¿Qué debo pensar de una película calificada como comedia que
no consigue inmutar mis músculos risorios más allá de un par de ocasiones? ¿Es
una mala comedia? ¿Soy yo el espectador inadecuado?
Ciertamente, la
cuestión no es baladí, especialmente si tenemos en cuenta la opinión de
críticos y de páginas web especializadas. Así, Filmsite inicia su extensa
reseña de este film con estas palabras: “ The iconoclastic,
not-politically-correct Blazing Saddles (1974) is one of Mel Brooks' funniest,
most successful and most popular films” Y mi risorio sin moverse: ¿Que me pasa
doctor?
Igual que digo una cosa digo la otra. Así en Filmaffinity se
lee” Brooks, rey de la parodia hasta la llegada de Nielsen, se ríe de los
westerns clásicos. Algún buen golpe no la redime de su flojera" (Javier
Ocaña: Cinemanía)” Gracias sean dadas a Javier Ocaña por haberme reconciliado
conmigo mismo y comprobar que no soy la única voz que clama en el desierto.
Cuando menos seremos dos en la visita al especialista por lo que,
probablemente, nos haga alguna rebajita en estos tiempos de crisis y recortes.
De todas formas, y pidiéndoles disculpas por esta inusual
crítica, uno se plantea ¿Hay tanta gente equivocada? O dicho de otra forma:
¿Qué tiene el agua para bendecirla? Llegados a este punto es inevitable entrar
en el terreno de las valoraciones personales que, por supuesto, no tienen
porqué coincidir con las de ustedes, pero les anticipo que aceptaré de buen
grado todas aquellos comentarios positivos y favorables al film de Brooks. Este
blog, es un espacio de dos direcciones, y el feedback que recibo de ustedes
nunca cae en saco roto.
De Brooks me gustaron Máxima Ansiedad y muy especialmente El
jovencito Frankenstein, genial parodia del cine de terror y de uno de los
iconos sagrados del género. En Sillas de montar calientes se parodia otro
género mítico, el western, y probablemente, desde la óptica del espectador
americano, se haga bien, pero el mensaje al españolito de a pie se nos vuelve
críptico e ininteligible. Salvando ciertos guiños cinéfilos no demasiado
difíciles – Marlene Dietrich como cantante de salón (Destry rides again) o el
“hate-love” en los puños del Mitchum de La noche del cazador, aquí, un Yes/No
en las grupas de un cabestro – el resto resulta demasiado confusos en este lado
del océano, y en la medida que la película y el espectador anden en distintos
plans astrales, el humor, preciso de cierta complicidad, anda kaput en
combate.
Además de una clara posición racista, Sillas de montar
calientes, extiende sus tentáculos al nazismo, a la crítica política, al cine
escatológico y a mi parecer desagradable, al sexo y a la homosexualidad, a la
intransigencia, al cine dentro del cine, al musical o al sionismo entre otros
muchos objetivos, a la vez que ofrece lecturas difíciles para los comunes
mortales no USA: Referencias a Mae West, Cabaret o El tesoro de sierra Madre,
difíciles de pillar, o el acento yiddish de un gran jefe indio, lo que en
versión doblada resulta meritorio detectar.
Ni me reí del banquete de judías, ni del sheriff agarrándose
de la nariz, ni del político en la bañera buscado su ranita. Me hizo sonreir
una referencia, clara eso sí, al gran Randolph Scott y una original escena
digna de los Lonely Toones. Poco arroz para el mucho pollo que se presumía.
Probablemente, los entendidos alabarán la originalidad de
Brooks en su parodia. Aunque sus guiños, gags y tics me resultan desconocidos
en su mayor parte, acepto calificar con un 8 esta faceta de la película. Pero,
un par de muecas de sonrisa, confieren un 2 en el apartado de comedia de ámbito
extranorteamericana. El promedio pitagórico nos da un 5 con lo que se va
servida y dando las gracias.
Puntuación: 5,00
3 comentarios:
He visto películas de Mel Brooks, pero no las más importantes o las que lo han destacado, igual me parece que es divertido, nunca las he creído como para analizarlas, sin embargo es de una risa con todo y mayor ingenio que lo hecho hoy, se debe a que se pliega a la cultura y el tiempo va cambiando, nos vemos identificados por diferentes tiempos, la actualidad muchas veces es sinónimo de intrascendencia y paga un precio, a mí me pasa con Seinfeld, una contextualización implica problemas pero también una posibilidad de buscar esas referencias, pueden ser interesantes y hasta hondas que no creo que sea el caso de densidad porque Brooks hace algo superficial. Saludos.
Mario: En el fondo estamos diciendo lo mismo. La contextualización implica problemas especialmente si estamos fuera de ese contexto. Eso no significa que el film sea malo, simplemente que no nos llega. Esta bien que busquemos esos sentidos ocultos. No me opongo a ello. Pero si me niego a reirme de un individuo que se arrastra de su propia nariz, o de unos maleducados comiendo judias sin refrenar sus consecuencias. ¡Que grandísima diferencia con otros humores universales e inteligentes que estan en boca de todos.
La densidad no es una palabra adecuada al cine de Brooks
Un abrazo.
Amigo Father, yo tengo una obsesión con Mel Brooks desde hace años porque no puedo llegar a entender que alguien que ha hecho la magistral "El jovencito Frankenstein" haya hecho tanta y tanta basura desde entonces.
Me he visto TODA su filmografía, y aunque existen algunos rasgos parciales de genialidad en algunos toques, el resultado global es siempre infumable e inaguantable. Su humor es siempre facilón, chabacano, vulgar y zafio. Eso sí, añadiré una excepción (aparte, claro está, de la excepcional "El jovencito Frankenstein") y es "Soy o no soy" (el peculiar remake que hizo de la célebre obra de Lubitsch) que se deja ver, es entretenida e incluso a veces hasta divertida (aunque claro, aquí es solo actor, no director, y eso se nota).
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