sábado, 9 de junio de 2012

EL SILENCIO DEL MAR (JEAN PIERRE MELVILLE - 1949)



Melville me resulta sinónimo de polar francés. Películas como El confidente o El silencio de un hombre son ejemplos de un género del que el director francés es un genuino representante. Sin embargo El silencio del mar es otra cosa. Un film extraño, diferente, comprometido, audaz... No es un polar pero sus silencios son gélidos como el hielo. Las manos se calientan acercándose a la lumbre, las miradas se encienden con las palabras...

Durante la ocupación de Francia, un oficial alemán comparte alejamiento con un anciano y su sobrina en una localidad cercana a París. La presencia del invasor provoca el mutismo de ambos pese a los intentos del teniente Werner von Ebrennac en mantener una relación siquiera cordial con ellos. Los durísimos silencios se rompen con monólogos del germano que descubren a un ser sensible, amante de la música y la poesía y esperanzado con una alianza franco-alemana que reporte beneficios a ambos países. En un viaje oficial a París descubre las iniquidades nazis. Treblinka levanta la venda de sus ojos. A su regreso, cesan los monólogos. Algo ha cambiado.

Probablemente esta sea una de esas películas donde la voz en off del narrador tiene mayor presencia. Los silencios de tío y sobrina esconden una fuerza de sentimientos que se desborda “en diferido” a través de un relato de los hechos ofrecido de primera mano por el propio anciano. Un relato donde se pone de manifiesto el propio conflicto personal, materializado en la pertinaz negativa a dirigir la palabra al oficial nazi a pesar de ser comprensivo con los dilemas morales de éste y de percibir en él una gran cultura y sensibilidad. Tan sólo dos frases o ni siquiera eso, pronuncian tío y sobrina: Un “Adelante”, ante la repetida llamada en la puerta del salón de estar y un “Buenas noches” que es todo un compendio de buenos deseos, buenas intenciones y casi un “te amo” larvado pero manifiesto.

La obra de Jean Bruller escrita en la clandestinidad bajo la ocupación nazi, y trás el seudónimo Vercors, se convirtió en un manual de resistencia pasiva a los invasores. El primer signo de la rebelión de los corderos ante la bestialidad del nazismo fue su silencio y un Melville implicado directamente en el conflicto bélico y comprometido con la Resistencia supo captar en su cine y mostrarlos a la humanidad civilizada momentos y circunstancias tan críticos como éstos.

Esto no es Nuremberg. Aquí no hay ni vencedores ni vencidos. Es verdad que hay invasores e invadidos, pero en el fondo hay seres humanos, seres a los que la historia ha encontrado en un lugar u otro del escenario y le ha asignado un papel obligatorio o casi. Opera prima de Jean Pierre Melville, escasa de presupuesto, escasa de actores, de escenarios, de frases, pero sobrada en silencios inmensos como el mar y con el eterno murmullo, no de las olas pero sí de las verdades más absolutas.

Silencios, frases que parecen suspendidas en el aire, reflexiones en voz alta... Nada es fácil. Si encima le añaden los subtítulos, aún menos. No es cine para ver con el cuerpo cansado. Precisa ciertas condiciones de tiempo, lugar y estado personal. Pero el resultado es como una analítica no del colesterol sino de nuestra capacidad de sentir. Muy gratificante.

Puntuación: 8,50 

 

8 comentarios:

David dijo...

Pues la veo luego (después de una siesta y bien descansado ;-) )
Lo cierto es que la tenía en la lista y me has dado ganas con esta entrada.
Paso mañana y te comento qué tal...
Por cierto..
4 de 5 en tu test.. .Y la que no he respondido ha sido porque no había foto de la actriz que fuese...De todas formas algunos nombres de los que había ni me sonaban.
Y con certificado y todo (desde luego).
Un saludo.

David dijo...

Me ha gustado...Está francamente bien. A veces la voz en off del tío resulta un poco redundante. Nos cuenta lo que vemos. Luego va pillando poco a poco el tono. El "encuentro" en la nieve entre la sobrina y el teniente está muy bien. Y la referencia a la Bella y la Bestia me gusta mucho.
El final y la cita que le deja el tío me gustan mucho también.
Estupenda película, sí.
Otro asludo.

FATHER_CAPRIO dijo...

David: Me alegro que te haya gustado. Es un film profundo que exige madurez y criterio.
La verdad es que Melville es un realizador a recuperar.
Saludos.

miquel zueras dijo...

Me encanta esa película que vi en la filmoteca y también el libro. Pobre Howard Vernon, después de este título no tuvo mucha suerte. En mi blog Rosebud he publicado la portada que hice para una edición en catalán de El silencio del mar. Es la segunda portada. Saludos. Borgo.

C. Noodles dijo...

Hola Father, estoy de acuerdo en que es una película bastante extraña.
Es su ópera prima y creo que el debut fue excelente.
Una hermosa película, con ese silencio tan presente en la obra de este realizador.
Aunque como bien dices, la voz en off está demasiado presente, la película sigue siendo muy buena.
Melville es uno de los grandes.

Un abrazo.

FATHER_CAPRIO dijo...

Miguel: Desconocía Rosebud y francamente me ha parecido un rincón precioso. Vamos, que si me pierdo que me busquen en él...

El silencio del mar es un film tan espléndido como duro y dificil.

Tendré que investigar la vida de Vernon, pues desconozco sus avatares

Un abrazo.

FATHER_CAPRIO dijo...

C.Noodles:

Gracias por tu presencia y tus comentarios. Realmente como dicen la vida te da sorpresas y para mí fue una y agradable este film de un Melville al que encuadraba en el polar y que me enganchó a su cine desde el primer momento.
Y es curioso cuantas operas primas son auténticas joyas. A bote pronto recuerdo El cuchillo en el agua de Polanski.
Lo que es totalmente seguro es que es un film que precisa mucha madurez para sentarte a verlo y aún mucha más para valorarlo en toda su intensidad.
Es un film de silencios para que nosostros los llenemos de pensamientos.

Saludos.

Anónimo dijo...

les recomiendo el silencio del mar, pero la del año 2004 con Thomas Jouannet y Michel Galabru

y si pueden, pongan la música a todo volumen por que es sublime