La comedia fina, elegante, sutil e inteligente tiene un rey: Ernst Lubitsch. Rey de los diálogos irónicos y soberbios. Rey del toque de distinción (su famoso toque Lubitsch). Rey de oros cinematográfico. Rey para y por los espectadores inteligentes.
Claro que, entre Ninotchka y To be or not to be, esta comedia That Uncertain Feeling (literal: Esa sensación de incertidumbre) palidece un poquito y queda entre las sombras de dos de las mejores películas, en mi opinión, de todos los tiempos. Sería incorrecto hablar de obra menor porque ni lo es ni la filmografía de Lubitsch recoge mediocridades. Sencillamente, sucede que hay películas como las que he citado que cogen al espectador y no lo sueltan. Hacen con nosotros lo que quieren. Y esta no. Le falta ese gancho que nos suspenda en el genio de un gran cineasta. Tiene diálogos, ironía, chispa y toque pero no acaba de enganchar. Tal vez sea la convencionalidad de la propia historia, aburridos maridos, mujeres incomprendidas, terceros al acecho, unas cuantas típicas situaciones para dar volumen a la historia y aquí paz y después gloria. No hay sorpresas. El pescado está totalmente vendido desde el principio. Pero no importa. Si esto fuese fútbol lo importante no sería el resultado sino ver un buen juego. Y con Lubitsch el “jogo bonito” está asegurado y si además de los elementos Lubitsch contamos con la excepcional interpretación de los tres primeros actores, la calificación no puede por menos que ser alta.
Un detalle final. Mi discrepancia respecto de la consideración de “comedia femenina” dada por algunos críticos. Aquí tanto monta monta tanto Melvyn como Merle. Con permiso de Burgess naturalmente. Y además, para más redundancia, es apta para espectadores masculinos. ¿O debo gritar a los cuatro vientos como Jack Lemmon en Con Faldas y a lo loco...”¡Soy un hombre!”
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