miércoles, 14 de septiembre de 2011

COMO CASARSE CON UN MILLONARIO (JEAN NEGULESCO - 1953)



Entretenida aunque intrascendente. Me quedo con lo primero. Una película como esta es un oasis en el desierto de las trascendencias. ¿Qué no es perfecta? No importa salvo que se busquen perfecciones. ¿Qué ha envejecido? Y quién no. Tampoco importa mientras las esculturas y los contoneos de Marilyn Monroe sigan en nuestros televisores. Si lloramos por las carencias las lágrimas nos impedirán ver las estrellas.

Pues de tres estrellas se trata, Marilyn, Lauren y sus ojos, y Betty Grable, féminas con fundamentos pero no demasiado ricas, que queman sus naves alquilando un apartamento de lujo donde esperan codearse con la jet. Claro que, teniendo tan reservado el derecho de admisión a magnates del petróleo o similares, la inversión inmobiliaria arrastra pérdidas más que beneficios por lo que se hace necesario el empeño en los montes de piedad USA de todo lo fungible, comenzando por el piano y terminando por la banqueta de la cocina. ¡Pero esto es cine, señoras y señores! Y llegan los millonetis cargaditos de paquetes, cual magos de Oriente…

El afortunado encuentro de Loco Dempsey (Betty Grable) con un rico ganadero en convención – por lo que vemos habitualmente las convenciones son una especie de deporte nacional norteamericano donde los invitados echan canitas al aire, se toman algún whisky que otro y se supone que debatirán de algo- da el pistoletazo de salida a unas relaciones sociales de las tres modelos con el mundo del petrodólar. Claro que no es oro negro todo lo que reluce. Y algún desengaño que otro se llevan.

Me niego a jugar al tres en raya y poner a una actriz antes o después que otra. Bien las tres. Dejemoslo así. William Powell, nuestro hombre delgado de siempre, bigote y clase habitual. Fred Clark y Cameron Mitchell correctos. Por descontado la música de Alfred Newman, la fotografía de Joseph MacDonald y la dirección de un Jean Negulesco de quien recordamos De amor también se muere, Regresaron tres o Belinda.

No puedo obviar dos detalles que probablemente conocerán. Aunque la primera película estrenada en cinemascope fue The robe, la primera en filmarse fue esta. Los 6 minutos introductorios con toda la orquesta contenida en la pantalla y el propio sonido de de Alfred Newman son una demostración, así de entrada y como quien no quiere la cosa de las posibilidades de esta técnica fílmica y de la espectacularidad de la estereofonía. Escenas como la de los espejos con una Marilyn multiplicada o escenas donde el cuerpo tendido de las actrices ocupa la totalidad de la pantalla, resultaban impactantes y la película tuvo una buena acogida y rentó beneficios.

Lo segundo son los guiños de algunas frases a otras películas o situaciones. Por ejemplo la frase de Lauren Bacall a los hombres que le gustan, mayores como el de La reina de África (su marido Bogart), las alusiones a los diamantes en el caso de Marilyn o el reconocimiento de la voz de un artista radiofónico por Betty Grable (su propio marido).

Si, entretenida. ¡¡Rien ne va plus!!

Puntuación: 7,55




6 comentarios:

Mario Salazar dijo...

Es cierto que éstos clásicos tienen características que parecen que con el desencanto moderno tan en flor de piel lucen románticos -como que no tienen la empatía contemporánea- aún con algún toque poco virtuoso en el ambiente, pero siguen siendo un disfrute verlos para los cinéfilos, porque esa magia de antaño es imperecedera como arte, y aunque lo ves ligero, yo diría que tiene mayor conscistencia que lo mucho que se hace hoy en día. Y una vida sin intrascendencias no sería una vida, porque las pequeñas cosas también resultan muy regocijantes. Espero ver a Monroe más seguido, tengo varias películas suyas. Un abrazo.

Mario.

deWitt dijo...

Pues yo confieso: es una película que siempre me ha agradado. Opino que tiene partes en su guión muy inteligentes e irónicas y el trío protagonista se complementa a la perfección.

Desconocía la información sobre el cinemascope (nunca te acostarás....gracias) por lo que en mi próximo visionado prestaré más atención a esos minutos iniciales.

Un saludo

abril en paris dijo...

Ademas de información nos alegras la vista porque es de esas peliculas que te ponen de buen humor. Poco importa si la sociedad ha cambiado y la mentalidad femenina y masculina ( a veces tengo mis dudas ) lo que cuenta es ese precioso abanico de chicas con sus divertidas historias.
La versión remota de Sexo en N. York años 50.

Un gusto.:-)

Besos

FATHER_CAPRIO dijo...

Mario: Creo que el principal problema que tenemos quienes nos gusta el cine de antes es ¿como diría? "ponernos en situación". Se trata de ver las películas de antes con ojos de antes. Como unas gafas 3 D temporales.
Exccelentes películas no soportan el paso del tiempo y deben verse algo así como in situ.
Desde la actualidad, tres chicas en busca de marido parece ir en contra del papel que la mujer se ha ganado a pulso en nuestra sociedad. Pero era lo que había, y si me apuras, el hecho de que buscasen millonarios ya era un paso adelante en su condición secular de ama de casa y cuidadora de los hijos.
Solo poniéndonos en situación disfrutaremos...
Saludos

FATHER_CAPRIO dijo...

DeWitt: La escena inicial fue pensada por varios motivos: Una especie de homenaje a Alfred Newman, y una demostración de la calidad de sonido e imagen.
Hoy estamos habituados a ello, pero entonces ver una Marilyn multi reflejada en los espejos o tumbada en un diván ocupando ¡toda una pantalla de cinemascope! era algo así como una pasada.
Saludos

FATHER_CAPRIO dijo...

Abril: La risa ante nuestros TV por muy grandes que sean se cotiza muy alto. Está prohibitiva. No se si a la altura del azafrán pero casi.
Yo ya me estoy conformando con el sucedáneo de la sonrisa. Y para ello películas como esta son perfectas.
Ah! y como le digo a Mario son necesarias gafas 3D para remontarnos más de medio siglo y disfrutar adecuadamente..

Saludos