Se hace necesario acuñar una definición para este género cinematográfico. Lo de neorrealismo italiano se le queda pequeño. El neorrealismo retrata realidades y en los años de postguerra estas realidades eran duras y en países como Italia o la misma España, la dureza llovía sobre un mojado histórico. Definir como neorrealista un film como Milagro en Milán es válido pero insuficiente. Hay que adjetivarlo. Me ha gustado lo de neorrealismo mágico por lo que supone de vuelta a la infancia y de recuperación de la capacidad de soñar.
No en vano De Sica inicia su película con ese “Había una vez” tan propio de esos cuentos que nos adormecían de niños y que, al llegar a adultos hemos redescubierto en sus significados eternos y profundos. No en vano, también, la concluye con la esperanza de un lugar donde tener un buen día signifique ni más ni menos que eso, tener un buen día. Y en medio, un film donde la pobreza se viste de honradez y la riqueza de fariseísmo y donde aquel niño nacido como en los cuentos domésticos de una col se convierte en líder entre espiritual y mágicamente pragmático de una sociedad de indigentes. ¿Connotaciones cristianas? Probablemente. Pero sobre todo un retrato donde las acideces neorrealistas se camuflan entre canciones, risas, organillos, milagros, seres celestiales, fuerzas antidisturbios en traje de camuflaje y cantando ópera. Donde al final de la escapada vía escobas voladoras se halla, o al menos nos queda la esperanza, la antítesis de un mundo donde se han atrincherado el recelo, la codicia y la ley del dinero, entre otros residentes similares.
Un cuento de magia e ilusión, repleto de bondad y de optimismo, con sus personajes buenos y sus bellacos redomados que han de acabar perdiendo porque si no, no sería cuento. Nuestro yo infantil, ese que conservamos en nuestro interior y nos mantiene a flote en los mayores naufragios, verá hadas, príncipes y enanitos gruñones pero entrañables. Nuestro yo maduro, con sus descosidos y sus remiendos, verá la dureza de la supervivencia y la injusticia de un mundo que no precisa que te descuides para pisarte y encima retorcer el zapato.
No en vano De Sica inicia su película con ese “Había una vez” tan propio de esos cuentos que nos adormecían de niños y que, al llegar a adultos hemos redescubierto en sus significados eternos y profundos. No en vano, también, la concluye con la esperanza de un lugar donde tener un buen día signifique ni más ni menos que eso, tener un buen día. Y en medio, un film donde la pobreza se viste de honradez y la riqueza de fariseísmo y donde aquel niño nacido como en los cuentos domésticos de una col se convierte en líder entre espiritual y mágicamente pragmático de una sociedad de indigentes. ¿Connotaciones cristianas? Probablemente. Pero sobre todo un retrato donde las acideces neorrealistas se camuflan entre canciones, risas, organillos, milagros, seres celestiales, fuerzas antidisturbios en traje de camuflaje y cantando ópera. Donde al final de la escapada vía escobas voladoras se halla, o al menos nos queda la esperanza, la antítesis de un mundo donde se han atrincherado el recelo, la codicia y la ley del dinero, entre otros residentes similares.
Un cuento de magia e ilusión, repleto de bondad y de optimismo, con sus personajes buenos y sus bellacos redomados que han de acabar perdiendo porque si no, no sería cuento. Nuestro yo infantil, ese que conservamos en nuestro interior y nos mantiene a flote en los mayores naufragios, verá hadas, príncipes y enanitos gruñones pero entrañables. Nuestro yo maduro, con sus descosidos y sus remiendos, verá la dureza de la supervivencia y la injusticia de un mundo que no precisa que te descuides para pisarte y encima retorcer el zapato.
3 comentarios:
Erase una vez.....un tiempo, no ha mucho que ocurrieron miserias reales, tiempos en que millones de seres vivían en campos gélidos por los que pasaban trenes en los que viajaban gentes turbias que miraban las miserias a través de cristales empañados.
¡Qué gran peli y qué gran movimiento cinematográfico démoles el nombre que queramos, querido Father!
Hay escenas que me encantan de esta peli, entre ellas esa que nos regalas. ¡Cuánta ternura, cuánta humanidad! Es imposible no emocionarse viendo al chico arropando a la paqueña tras esa puerta solitaria que se abre a ninguna parte.
Vittorio de Sica es un gran director, muy olvidado últimamente, aunque tanto tú como el amigo Josep se han encargado de recordarnoslo.
Un abrazote.
Hace mucho tiempo... que vi esta película. Pero sí. Es más bien un cuento de hadas (más que los de Capra, pues era explícito en su fantasía (cosa que el italoamericano sólo usa en su peli más conocida, si no recuerdo mal.. Y bueno, en la de Horizontes Perdidos). Tendría que volver a verla. Otras de De Sica me gustaron más. Un saludo.
Hasta ahora me habian gustado, y mucho, las pocas peliculas que he visto del neorrealismo italiano: "Roma, ciudad abierta", "Ladron de bicicletas", "Paisa (Camarada)"... tal vez, la que menos me entusiasmo fue "La tierra tiembla"... una de las cosas que no me gusta es el uso que hace Visconti de la voz en off, reiteracion de lo que ya vemos en imagenes...
Hace unos dias di con esta "Milagro en Milan" y tras verla acabe encantando, con una sonrisa de oreja a oreja.
Nunca pense en encontrarme con una pelicula semejante perteneciente a esa corriente, en la que se emplean
elementos fantasticos/magicos, la mezcla de drama y comedia funciona tan bien y estan tan bien conseguida como en el cine de Chaplin, y se nos muestra a personajes llenos de bondad y, como
contrapartida, una suerte de Sr. Potter - la pelicula recuerda tambien al cine de Frank Capra, con claras referencias a "Que bello es vivir" - hambriento de petroleo...
Ese pasar del tren, cruzandose las miradas de los de arriba y los de abajo, me hizo recordar una cancion de Pedro Guerra...
La escena que acompanas es una de tantas que son formidables... no hay sitio para uno mas en el circulo de sol como tampoco lo habia para Flanders en el refugio... ese "camping" de chabolas en que se negocia con la puesta de sol o se lee la buenaventura en el rostro por 100 liras con un discurso que vale para todos...
No dudo de que la vuelva a ver, de que vuelva a disfrutar del cuento, como bien la defines, y mas de una vez.
Saludos...
Sr. X
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