Tener a dos de las figuras señeras del cine clásico como son Barbara Stanwyck y Humphrey Bogart frente a frente, no es cosa fácil de ver. La gran dama de la pantalla junto al actor que hizo de su apellido un estilo, el de duro de vuelta de todo y "sensible" a las buenas causas. Claro que, aquí la cosa toma otros derroteros mucho más retorcidos y Humph no es el Rick de Casablanca ni siquiera Mantee, aquel gangster con corazón de El bosque petrificado, por citar dos interpretaciones alejadas en cuanto a las formas pero similares en lo que a sentido y sensibilidad se refiere. Aquí, "sui géneris" Bogart va de malo, malo y eso resulta chocante pero aún así le cogemos cariño e incluso confiamos en su postrera redención, la cual, exigencias del guión, no se produce.
Dos interpretes de esa talla necesitaban una buena película. Y Las dos señoras Carroll lo es. Buena. Incluso excelente por momentos. Pero acaba fallando. Vestir las maldades de locura requiere ciertas habilidades psicológicas que no todos los directores poseen. Intentar emular a Hitchcock está al alcance de muchos pero alcanzar la suela de su zapato es otro cantar. Y aquí Peter Godfrey recrea a la perfección la atmósfera siniestra de suntuosos edifícios palaciégos en noches de tormenta, con escaleras de caracol y cuadros estilo Rebeca en las paredes. Con una música absolutamente apropiada a la Sospecha latente como telón de fondo. Y en conjunto, conformando una obra fundamental para entender ese subgénero del suspense llamado gótico femenino. Pero claro, cuando la cosa deriva a la Psicosis pura y dura, como el orondo británico no hay otro. Y eso se nota y le pasa factura al film.
De cualquier manera, los pros de la película superan a los contras y su visionado es muy recomendable especialmente para aquellos que como yo, admiramos a estos dos fueras de serie del cine de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario