Una
película llamada, en España, Sueños de Juventud, (“allá”
Alice Adams), del año treinta y tantos, en B/W y protagonizada por
una jovencita llamada Katharine Hepburn, parece una propuesta
cinéfila ochocentista para paladares rancios y acaramelados. Y es
que “Sueños de Juventud” nos suena a Mujercitas, a Shirley
Temple y a la Dorita de El Mago de Oz. Su visionado en estas
calurosas noches estivales presagia empalagamientos máximus y viajes
al frigorífico en busca de bebidas frías con las que acompañar el
evento. Sin embargo, si somos persistentes y capaces de resistir el
primer envite nos acomodaremos en el sillón y nos deleitaremos con
una comedia que, teniendo sus defectillos, que los hay, supera en
algunos momentos, otras más afamadas de su tiempo.
Alice
Adams está basada en una novela del año 1921 escrita por Booth
Tarkington y ganadora del prestigioso premio Pulitzer. Cuenta la
historia de una familia que, en una era de bonanza económica previa
a la gran depresión del 29, se sitúa en un status social de clase
media baja, con los consiguientes problemas de relación e inclusos
sentimentales para su hija Alice, cuyas “amigas” pertenecen a una
especie de “jet set” que ha obtenido dinero del ferrocarril y
otros prósperos negocios. La situación se agrava por la enfermedad
del padre y los reproches de la madre a éste, al que acusa de poca
iniciativa para la explotación de un pegamento de su invención, que
les hubiese proporcionado un mejor nivel social y económico.
La
oferta de la película es variada. Por un lado tenemos una buena
interpretación de Katharine Hepburn quien estuvo nominada al Oscar a
la mejor actriz de aquel año, Oscar que le fue arrebatado por la
gran Bette Davis, aunque la propia Bette reconoció los sobrados
méritos de Katherine para la estatuilla. También es meritorio el
trabajo de Fred Stone como padre de familia, aunque es de recibo
reconocer que es en la segunda mitad del film cuando alcanza su mejor
registro. Y si nuestro paladar es exigente, se sentirán satisfechos
con una de las escenas cómicas mejor conseguida de la historia del
cine, la de la cena con que la familia Adams (nada que ver con los
Monsters) agasajan al pretendiente de su hija (un también
jovencísimo Fred McMurray) y es que la presencia de una Hattie
McDaniel (a la que recordamos por Lo que el viento se llevó) no solo
no nos deja indiferentes sino que nos arranca jocosas carcajadas.
Es
cierto que lo escrito por Booth Tarkington antes del 29 era difícil
de trasplantar al año 1935 De hecho el rápido lanzamiento de un
negocio de “superglus” no parece demasiado viable trás el martes
negro de Wall Street, pero cine es cine y así lo aceptamos y
disfrutamos. Por otra parte la moralina del libro se encaminaba más
a la liberación de la mujer por el trabajo y la película por obra y
gracia de su productor Pandro S. Berman buscó un final taquillero y
feliz.
Cuentan
que el propio George Stevens, harto de críticas sobre un final tan
distinto (piensen que la novela era suficientemente conocida en su
tiempo) llegó a rodar un final nuevo con Mary perdiéndose entre la
bruma pistola en mano. Como dicen por aquí: ¡ Ni corto, ni cortijo!
¿Recuerdo de Gun Crazy? Tal vez...
Puntuación:
7,80
6 comentarios:
Pues no la he visto y tengo por aqui unas cuantas de la Hepburn en sus primeros pasitos por el cine pedientes de revisar..¡ ay como se nos va el tiempo entre siesta y siesta y el calor sofocante de éste verano..
De todos modos me la apunto. ( je je)
Saludos Father
Creo que no la he visto, pero por la actriz, y algo menos su director (creo que es el de Raíces profundas) merece la pena tenerla en cuenta. Las comedias de esa época solían estar todas por encima de la media, actual me refiero :-D
Un saludo, FATHER. Estupendo blog.
Estoy en busca y captura de esta cinta, Father!!
Mujercitas, Dorita y Shirley Temple, jajaja... sé que me va a encantar!!
Un saludo empalagoso
Abril:
¡Que bien suena tu nombre en este mes de Agosto!
Te entiendo, hasta los dedos sobre el teclado se quedan pegados y las neuronas viajan a playas caribeñas y brisas marinas y no hay quien las haga regresar a la dura realidad.
Claro que, una película como ésta encuentra siempre un hueco en un estío donde hasta los mapas del tiempo se nos volvieron morados.
Un beso.
Javier:
Bienvenido al blog y al club de los que creemos que las comedias actuales o bien retoman argumentos de antiguas y exitosas películas o carecen del más absoluto sentido. Los gurus del sexo, las licencias para peinar y otras lindezas por el estilo me han ido empujando cada vez más a películas de los 50-60 y de ahí hacía atrás. No lo tenía pensado así cuando empecé con este blog, pero a medida que lo he ido conociendo el viejo cine y aquellas estrellas auténticas me han ganado para su causa.
Agradezco tus palabras de elogio. Son un estímulo para seguir. Aunque en realidad si el blog es estupendo lo es por dos cosas: Por los amigos que lo visitan y de los que aprendo y porque son películas estupendas. Yo solo soy el pregonero de un cine realmente bueno.
Un abrazo.
Mara:
Estoy seguro que cuando veas esa escena de la cena a la que invitan a Fred McMurray las carcajadas que voy a oir serán las tuyas.
Y, en confianza, en los tiempos que corren, unas tapitas de fantasía y sueños, tipo Mago de Oz, bajo toldos protectores, eso sí, son muy recomendables.
Un beso.
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