No es condición imprescindible pero sí resulta conveniente avanzar a través de la filmografía de un determinado director en orden temporal. La mayoría de nosotros navegamos al azar, al albur y sin brújula, o, como se suele decir, brujuleando aquí y allá, perdiendo la visión panorámica del desarrollo personal y artístico de los directores que en el mundo han sido. Ejemplos hay muchos. La etapa americana de Hitchcock se ha visionado en casi todos los casos antes que su etapa silente e inglesa. Ya digo que la cosa no reviste mayor interés pero serviría para entender el cine no solo desde el ángulo “impersonal” de los propios films sino en el aspecto del crecimiento humano de sus creadores. Hago esta apreciación a raíz de la película “Todo el oro del mundo” dirigida por René Clair y uno de los últimos trabajos de quien ha sido considerado uno de los mejores directores franceses de todos los tiempos.
Estamos ante un film menor de un gran cineasta muy recomendable. Eso sí, les sugiero a quienes no conozcan sus trabajos que se inicien, por ejemplo, con “Sucedió mañana” para poder apreciar en plenitud ese característico tono cuento-film a lo Frank Capra, que se percibe igualmente, aunque con menor intensidad, en “Todo el oro del mundo”. Yo por mi parte trataré de aventurarme más atrás en el tiempo en una especie de búsqueda de las fuentes del Nilo de este buen orfebre del arte Lumière.
Todo el oro del mundo bebe de las aguas berlanguianas de aquel Bienvenido Mister Marshall premiado en el Festival de Cannes de 1953, premio que Clair indudablemente conocía. La especulación urbanística, las expectativas de desarrollo en el marco rural, los contrastes entre las prisas de la urbe y la tranquilidad rayana a la indolencia de la vida en el campo, y el inevitable Mr. Marshall aquí conocido por Mr. Hardy ( Phillippe Noiret ) con muchas promesas económicas y pocos hechos, son el caldo de cultivo de un film apropiado para “cinemás de quartier” de las tardes sabatinas en Tele France o similares, con un Bourvil como sucedáneo francés de nuestro inimitable Paco Martínez Soria y con la versión “galoise” de una serie de personajes arquetípicos de ese cine nuestro tipo “la ciudad no es para mi”.
Sin embargo René Clair no se limita a buscar la sonrisa/carcajada fácil. La propia trayectoria le hace ser crítico con un desarrollismo que queda patente desde las primeras imágenes del film con una ciudad como París absolutamente colapsada y cuyos habitantes aparecen crispados hasta límites inusitados que hacen entendible la alternativa de la vida rural. Lo que René Clair sugiere en tono cómico es la coexistencia con la naturaleza antes que el destrozo de la misma. Esta podría ser la moralina de un film discreto, entendible en la óptica amplia de una filmografía más que notable de un gran realizador, y que nos invita a seguir ahondando en su cine.
Puntuación: 6
2 comentarios:
Cuandonombramos a este director inmediatamente vienen a nuestra memorias títulos tan memorables como "La puerta de las lilas", "Grandes maniobras" o "Sobre los techos de París"...Esta obra, "Todo el oro del mundo" me resulta absolutamente lejana, creo que de una sesiòn en algun colegio mayor en Madrid, hace muchísimo tiempo. Honestamente no la he vuelto a ver, pero ahora esa relación que estableces con la película de Berlanga me ha llamado la atención y ya estoy en la tarea de conseguirla de alguna forma.
Un abrazote.
Discrepo con Father en el tema de empezar a conocer a Clair con "Sucedió mañana". Pues era una de las películas que más grato recuerdo tenía en mi infancia y ahora, al verla de adulto, me ha parecido una tontería y una memez. Cierto que sigue siendo entretenida y que la idea original es ingeniosa a más no poder, pero el desarrollo de la historia podía haber dado para mucho más.
Me ha encantado esta crítica, sobre todo por esas similitud con el Mr. Marshall bergaliano. La veré porque has conseguido activar mi curiosidad.
Saludos
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