La arqueología cinematográfica, esa locura que nos hace perder horas de sueño en busca de maravillas fílmicas escondidas en las arenas de los tiempos, suele ser parca en regalos y por lo general para muchas de las películas desenterradas el único comentario que merecen es un "DANGER" con letras mayúsculas. Sin embargo hay ocasiones en que la perseverancia obtiene su recompensa. Es el caso de "Identidad robada" una pequeña joyita (quizás algo más grande por lo inesperado) que el azar, siempre caprichoso, puso en mi camino esta última semana.
Me llama la atención la carencia de votos, críticas y comentarios en la ficha de Filmaffinity cuestión que no debería ser imputable al género (el cine negro tiene muchos adeptos) ni al título "Stolen Identity" a priori interesante y sugerente (nada que ver con una producción japonesa de 2018) sino más bien al hecho de tratarse de una producción austríaca, de un director semi desconocido (Gunther von Fritsch) y cuyos protagonistas (Donald Buka y Joan Camden) se prodigaron especialmente en los estudios de TV y no parecen tener su nombre entre las estrellas del Paseo de la Fama. Reconozco que, con todos estos antecedentes la elección de esta película se hacía casi imposible y de no ser por la diosa Fortuna, esa que se aparece rara vez y siempre que no haya loterías ni dinero de por medio, hoy estaríamos hablando de otra cosa.
En un escenario vienés que, gracias a la buena labor fotográfica de Helmuth Ashley, nos reconduce a aquella Viena nocturna de la mítica El tercer hombre, una mujer Karen Manelli espera la llegada de un amigo americano para que la rescate de la insoportable situación de su matrimonio con Claude Manelli, famoso concertista de piano y personaje egocéntrico y violento. Durante un ensayo de su marido la esposa huye para encontrarse con su amigo (y supuestamente amante), pero el esposo alegando un dolor de cabeza abandona el concierto, encuentra al amigo Jack Mortimer a bordo de un taxi y lo asesina, implicando así al taxista un inmigrante con problemas en los permisos de trabajo. A partir de ahi, el film adquiere ritmo y nos ofrece momentos de suspense y persecuciones por una Viena nocturna en la noche de fin de año, sin que falte ese intringulis amoroso que parece inevitable en trabajos como este. A destacar también los momentos finales en que el indocumentado taxista deberá tomar una de esas decisiones a lo "Casablanca" que, necesariamente, influyen en nuestra valoración final del film.
Viena siempre queda incompleta sin su música. La partitura de Richard Hageman interpretada por la Orquesta Sinfónica de Viena aumenta nuestra satisfacción por una película que residía en el limbo de los justos, y a la que no le faltan esos tintes expresionistas que tan bien le sientan al cine negro especialmente europeo. Los actores están a mi juicio excelentes y me parecería injusto destacar a uno en particular. Un único pero y muy liviano: El de Karen y el taxista es uno de los enamoramientos más rápidos de la historia de las artes escénicas del que tengo conocimiento.
Nimiedades aparte: Excelente
Puntuación: 8,80
2 comentarios:
Coincido en que es lo suficientemente buena como para ser más conocida, sobre todo por su ritmo y por la fotografía nocturna por las calles de Viena; pero los personajes se me quedan muy cortos, faltos de carisma: pecado mortal si se quiere hacer una gran película "negra".
No puedo por menos que reconocer que los actores no son lo mejor de la película. De hecho apenas los he mencionado en mi comentario. Sin embargo, quizás sea por el "efecto sorpresa" creo que el film está bastante por encima de la media en un género en el que junto a reconocidos incunables hay mucha morralla, incluso contando con actores mas o menos conocidos. Saludos.
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