Ante todo quiero hacer referencia a un comentario encontrado en la pagina de EL PAIS. com firmado por Sergi Pàmies que, rubricado en 15/8/2005 no ha perdido ni un ápice de vigencia y oportunidad.
Como quiero ser absolutamente respetuoso con la propiedad intelectual aquí les dejo el enlace a dicha página y al comentario citado:
No se lleven a engaño, pues aunque en la ruta para navegar por la web aparezcan palabras como extasis ó nudismo no nos estamos refiriendo a nada pornográfico, al menos en este año 2007, sino a una película del director checo Gustav Machaty filmada allá por el año 1933, de nombre Extasis y que conmovió las estructuras de la sociedad internacional en aquellos años de su estreno.
No en vano, el Papa y hasta el mismo Hitler se opusieron a su distribución, argumentado razones morales religiosas el uno y antisemíticas el otro, al estar protagonizada por una actriz judia, Hedy Kiesler (posteriormente Hedy Lamarr). Bueno, todo esto lo pueden leer en la página en cuestión. Yo solamente quiero hacer un pequeño comentario sobre ese cine que nunca existió, que desapareció de la historia, como por arte de magia, durante ese período denominado el franquismo. Un comentario que encierra en si mismo una fe ilimitada en esa especie humana nuestra que allá por los inicios de este siglo hinchaba sus pulmones con aires de libertad. Tal vez pequeñas brisas pero sumamente esperanzadoras.
Sergi Pàmies nos recuerda, casi como de pasada los aires libertarios de la segunda república española. Ese recuerdo me trae otro, el de la Institución Libre de Enseñanza, fundada por Giner de los Ríos. Pero aquí se habla de cine, de un cine que es reflejo de la sociedad, motor e impulsor del propio cambio social y al propio tiempo testimonio irrefutable de nuestro pasado. De un pasado en el que, como pretende explicarnos Gustav Machaty, la mujer no era el mero objeto del placer masculino sino una entidad con vida propia y con sentimientos propios, erotismo incluído.
Durante unos años, el cine europeo fue testigo de una realidad sin hipocresías. Después vinieron otros que se encargaron, y lo consiguieron en gran medida, de hacer desaparecer cualquier vestigio de "vida real". Esta generación a la que pertenezco fué vilmente engañada. Los amantes se convertían en hermanos, los hermanos amantes no existían, y si los besos eran pecados a purgar entre flamas infernales ¿Que decir entonces del sexo?. La España católica, apostólica y romana, devota de Frascuelo y de María, enterró a Frascuelo y con él la libertad. Y los enterró tan profundos que muchos como yo no supimos nunca que existió gente como Machaty que mostró la hermosura y los sentimientos de un ser absolutamente maravilloso y vivo como la mujer.
Bien está lo que bien acaba. Bien está que hoy se haya cerrado una página negra de mi existencia. La misma religión, en cuyo erróneo nombre se me hurtaron joyas como ésta, me da hoy un argumento, el del perdón, porque no sabían lo que estaban haciendo.
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