No
es condición indispensable pero no está de más situar un poco
Zanzibar en el mapa del continente africano. Lo de aventurero de los
siete mares lo llevo regular así que acudo a Wikipedia y así me
entero entre otras cosas que se trata de una especie de estado
semiautónomo incorporado a Tanzania, formado por unas tres islas del
océano Índico, donde se miran con malos ojos y privación de
libertad las relaciones homosexuales, especialmente las masculinas.
Quizás por ello, uno de sus hijos más notables hubo de emigrar:
Freddy Mercury.
Sinceramente
no he seguido investigando si Zanzibar tiene o no pantanos ni que hay
exactamente al este de Zanzibar. Estas circunstancias geográficas no
aportan prácticamente nada a una película donde en un entorno
“tipical” africano se desarrolla una historia de maldad, crueldad
y venganza capaz de herir la sensibilidad de los críticos y
espectadores de su tiempo. Hoy, muchos dirán que no es para tanto…
Los
freaks de Tod Browning
Freaks
(La parada de los monstruos) y Garras Humanas son dos películas
impactantes. La realidad muchas veces supera todo lo imaginable y la
colección de engendros humanos que muestra Browning especialmente en
Freaks es digna de figurar en un museo de lo sórdido. West of
Zanzibar es diferente. Aquí los seres no son deformes corporalmente
ni hay mutaciones extrañas que convierta a seres humanos en reptiles
u otras especies animales. No. Es cierto que a resultas de un
accidente un mago circense queda tullido y no puede mover sus
extremidades inferiores pero ello no le priva “per se” de su
condición de hombre. Lo que sucede es que las heridas de su cuerpo
invaden su alma llevándole a límites de lo más abyecto. Y en esas
circunstancias un hombre honrado se transforma en un monstruo cruel y
vengativo.
El
hombre de las mil caras
Hablamos
de Lon Chaney, un actor capaz de alcanzar registros interpretativos
imposibles para otros artistas de su tiempo e incluso posteriores. El
mismo Lionel Barrymore palidece ante su actuación, aunque para ser
justo el papel de Chaney es un regalo dadas sus aptitudes. “El
hombre de las piernas muertas” arrastrándose sobre el suelo de una
choza en medio de la selva africana, reptando como una serpiente
hasta encaramarse a una silla de ruedas es un personaje cruel, odioso
y vengativo hasta extremos inhumanos. La película muestra esa
transformación desde el hombre enamorado, amable y comprensivo que
trabajaba como ilusionista en un circo.
Un
argumento poco apto.
Al
menos así calificaban los expertos la posibilidad de que la obra
Congo que se exhibía en los escenarios neoyorkinos se exportase a la
pantalla grande. Hablaban de “blasfemias” “sexo sin tapujos”
e incluso de “pornografía”. A decir verdad, o la película varió
mucho respecto al proyecto inicial o la versión que yo he visto ha
sido el obscuro objeto del deseo de una impía tijera. Las imágenes
son duras pero sin llegar a escabrosas. Los diálogos son fuertes
pero no dañan los oídos sensibles. Lo que en realidad resulta duro
es la actitud, la maldad, la inquina y la sed de venganza del mago
Prhoso (“Dead-legs”) abandonado por Anna, su esposa y asistente, de quien
está perdidamente enamorado. Ella le deja para marcharse a Africa
con Crane , traficante de colmillos (Barrymore). Al tiempo regresa
con un bebé, falleciendo en la iglesia. A partir de entonces, ante
la Virgen y el niño, Phroso promete no cejar y perseguir a Crane
para vengarse. La acción da un salto hasta 18 años después, con el
bebé crecidito, una niña llamada Maizie (Mary Nolan) donde
encontramos a nuestro mago dispuesto a perpetrar su venganza.
No
les contaré más. Hay que ser respetuosos con el secreto de los
finales. Solo decirles que no es una mala opción donde además de
argumentos cinematográficos encontramos parcelas de una realidad
como la africana con sus tradiciones tribales, sus ídolos, sus
miedos y sus costumbres primitivas, que tienen un papel fundamental
en la resolución del film.
Puntuación:
6.55
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