Llama poderosamente la atención que una película en la que participan actores de la talla de Woody Allen y Peter Sellers, absolutos reyes de lo cómico, “hiera”. casi con nocturnidad y alevosía, nuestra sensibilidad de sufridos espectadores, y que las carcajadas prometidas se conviertan en muecas de sonrisas con más penas que glorias.
¡Y que también se presten a este juego, Orson Welles, Charles Boyer, William Holden o el propio John Huston, resulta cuando menos sorprendente!.
Quizás la idea de partida no era tan mala. Parodiar las películas de James Bond, típica y tópica mezcla (movida y no agitada) de espía y gigoló, tenía su “chance” cómica. Pero claro, si a esa parodia se la viste con colores alucinógenamente sicodélicos pues la cosa empacha un tanto, cual bocata de barbitúricos y mari juanas.
Alguna genialidad de Allen, al mas puro estilo Bananas y cierto recorrido musical detrás de un acuario de peces de colores, en el genuino estilo introductorio de la saga Bond, dan algo de sustancia a una película insustancial, carente de humor y de sentido y a la que el inexorable paso del tiempo ha destrozado sin piedad.
¡Y que también se presten a este juego, Orson Welles, Charles Boyer, William Holden o el propio John Huston, resulta cuando menos sorprendente!.
Quizás la idea de partida no era tan mala. Parodiar las películas de James Bond, típica y tópica mezcla (movida y no agitada) de espía y gigoló, tenía su “chance” cómica. Pero claro, si a esa parodia se la viste con colores alucinógenamente sicodélicos pues la cosa empacha un tanto, cual bocata de barbitúricos y mari juanas.
Alguna genialidad de Allen, al mas puro estilo Bananas y cierto recorrido musical detrás de un acuario de peces de colores, en el genuino estilo introductorio de la saga Bond, dan algo de sustancia a una película insustancial, carente de humor y de sentido y a la que el inexorable paso del tiempo ha destrozado sin piedad.
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