sábado, 13 de diciembre de 2008

QUE EL CIELO LA JUZGUE (JOHN M. STAHL - 1945)


El año 1945 estuvo marcado, cinematográficamente hablando, por argumentos psicológicos y relaciones materno o paterno filiales destructivas. Y entra en el terreno de lo curioso que el Oscar a la mejor actriz de aquel año fuese para Joan Crawford por su interpretación de una madre tortuosamente sacrificada por su hija, en una película, Mildred Pierce (Alma en suplicio), donde el cine negro se da la mano con el melodrama, en noble competencia con Gene Tierney quien dio vida y belleza a la posesiva Ellen Berent fuertemente traumatizada por una anormal e inexplicada, para el espectador, relación padre-hija.

Esta extraña filiación es el punto de partida de una excelente película, Que el cielo la juzgue, dirigida por un John M. Stahl de quien tan sólo conocía su labor co-directora en El príncipe estudiante de Lubitsch. Francamente, Stahl lo hace bien. Parte de una gran novela, el best-seller de Ben Ames Williams, pero trasladar la literatura al terreno de la imagen no es fácil y mucho menos cuando el sentido profundo de los acontecimientos hay que buscarlo en el terreno de los desequilibrios mentales.

¿Cómo se filma la locura? Muy fácil. Como lo hace Stahl en esta película. Con la ayuda interpretativa de una gran Gene Tierney (la inteligencia de la locura), con pequeños detalles de gran significado ( el pliegue de la alfombra sobre la escalera), con frases que giran bruscamente (la conversación con el doctor que asiste al hermano inválido), con sentencias como "Ellen siempre gana", con el impactante inmovilismo de la secuencia de la barca, con los "preparativos" para el café campestre...

Un film destacado por el propio Martin Scorsese en su "personal journey with Martin Scorsese (Through american movies)" donde califica a Que el cielo la juzgue de película negra en rutilante color. Color que mereció, el reconocimiento de la Academia.

Para no cometer injusticias, mencionar el buen trabajo de Cornel Wilde, en la que probablemente sea su mejor película, así como valorar la interpretación de Vincent Price como despechado y vengativo fiscal del distrito. Todo ello regado abundantemente por la perfectamente acoplada música de Alfred Newman. Otro genio.

Imprescindible.





2 comentarios:

Pepe del Montgó dijo...

¡Que joven era cuando vi "Pierrot le fou". Acabo de verla y realmente sólo recordaba las tiras de dinamita. A esto llamo yo mitificar una película... Me dan ganas de poner una crítica en FA que diga "Coincido con Father Caprio"

Jack dijo...

¿Acaso Godard en "Pierrot le fou" pretendía que le considerasemos un Picasso colgando unas láminas de dicho pintor en sus decorados? Me estas aficionando al cine clásico.