martes, 22 de julio de 2008

EL VIOLIN (FRANCISCO VARGAS QUEVEDO - 2005)



Breve sinopsis:
Al regreso de una de sus salidas "músico - revolucionarias", tres músicos encuentran su aldea tomada por las fuerzas opresoras.



En mis escasas salidas de mi cueva de los clásicos me he topado, casi de bruces y sin saber como sucedió con esta maravilla de película donde el cine se hace vida y la vida, cine. Cine cabrón, por la identidad cine-vida, y porque la vida es cabrona a veces. Cine universal como pocos, porque atañe a las esencias mismas de la naturaleza humana, a los opresores y a los oprimidos, a la calma de la vejez y a la rebeldía de la juventud, a la propia existencia que se repite imperturbable, de padres a hijos, de abuelos a nietos...


Todo ello mecido por los acordes de un violín y de una música eterna. Música de paz y de revolución. Música de amor y de guerra. Para sensibilidades que no saben de uniformes. Incluso para almas en caminos equivocados porque la vida es cabrona a veces. (Permítánme la expresión en la medida que se trata de una de las frases con mayor profundidad del film.)

Película hermosísima de imaginar pero muy difícil de realizar. Gran mérito el de su director, el mejicano Francisco Vargas Quevedo, justamente premiado en diferentes muestras, en especial la de Cannes, donde también se reconoció el trabajo de Don Ángel Tavira como Plutarco Hidalgo. Un prodigio, no de interpretación, sino de naturalidad. Identificación plena Ángel - Plutarco, como si uno y otro se hubiesen encontrado en un pasado reciente. ¿Retrato ó interpretación? Seguro que en cada uno de nosotros está la respuesta.

¿Méjico? Casi una anécdota. En realidad podría ser Guatemala, Vietnam, Colombia. Lo que ustedes quieran. La codicia no entiende de razas ni de lenguas. La lucha por la libertad, tampoco.

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