jueves, 17 de marzo de 2011

LOS CONTRABANDISTAS DE MOONFLEET (FRITZ LANG - 1955)

En estos tiempos que corren estar en activo es un lujo (y lo mismo digo de los que han conseguido llegar incólumes a la jubilación) pero cuando los días tienen 24 horas que suele ser casi siempre, el trabajar añadido a las obligaciones familiares y al reparador descanso, hace que las aficiones literarias, cinéfilas y blogueras vayan como a trasmano y sujetas a altas dosis de stress. Y como no se trata de acelerarse demasiado que no está el cuore para demasiados trotes, pues de ahí este impasse donde he seguido, condición y figura, con el cine en los talones.

Pero de nuevo  han  renacido ¡Oh, Aleluya!  esas  ganas  de compartir experiencias con todos ustedes. ¡Qué mejor que retornar con una de Fritz Lang!
 

De  Los  contrabandistas  de  Moonfleet se ha dicho que es una obra menor de Lang.  La pregunta subsiguiente  es ¿Tienen los genios  obras menores? Seguramente  si comparamos el conjunto de su filmografía,  Lang tiene obras de  diferentes tallas y estilos, pero en todas ellas encontraremos esa nota diferencial que  el  cineasta  vienés imprimía  a  su cine. Es cierto que Moonfleet  es sustancialmente distinta  a la generalidad de sus trabajos y aunque después abordaría un cine de aventuras más purista con La tumba india o El tigre de Esnapur, de valores innegables, carecía del lirismo y la delicadeza de que aquí hizo gala.

  Se  trataba  de  un  trabajo  encargado  por  la  MGM del que Lang no acabó demasiado satisfecho y según parece ni siquiera participó en las tareas de montaje,  pero  al  que las arrugas del tiempo le han sentado especialmente bien. La historia de un muchacho y un contrabandista viene a poner frente a frente  la  inocencia y el sentido de la amistad propios de la juventud con un mundo real donde el demonio y la carne van de la mano de la bellaquería y la delincuencia. No  va a ser un enfrentamiento inocuo sino plenamente moralizador,  como  es natural  en  un cine donde el componente juvenil es importante  y precisamente esto es lo que no parece encajar demasiado en el cine de  Lang.  No es el suyo un cine que sobresalga especialmente por sus moralinas  pero  aquí  son  imprescindibles y absolutamente necesarias, al tiempo que  confiere  mayor  dimensión humana al denominado cine de capa y espada.


  La  música  de Miklós Rózsa es una auténtica maravilla para disfrutar tanto en sus  títulos iniciales  como durante el conjunto de la proyección. Los encuadres fotográficos rozan asimismo  la  perfección  y el cinemascope  le sienta de perlas.  Y  ese  toque  de cine gótico con las estatuas  de ángeles en el  cementerio o de caballeros fantasmales en la iglesia  es un gran aporte languiano. Incluso el mar con su eterna lírica y evocador  siempre de tierras lejanas  y fortunas  próximas  se  hace compañero  inusual  de  Lang, que nunca  lo  había  filmado en su cine, y representa un papel absolutamente principal en la historia.


  Con  recuerdos,  evidentemente  no  casuales,  de  La  Isla del Tesoro, Los contrabandistas  de Moonfleet es una obra excelsa, absolutamente diferente, y la  que  me  niego  a calificar de obra menor. Además les daré un consejo,  si me lo permiten, traten de verla dos veces, la primera será ese sorbo  corto  y aromático de los buenos vinos, la segunda les regalará la plenitud de su sabor y de su solera.



1 comentario:

ANRO dijo...

¡Qué sorpresa más agradable, amigo Father!...¿Cuánto tiempo hacía que te habías marchado a meditar al Tibet?...Casualmente hace unas semanas David me comentaba la extrañeza de tu ausencia.
Bueno, yo he andando también apartado unas semanitas....ejen.
Respecto a esta peli que comentas, la tengo en mi disco duro, pero aún no he tenido la ocasión de verla...la colocaré por delante de otras pendientes.
Me alegro muchísimo de tu vuelta.
Un abrazote.