Más
esclarecedor resulta otro título con el que también se bautizó al
film: Canje a medianoche. Toda la trama puede resumirse en eso, en el
canje de un soldado americano destinado en el Berlín Occidental y
raptado supuestamente por los rusos del sector Este, por un
matrimonio alemán al que los “red” tratan de ajustar las
cuentas, por sus filtraciones durante la contienda.
La
historia se trenza en un delgado hilo sicológico donde se pone en
cuestión una moralidad que acepta el trueque de vidas sin apenas
sentido de la justicia. Claro que, como no podía ser de otra manera
en una película americana de los 50 la moralina acaba surgiendo, a
mi parecer un tanto increíblemente, y así el importante hombre de
negocios norteamericano (Broderick Crawford), que había llegado
dispuesto a remover cielo y tierra para liberar a su hijo, parece
dispuesto a sacrificarlo antes que ser cómplice del asesinato de dos seres
humanos.
Estamos
ante un film a mayor gloria y prez de Gregory Peck, un actor al que
los uniformes le sientan espléndidamente (incluyo los marineros) y
claro, aquí no iba a ser menos, en su rol de coronel Van Dyke,
oficial encargado de la investigación de este secuestro,
investigación donde se recurre a una agente doble (Anita Björk) con la
que Van Dyke había mantenido una relación más que amistosa en el
pasado. Sin embargo, la actriz que llena la pantalla no es tanto
Anyta sino Rita Gam, en un papel bastante menor de secretaria
enamorada, amante ocasional y hasta paño de lágrimas si se tercia.
Respecto a Crawford , bien en esa línea inicial de elefante en una
cacharrería, y algo menos, porque no es su estilo, en su posición
final de chico bueno imbuido de la gracia de la redención que como
un Abraham revivido parece resignarse a la suerte que deba correr su
propio hijo.
Al
final, una oportunísima vuelta de tuerca del guión distribuye
justicia divina y pone las cosas en su sitio, malos y buenos a
derecha o a izquierdas, según se mire, como todas las cosas...
Puntuación:
6,00
2 comentarios:
Pues esta tampoco la he visto, Father. La tendré que ver porque coincido totalmente contigo en eso de Peck y los uniformes y porque estas historias ruso-americanas me pirran.
Un saludo
Me gustan las películas de la guerra fría aunque suelen estar lastradas por su carga propagandística como me pareció en "Berlin Express" del gran Tourneur, de todos modos me apunto esta película que no he visto. Saludos. Borgo.
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