sábado, 13 de marzo de 2010

LA GRAN JUERGA (GERARD OURY - 1966)




Los caminos del humor son infinitos. O casi. Reconozco que el elegido por Louis de Funes a base de gesticulaciones contorsionadas no figura entre los santos de mi devoción pero aún así consigue movilizar mis músculos risorios más allá de la simple y condescendiente sonrisa, lo cual significa mucho especialmente si tenemos en cuenta la soledad del espectador de fondo y platea frente al televisor.

Claro que, estamos hablando de La gran juerga, película de Gerard Oury que detentó, con más de 17 millones de espectadores, el récord de taquilla del cine francés durante muchos años, primer puesto del que no fue desbancada hasta 2008 con el film de Dany Boon "Bienvenidos al Norte" (Bienvenue chez les Ch'tis) y que cuenta con una pareja mítica del cine cómico galo, el tandem Bourbil-Funes, el primero algo más versátil, con incursiones en el polar francés (Le cercle rouge, Jean Pierre Melville - 1970) mientras que Funes ha venido arrastrando con honor su pasado en la gendarmería de Saint Tropez así como su concierto de maletas a la carrera. Gesto y figura hasta la sepultura don Louis.

Pero hay que ser justo, o al menos intentarlo. Y Funes con sus funcionales tics y sus manías (personajes por lo general gruñones) no deja de ser un auténtico profesional que, en su rol de director de orquesta, se permitió el lujazo de dirigir por si mismo La marcha húngara, extraída de La condenación de Fausto, de Héctor Berlioz, para sorpresa de los músicos del Palais Garnier, sede de la Ópera Nacional de París.

Las peripecias de tres aviadores británicos abatidos a cañonazos sobre el cielo de París son el punto de arranque de una comedia interesante sobre la ocupación alemana de la ciudad de la luz y de la totalidad del país vecino. Una comedia que, curiosamente, fue la primera sobre el tema de la segunda guerra mundial que se estrenó en Alemania y que, siguiendo con las curiosidades, cuenta con el hijo de Michelle Morgan, compañera de Oury, en el papel de McIntosh y la participación como guionista de la hija de Oury, Danièle Thompson, quien se convertirá en habitual en los films de su padre.

Si a todo ello le añadimos a Claude Renoir en la fotografía, Georges Auric en la batuta musical, y al británico de pura cepa Terry-Thomas, perfecto complemento de la pareja Bourvil-Funes, tenemos mas de dos horas de actividad para esos músculos faciales de la risa tan dejados de la mano de Dios últimamente.



1 comentario:

ANRO dijo...

Pues tiene muy buena pinta esta peli, Father, pero que muy buena a la vista de ese corto que insertas y de los comentarios que escribes. No la he visto, pero va ser menester registrar aquí y allá para pasar un buen ratito. El humor en la pantalla, si es como debe ser, no hace distinción de nacionalidades.
Un abrazote