este tipo de films.

El coloso de Roma es un film italiano dirigido por Giorgio Ferroni quien allá por los 60 ya realizó unas cuantas incursiones en eso del peplum: La conquista di Micene, La guerra di Troia, Leone di Tebe o Coriolano, heroe senza patria, fueron algunos de sus títulos. En El coloso de Roma contó con la participación de uno de los "musculitos" más famoso del género, Gordon Scott, quien juntamente con Steve Reeves manejaban bien el tarro de los linimentos en esta clase de películas.

No obstante, he de decir que esta película está claramente por encima de la media y presenta un argumento interesante y original. No es habitual encontrarnos con películas de romanos que hagan referencia a ese período de la historia en que Roma no era sinónimo de imperio sino únicamente de ciudad que acababa de derrocar a su rey Tarquino y que se iniciaba de forma balbuceante en el gobierno republicano. Esto representa un valor en el film de Ferroni que no compensa las carencias habituales de este género pero que el espectador valora y agradece. No todo van a ser Césares, legiones y cristianos crucificados.

Por otra parte, su trama, donde se mezclan lealtades, traiciones, bellaquerías máximas, heroicidades y algún que otro "milagrito" pues se deja ver e incluso pueden acabar dando por buena esta sesión de tarde o de noche bien surtida de "pressing catch" romano.

Tras estos momentos de "recreo" infantil, en mi agenda se vislumbran películas de Dreyer o Ford que evidentemente serán otra historia.

viernes, 7 de noviembre de 2008

SUMURUN (ERNST LUBITSCH - 1920)


Hablar de Sumurun es, sin duda, hablar de Max Reinhardt, productor cinematográfico y director austriaco de cine y teatro, nacido en 1873, impulsor del expresionismo y en cuya compañía "Deutches Theater" se formaron genios de la talla de Murnau o Dieterle.

Inicialmente Sumurun es una película suya de 1910 que, una década después es llevada nuevamente a las pantallas por Lubitsch, como homenaje al propio Reinhardt y a sus ideas artísticas: Escenarios, cine de masas y la expresión como huida del naturalismo. Claro que Lubitsch la viste de Lubitsch, no tanto del Lubitsch que será sino del que se adivina. Ese que se vislumbra en los gestos del eunuco o en el juego de los baúles. Ese Lubitsch que, incipiente, se muestra en la pareja de sirvientes del bazar de telas o en el mismo personaje del cómico jorobado que recrea por sí mismo a la perfección.

Otro atractivo de la película, inusual para los tiempos que corren, estriba en conocer y admirar el trabajo de Pola Negri, actriz polaca del cine mudo, muy famosa de los 20 a los 30 y que, como Reinhard, el propio Lubitsch y tantos otros emigró a los Estados Unidos. Su trabajo como la bailarina Yannaia nos acerca a esta figura mítica del cine silente.

Y una curiosidad más. El personaje de El Sultán está interpretado por otro de los grandes del cine, Paul Wegener, actor y director de una maravilla expresionista como El golem.

Como verán la oferta del film es lo suficientemente atractiva para los aficionados al cine especialmente para aquellos que nos gusta Lubitsch y estamos interesados en el expresionismo alemán.

El resto, mejor se abstienen.



miércoles, 5 de noviembre de 2008

MATA HARI (GEORGE FITZMAURICE - 1931)


Respetando los datos fundamentales de la vida de Mata Hari, tales como bailarina y espía, Fitzmaurice realiza una obra a mayor gloria de una Greta Garbo que, sin embargo, en este film parece un tanto desubicada, como si no se amoldase por completo a las posibilidades expresivas del cine sonoro. Algo similar ocurre con Ramón Novarro, inolvidable príncipe estudiante "in Old Heidelberg" y que parece haber perdido aquella aniñada seducción que tan bien supo extraerle Lubitsch.

Hay, a mi juicio, un exceso de gesticulación y teatralidad especialmente en las secuencias comunes de Greta y Ramón, como si les costase desprenderse de sus viejos hábitos interpretativos. Y también he echado en falta verosimilitud en cuanto a la historia de esta mujer que, según cuentan, tuvo en jaque al contraespionaje francés gracias a su sensualidad y sus "talentos" personales.


La escena del baile frente a la diosa Siva no me pareció creíble. Excesivamente light me dije. Luego he averiguado que existe otra versión, la censurada, donde se pueden valorar mucho mejor los encantos y las artes plásticas de la Divina Garbo. Esto me lleva a una reflexión final, ¿Estamos juzgando al director y su película o a las puritanas hermanas de Historias de la frivolidad, tijera en mano?


No soy muy aficionado a la búsqueda de Griales pero localizar la versión que nunca existió puede ser una tarea gratificante. Tal vez haría cambiar mi visión de esta película que hoy por hoy y tal como está me resultó interesante aunque creo sinceramente que daba para mucho más.