Por Jacques Tourneur siento auténtica devoción. Me considero un devorador de su cine y aunque este blog no recoja todas mis valoraciones puedo asegurarles que he visto un gran número de sus películas. Por tanto La ciudad sumergida era un film de visionado imprescindible y aunque debo adelantarles que no me ha gustado, la categoría de Tourneur no solo ha salido indemne sinó incluso reforzada.
Y es que el francés además de buen cineasta era un hombre práctico que aceptaba casi todos los encargos que se le ofrecían sacando partido de auténticos infumables. Sin embargo en el caso que nos ocupa la cosa se complicó bastante.
El argumento trae su origen de un poema de Edgar Allan Poe que si ya de por si era difícil de trasplantar a la pantalla, mucho más cuando se le añaden referencias a La sombra sobre Insmouth de H.P.Lowecraft. Sin embargo el reto no desanimó a Charles Bennett, acreditado guionista de obras tan acreditadas como El hombre que sabía demasiado, Blackmail o Las minas del rey Salomon, quien conformó un guión ciertamente trabajable (de hecho la primera parte de la película ofrece expectativas mas que interesantes). Pero la productora AIP no estaba por la labor y pretendía obtener el máximo beneficio a coste 0, vamos como hacer croquetas con las sobras del cocido.
Así, entre reutilización de decorados-Corman y tijeretazos aquí y allá (al mismo Bennett se le propone viajar a Inglaterra con “dietas” de risa y claro la carcajada del guionista fue estruendosa), la cosa acaba con otro escritor al frente del proyecto al tiempo que se añadían toques Jules Verne y hasta un ridículo pollo llamado Herbert y así nos encontramos al bendito Tourneur filmando lo infilmable.
Como consecuencia tenemos el último trabajo de Jacques Tourneur y el peor de toda su filmografía. Y si la cosa no va a peores es gracias al propio director y a un gran actor como Vincent Price que deja su impronta en todo lo que hace y que había trabajado con Tourneur en La comedia de los horrores, una genial comedia que recomiendo vean con la disposición a pasar un rato desenfadado y preferentemente en dos sesiones puesto que en la primera, rara vez se aprehenden todos sus matices humorísticos. Esta no, esta es una historia para pasar página y ser indulgente con un Tourneur al que le vendieron la burra y como diría un castizo se la metieron doblá.
Puntuación: 6,00 (con generosidad y porque la mano irrepetible de Tourneur obliga...)