jueves, 28 de abril de 2011

TOTO E I RE DI ROMA (STENO, MARIO MONICELLI - 1951)


Sonría por favor. Esta era una recomendación televisiva relativamente reciente que debió calarme subliminalmente hasta el punto que, con cierta frecuencia, añado a mis cócteles pastilleros una peli de risa. Les aseguro que la receta funciona, aunque eso sí, hay que abstenerse de genéricos indigeribles y procurarse píldoras de laboratorios de calidad certificada. Mario Monicelli lo es, como ya sabrán todos los que vieron Rufufu o Amici Miei y quienes no las vieron ¿A qué están esperando?.

Monicelli y Totó consiguen el más difícil todavía, la carcajada del espectador siglo XXI en su soledad de corredor desfondado ante el televisor. De la mezcla de socorridos tópicos y momentos absolutamente surrealistas surge un humor corrosivo, ácido, crítico por momentos y al final tierno. Con la modernidad le han salido demasiadas canas a este tipo de cine. Las nuevas generaciones difícilmente se reirán con una película italiana de los 50 donde se saca punta a la burocracia, al espíritu latino, a los comadreos de escalera y hasta al mismísimo paraíso. Quienes no vivieron aquel sentido de las cosas es imposible puedan captar dobles sentidos. Italia y España, primas hermanas en esto, hemos intercambiado estampitas y algunos podemos sonreírnos sin sonrojarnos cuando vemos la paja en el ojo ajeno, porque sabemos que es la misma paja que afincó sus reales durante mucho tiempo en el nuestro.

La historia de un funcionario jefe de archivos, cuya batalla contra el esquivo escalafón está irremisiblemente perdida se ve alterada a consecuencia de un incidente casual que afecta a su jefe superior. La pérdida de un expediente, los premios de la Lotto, la búsqueda de un papagayo y el futuro de su mujer y cuatro hijas, constituyen los hilos de una madeja que se va desenredando entre gags y expresiones del cómico italiano Totó, hasta culminar en una parodia surrealista del Olimpo divino. 

Al lado de las obras maestras coexisten películas como esta. Si nuestra búsqueda de Santos Griales no es demasiado obsesiva podremos sacar partido de ellas y pasar un rato entretenido. También se trata de eso.

Un apunte final, esta película tardó más de un año en ser autorizada su exhibición. Lo que hoy nos parece de una inocencia celestial debió tener sus dobles propósitos y sentidos poco confesables para los vigilantes de la honra de la patria italiana. Bueno, Monicelli, por lo que sabemos de él siempre fue un poco transgresor.

Puntuación: 6,5



lunes, 25 de abril de 2011

FLAMINGO ROAD (MICHAEL CURTIZ - 1949)

                                                                



Flamingo Road es una calle. Una calle localizada en cualquier ciudad. Aquí estamos en Boldon, ciudad norteamericana inexistente pero que sirve perfectamente como ejemplo de urbe con intereses políticos poco confesables donde las fortunas tradicionales y las advenedizas (léase corrupción) comparten vecindario en esa especie de boulevard de los sueños cumplidos a cualquier precio.  

Pero al mismo tiempo, Flamingo Road era una trampa-bomba preparada por la Warner, en la persona de Jack Warner a una de sus estrellas en declive, Joan Crawford. Esta trampa cuya finalidad era abaratar el despido de la artista, les explotó en sus propias manos y la película relanzó la carrera de la star durante unos años más. La conjunción Crawford-Curtiz volvió a funcionar bastante bien y sin alcanzar el nivel de su anterior colaboración, Mildred Pierce (Oscar para la actriz), la película deja un buen sabor de boca, hecho al que no es ajena la excepcional interpretación de un Sydney Greenstreet maliciosamente sudoroso y adiposamente execrable, Vamos, una perla, al nivel cuando menos de su “hombre gordo” de El halcón maltés. Sin Lorre eso sí.

De la carrera de la Crawford todavía quedaban por llegar joyas como ¿Qué fue de Baby Jane?, donde la edad no permitía excelsos destapes, pero en este Flamingo Road aun deja constancia de sus bien formadas piernas en su presentación como una bailarina de feria a la que el destino, en forma de ayudante del sheriff (Zachary Scott), catapulta a la cima de la política local y al vecindario de la calle Flamingo.

Es probable que a algunos les suene a película de TV y especialmente a una exitosa serie semanal de los 80 protagonizada por Mark Harmon y Morgan Fairchild, El mangoneo y la corrupción siempre han dado mucho juego.

Puntuación: 6,5




viernes, 22 de abril de 2011

SOPA DE GANSO (LEO MC CAREY - 1933)

Olvídense ustedes de las sopas de sobre y de los caldos instantáneos. Estamos ante la crema de las cremas, una auténtica sopa de marisco de las rías gallegas. Esta “Sopa de ganso” es el non plus ultra de las sopas cinematográficas. Seguro que la mayoría de ustedes conocen y se han reído con esta genialidad de los Marx en estado puro. Este post pretende que sonrían al recordar algunos de las “perlas” del guión y de sus hilarantes gags, y seguramente animarles a volver a ver la película.


Aparentemente resulta chocante que la película resultase, en origen, un pequeño fracaso.  Estábamos en 1933 y en años difíciles donde la risa se cotizaba muy muy alto. El humor de los Marx no dejaba títere con cabeza. Ni la guerra, ni los políticos se salvaban de sus dardos cargados de veneno. Hasta el personaje de Chiccolini molestó al Ducce quien prohibió la exhibición del film en Italia. Los nombramientos “a dedo”, la apología de la corrupción fueron algunas de sus irreverencias. Sus transgresiones tocaron techo y en sus posteriores trabajos con la MGM, de lo mejor de su carrera, suavizaron un tanto su acidez. Se centraron más en la interpretación que en la pulla y aunque siguieron siendo inigualables fueron distintos.


La rivalidad entre dos países vecinos (Freelandia y Sylvania, fotografía de Loja incluida para este último), el nombramiento de Rufus T. Firefly (Groucho) como nuevo presidente y las disputas por el amor de la adinerada viuda Gloria Teasdale (Margaret Dumont) son las piedras angulares de un guión que camina de disparate en disparate entre situaciones poco menos que surrealistas (recuerden la escena del espejo, los tatuajes de Harpo, el juego de las adivinanzas o las bofetadas al embajador de Sylvania, por citar tan solo algunos ejemplos) y perlas madrepóricas como estas:


Sra. Teasdale: ¡Oh Excelencia! Le estábamos esperando. Como presidenta del comité de recepción le expreso los mejores deseos de cada hombre, mujer y niño de Freedonia.
Rufus T. Firefly: No diga tonterías. Coja una carta.
Sra. Teasdale: ¿Una carta? ¿Y qué hago con una carta?
Rufus T. Firefly: Se la puede quedar, aún me quedan cincuenta y una. Bueno qué decía.
Sra. Teasdale: Como presidenta del comité de recepción le doy la bienvenida con los brazos abiertos.
Rufus T. Firefly: Sí ¿y hasta que hora los tiene abiertos?
Sra. Teasdale: He apoyado su nombramiento porque considero que es usted el consejero más capacitado de Freedonia.
Rufus T. Firefly: Es un concepto bastante amplio. Y usted también es bastante amplia, será mejor que se largue, he oído que van a construir unas oficinas donde está usted. Se puede ir en taxi, si no consigue uno se puede ir indignada. Y si es pronto váyase dentro de un minuto. ¿Sabe que no ha dejado de hablar desde que he llegado? Le habrán vacunado con la aguja de un tocadiscos.
Sra. Teasdale: El futuro de Freedonia depende de usted. Prométame que seguirá fielmente los pasos de mi marido.
Rufus T. Firefly: ¿Qué les parece? No llevo ni cinco minutos en el cargo y ya se me está insinuando. No es que me importe pero, dónde está su marido.
Sra. Teasdale: Oh, ha muerto.
Rufus T. Firefly: Seguro que solo utiliza eso como excusa.
Sra. Teasdale: Estuve con él hasta el final.
Rufus T. Firefly: No me extraña que falleciera.
Sra. Teasdale: Lo estreché entre mis brazos y lo besé.
Rufus T. Firefly: Entonces fue un asesinato. ¿Se casaría conmigo? ¿Le ha dejado mucho dinero? Responda primero a lo segundo.
Sra. Teasdale: Me dejó toda su fortuna.
Rufus T. Firefly: No me diga, no comprende lo que intento decirle, la amo.
Sra. Teasdale: ¡Excelencia!
Rufus T. Firefly: Usted tampoco está mal.

Me he excedido algo más de lo acostumbrado. Pero creo que ha merecido la pena.
Mi puntuación: 10 (el diez también existe) 



martes, 19 de abril de 2011

TENER Y NO TENER (HOWARD HAWKS-1944)



Con un inconfundible aroma a Casablanca, Tener y no tener es una película imprescindible para cualquier cinéfilo. En ella asistimos al debut cinematográfico de “La mirada” (Lauren Bacall) y a ese momento mágico en que “ la flaca” y Boogie se enamoraron para deleite de los espectadores y beneficios del productor. ¿Qué importan 20 años y 45 si el amor es puro? El tiempo demostró que nada.

Partiendo de una novela de Ernest Hemingway y en una especie de apuesta entre el autor y Hawks, los guionistas Jules Furthman y el también Premio Nobel William Faulkner hicieron de la novela una película que conservaba la línea de partida del libro (la de un hombre casado y con hijos dedicado, para sobrevivir, a transportar en su barco a personajes de distinta condición) pero que se modifica sustancialmente para incorporar una historia de amor, ficticia a la par que real, en un contexto político similar al de Casablanca que aquí se traslada a Martinica al descartarse la opción, literaria, cubana, por razones de oportunismo también político.

Naturalmente la película es Lauren. Su primera línea de diálogo “¿Tiene una cerilla?” apoyada seductoramente en la puerta de su habitación es toda una declaración de intenciones a Boogie y a los espectadores. Es una frase con pasado y naturalmente con futuro. A partir de aquí ya sabemos lo que va a pasar con Bogart. Si encima al poco le dice “Si me necesitas, silba…” pues confirmadas nuestras sospechas. A Bogart le han dicho ven y lo deja todo. El resto es un no pero si. Un ni contigo ni sin ti. 

Es cierto y así lo señalan algunas críticas que determinadas situaciones no resultan demasiado creíbles. Tal es el caso del comportamiento del exiliado francés y especialmente de su mujer, personaje cuya función principal parece la de exacerbar los celos de Marie alias “flaca”. El tirón de Casablanca y su estela eran todo un reto y la pareja exiliada parece confirmarlo. Sin embargo, por mucho Vichy y mucho piano, entre ambos films hay muchas diferencias y entre ellas una diferente historia de amor. La de un pasado en Paris y la de un futuro que se abre en dirección a la isla del Diablo. Y los inicios de grandes amistades se quedan atrás en la Martinica.

Con la imaginación haciendo frente al código Hays “he venido a la Martinica para comprarme un sombrero”, con un secundario de primera como Walter Brennan, con un Bogart muy en esa imagen entre duro y pedazo de pan que se ha ido forjando fotograma a fotograma, y con los ojos de Lauren, la película es una absoluta obligación para cualquiera que le guste el cine.

Puntuación: 8,7


 


sábado, 16 de abril de 2011

MUNDOS OPUESTOS (MERVIN LEROY - 1949)

Entre las más grandes actrices de todos los tiempos figura Barbara Stanwyck. Mi devoción por Barbarita está confesada hace mucho tiempo. Perdición, Stella Dallas, Juan Nadie, Annie Oakley y un largo etcétera han jalonado la espléndida carrera de esta señora de la escena. Por ello, no dejo escapar ninguna oportunidad de ver alguno de sus muchos trabajos. Es el caso de Mundos Opuestos de Mervin Leroy donde comparte cartel con James Mason, Van Hefflin y Ava Gadner. ¡Ahí queda eso!

Comparada con los melodramas de Douglas Sirk, Mundos Opuestos resulta bastante más light de lo acostumbrado en este tipo de películas. Como las penas con pan son menos es probable que las infidelidades amorosas entre la clase adinerada newyorkina rocen más la categoría de pasatiempo para “snobs” que verdaderas tragedias. No obstante Barbara Stanwyck consigue dar credibilidad a su papel de esposa enamorada dispuestísima a perdonar a su marido (James Mason) quien trata de superar su adicción a una Ava Gadner que, si cuando va de “normalita” es un tormento cuando se pone a provocar seductoramente es un auténtico infierno al que cualquier hombre se tira de cabeza. Y evidentemente el zorro del desierto Mason arde más que el Yang Tse en llamas.

A destacar la característica música de Miklos Rozsa y algunos encuadres fotográficos dignos de encomio. La resolución de algunas situaciones como la última conversación entre Brendon Bourne (Mason) y su suegra es excepcional tanto por lo que hace a los diálogos como a la dirección de Leroy y por lo que se refiere a esa aproximación puntual al cine negro con la que se resuelve el problema en la línea “muerto el perro se acabo la rabia” se agradece aunque se trate de una solución fácil y expeditiva. Ya quisiera Poirot (belga, que no francés) desenmascarar al asesino con la misma “vitesse” ¡mon Dieu!

En resumen, un trabajo mejorable pero sumamente correcto de la MGM con gancho suficiente como para captar a los espectadores de la época (Venus era mujer y Ava mucha mujer) y también a quienes como nosotros (y hablo también por ustedes que siguen este blog) sabemos valorar la calidad de actores y actrices como los que aquí intervienen. La perfección ni vive arriba ni hay que obsesionarse en su búsqueda. Lo que hay que hacer es sacar lo positivo de películas como esta y disfrutar…

Mi valoración: 7,2

sábado, 2 de abril de 2011

LA NIEBLA (JOHN CARPENTER - 1980)


Encuadrable en el género de ficción La niebla es una película correcta de calidad algo superior a la media acostumbrada en un tipo de cine donde, con la excusa de las posibilidades ilimitadas de la ficción y los balbuceos de la ciencia en determinados terrenos, vale todo o casi todo. Por lo general las obras que en este género han sobresalido suelen mantener coherencias a pesar de lo increíble que puedan ser sus argumentos. Recuerden El hombre invisible o La invasión de los ladrones de cuerpos por poner tan solo dos ejemplos. Evidentemente un buen guión ayuda y un director que sepa lo que se hace, también.

En este caso el guión es del propio Carpenter quien lo escribió conjuntamente con Debra Hill, basándose en una idea que nació en su visita a Stonehenge un día donde la niebla lo abarcaba todo. De aquella sugerente idea nace una película de bajo presupuesto, tan solo 1 millón de dolares que aunque no se rentabilizaron como anteriores trabajos de Carpenter-Hill, léase Halloween, consiguio la nada desdeñable cantidad de 21 millones.

La niebla es la historia de una venganza demorada en el tiempo. A bordo de un buque fantasmal escondido en una extraña y luminosa niebla, los cadáveres de una tripulación pirata que naufragó frente a Antonio Bay de forma no casual sino con la premeditación y alevosía de los costeños, se toman por su mano la justicia y la vendetta larvada durante siglos, a golpe de garfios afilados y oxidadas hachas. Por ello, el día que se cumple el aniversario de tal naufragio y que coincide con la festividad fundacional de la pequeña comunidad costera, la niebla envuelve desde un barco pesquero hasta la iglesia, pasando por el faro donde está instalada la emisora de radio local y que por su elevada posición sirve de alerta a la ciudadanía de lo que está ocurriendo.

Un detalle significativo es que, a diferencia de lo que suele ocurrir en esta clase de trabajos, la tomatina no es el condimento principal. La historia es buena y toma referencias de Poe y especialmente de H.P. Lovecraft (el puerto de Innsmouth) y en ella el suspense y los sobresaltos están adecuadamente bien medidos. Para los puristas del cine de terror La niebla no cumplió las expectativas dejadas por otros trabajos mas "duros" de Carpenter pero para quienes las impresiones excesivamente fuertes y el "gore" no nos van demasiado, es un trabajo perfecto en su inquietante sencillez. Obvia decir que se ha convertido en un film de culto.   

Con un look años 60, que cuenta con la presencia de una jovencita Jammie Lee Curtis (niña progre autoestopista) y de su madurita y veterana madre, que tuvo y retuvo, Janet Leight, enfrascada en otro tipo de psicosis. También intervien Adrianne Barbeau, esposa por aquel entonces de Carpenter, junto a otros rostros menos identificables pero conocidos.

Cuando comenté en este blog Asalto a la comisaría del Distrito 13 ya dije que Carpenter era un buen director para el que la imaginación superaba al presupuesto. Pues eso mismo...