Aunque
el título haga referencia tan solo a una parte del cuerpo humano y
en el film, Maigret pregunte al presunto culpable si sabe lo que le
va a ocurrir si miente, contestando por sí mismo: “La guillotina,
muchacho”, la cabeza no es, en purismo, el centro de la película,
sino la propia vida de un infeliz culpable de allanamiento de morada
y de intento de robo pero no de asesinato. Y lo que les digo no es
“spoiler” porque el pescado se vende enterito desde el principio
del film y la única cuestión que subyace es la de cómo y en qué
momento nuestro querido comisario Maigret conseguirá probar la
culpabilidad del verdadero asesino.
Como
los seguidores de Simenon sabemos, las novelas de Maigret se
caracterizan no tanto por el misterio como por la sicología de sus
personajes, y en ese sentido el famoso comisario es un maestro en la
creación de climas opresores que como si de una lluvia fina se
tratara van menoscabando las voluntades y agrietando las rocas mas
duras. En este caso la variable sicológica viene elevada al cuadrado
e incluso al cubo si consideramos la amargura existencial del asesino
en rebeldía contra un mundo cuyos pilares son el glamour y el bon
vivre. Vamos, “la vie en rose” que diría Piaf. Y si a ello le
sumamos las cortas luces del primer sospechoso, entramos en un
terreno donde las pruebas se encuentran antes en la mente que en los
hechos.
Debo
decir que, aunque mi Maigret por excelencia es el gran actor Jean
Gabin, la interpretación que aquí realiza Harry Baur es
espléndida. Nos hace ver al personaje como una figura paternal,
comprensiva, incluso amigable, pero inflexible. Hace que los
silencios no sean tales sino que hablen con claridad meridiana y
consigue que nos compenetremos tanto con él que sus acciones nos
resultan previsibles y encajando perfectamente en la imagen que nos
hemos forjado de él.
Repito
lo que he dicho en otras ocasiones, las obras de Simenon con Maigret
como protagonista no consigo incardinarlas en el género polar. Son
policiales sicológicos. Y en este sentido las novelas precisan de
una adaptación cinematográfica difícil. A tanto llega la cosa que
el propio Simenon estuvo en rebeldía con las productoras por las
“mutilaciones” y cambios que sufrían sus historia e incluso
intentó producir películas sobre sus novelas contando con
directores como Jean Renoir, donde se respetase su integridad. El
intento independentista fracasó y se cerró en banda durante muchos
años a la posibilidad de nuevas versiones de sus obras a pesar de la
interesante rentabilidad que le suponía el cine.
Estamos
ante un buen film de Julien Duvivier que como los buenos vinos
precisa de un segundo sorbo más prolongado para degustarlo en su
verdadera dimensión artística.
Puntuación:
7,75
2 comentarios:
Buenas, Father. Como parece que, entre otras cosas, compartimos nuestro gusto por Simenon, me permito recomendarte la que para mí es la mejor adaptación de una de sus novelas: Monsieur Hire. No es del ciclo de Maigret y seguramente ya la habrás visto, pero por si acaso...
Un abrazo.
Tenía pendiente contestarte, pero el verano y especialmente la mala conexion de Internet me han puesto mas dificultades de las previstas. Desde luego el gusto por Simenon es mutuo (he devorado colecciones de libros suyos) y de Monsieur Hire he visto la version de Michel Simon que me pareció muy buena. Debo ver la que me dices porque la has celebrado mucho y tengo en mucha consideracion tus opiniones.
Un abrazo
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