La presencia de Helen Mirren resulta ser un reclamo absolutamente determinante en la decisión de dedicar ciento cinco minutos de nuestro tiempo a ver este trabajo de Michael Powell, bajo mi consideración un excelente director británico en la década de los 40 y del que tampoco olvidamos “El fotógrafo del pánico” rodada en 1960. En 1969, Powell escenifica aquello de que “el que tuvo retuvo” con resultados discretos y prueba de ello es esta “Corazones en fuga” título españolizado para un original “Age of Consent” cuya sugerencia de comportamientos sexuales consentidos, además de no corresponderse exactamente con la realidad argumental del film no resultaba ni política ni religiosamente correcta para nuestra mentalidad celtibérica.
La gran señora de la interpretación que es hoy Helen Mirren multiplica el interés por sus primeras interpretaciones y si encima tiene como “partenaire” a un clásico como James Mason de quien sólo reseñaré aquí Lolita de Kubrick por la “aparente” analogía temática con esta película, es lógico considerar que nuestra opción por este film es totalmente acertada. Sin embargo de las expectativas a lo realmente obtenido, o en castizo, del dicho al hecho, va un trecho.
La desnudez íntegra allá por el año 1969 resultaba un asunto escabroso. El film sufrió recortes y alteraciones incluso en Gran Bretaña rodeando al film de una cierta polémica. Ahora bien, visto desde la distancia temporal que supone medio siglo de evolución de la especie humana (en aquello en que ha evolucionado) la película ha acabado por parecerse a un producto de la factoría Disney con personajes estereotipo en las historias infantiles y entornos naturales como la Gran Barrera de Arrecifes australiana, exquisitamente fotografiados, en donde un pintor (James Mason), hastiado de las grandes urbes y de la denigración mercantilista del arte, encuentra refugio e inspiración para sus pinturas. La presencia de Cora, una hermosa adolescente (Helen Mirren) supondrá un soplo de aire fresco en su vida, convirtiéndose en su musa, su modelo y su compañía sentimental. En rededor suyo se teje una historia que se entrelaza con sus vidas y sin la cual no existiría la película, y aunque deja sus momentos interesantes unos, curiosos otros y trágico alguno, no deja de resultar accesoria. En mi opinión, la seducción, la lascivia o la concupiscencia se han difuminado mucho a lo largo de los 50 años que pasaron para acabar dejándonos una película entretenida sin más y cuyo principal valor, para mí, reside en recordarnos el antes y sobre todo el después de una actriz que está marcando época en el planeta cine: Helen Mirren.
Por cierto, la edad real de consentimiento de Helen Mirren allá por 1969 era de 22 esplendorosos años.
Puntuación: 6,5
3 comentarios:
Vi esta película porque venía firmada por Powell, pero me creería tranquilamente que en realidad la hubiera dirigido mi vecino. No me extrañaría que Powell la rodara solo como excusa para ver a la Mirren al natural. Saludos.
Siendo de Powell un cinéfilo espera más y como a ti su firma decidió mi elección. Es cierto que los viejos rockeros nunca mueren, pero nunca dejan las mismas sensaciones y su capacidad de sorprendernos es mas limitada (siempre hay excepciones). Precisamente para encontrar algo nuevo y que me sorprenda en ocasiones recurro a obras desconocidas de autores que bien podrían ser vecinos míos. ¡Oye! A veces funciona.
Tampoco es reprochable su excusa...
Saludos
Funciona bastante a menudo, pero al menos es necesario que el vecino sea director de cine, que no es el caso del mío. Saludos.
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