miércoles, 31 de diciembre de 2008

CAMPANADAS A MEDIANOCHE (FATHER CAPRIO - 2008)


El año que termina ha sido próspero en lo que se refiere a este blog de historias cinematográficas, donde he tratado de apartarme de las críticas convencionales y al uso, para tratar de dar una visión muy particular de la practica totalidad de las películas que durante el 2008 he ido visionando.

Lo que nació con la única finalidad de se
r un cuaderno de bitácora o un diario de mis sentimientos cinéfilos se ha ido convirtiendo en un eslabón de una cadena de amigos unidos por una afición común. Ellos me aportan muchísimo y yo intento corresponder poniendo mi minúsculo grano de arena: Unos comentarios que siguen más el dictado del corazón que el de la erudición.

Agradeciendo a todos aquellos que, de forma manifiesta o anónima siguen este blog, esos momentos de atención que me dedican, quiero al mismo tiempo desearles a todos un año 2009 que, sea cual sea el giro que tomen la economía, la política y la propia sociedad, mantenga vivo lo mejor de nosotros como seres humanos: Nuestros sentimientos.

Y ahora:

MIS CAMPANADAS (A MEDIANOCHE) CINEMATOGRÁFICAS:

***¡Las cosas que hemos visto, eh Sir John!***


1- UNA:



Mi primera campanada no podía ser menos que para UNO, DOS, TRES... de Billy Wilder. Comedia marca de la casa con un James Cagney tan genial como irreconocible, especialmente después de haber interpretado a la práctica totalidad de gangsters que en el mundo han sido.

2- DOS:



La segunda campanada y con ella la segunda uva para DOS HOMBRES Y UN DESTINO, porque este año nos dejó un fuera de serie: Paul (ojos azules) Newman. ¡Va por ti!

3- TRES:


Bien puede dedicarse esta uva a Los tres mosqueteros, clásico del cine aventurero, a los tres cerditos (en homenaje a Disney y al cine infantil) o incluso a Delmer Daves con su western El tren de las tres y diez. Pero me quedo, en homenaje al cine patrio con ATRACO A LAS TRES de José María Forqué con su maravilloso cartel de actores y actrices españoles.

4- CUATRO:


Entre las distintas opciones, me quedo con HABITACIÓN PARA CUATRO, película de Mario Monicelli de 1975 que consiguió algo que no todas las aparentes comedias consiguen, hacerme reír, con cuatro tíos (no de Texas precisamente sino muy europeos).

5- CINCO:


Con el cinco quiero homenajear a todos aquellos que hicieron realidad nuestros sueños juveniles, que llevaron a la pantalla aquellas novelas que nos transportaban a lugares exóticos, inexplorados y remotos. El cinco es para la Aventura: CINCO SEMANAS EN GLOBO

6- SEIS:


El seis significa un toque de atención. Que no nos descuidemos. Que no todo el monte es orégano. Que hay muy buen cine pero también lo hay del otro. Que hay que tener un Sexto sentido para alejarnos de infumables como EL SEXTO DÍA.

7- SIETE:


Aunque Kurosawa y sus SIETE SAMURAIS era un candidato claro a la séptima uva, permítanme que siga mis propios convencionalismos y me quede con LOS SIETE MAGNIFICOS, tal vez la primera película que me hizo amar y desear el cine.

8- OCHO:


El ocho y un poco más, para Fellini, OCHO Y MEDIO, un Fellini al que en el 2008 he seguido descubriendo a través de una Roma de lobas, burdeles, frescos antiguos y desfiles de roma papal.

9- NUEVE:


Para el nueve tenía dos candidatos. Uno: Nueve Reinas, película argentina que demuestra la potencia y pujanza del cine hermano hispanoamericano. Dos: (y merecedora de la novena uva) NUEVE CARTAS A BERTA, película cuyo visionado, como parte de la historia reciente de este país, sigue siendo obligatorio, y es uno de esos propósitos que seguro se cumplirá en el 2009.


10- DIEZ:


Evidentemente LOS DIEZ MANDAMIENTOS, una de esas superproducciones de Hollywood que nunca pasan de moda. En los tiempos actuales en que el cine, gracias a las nuevas tecnologías ofrece películas espectaculares, es imprescindible evocar aquellos trabajos tan artesanales como maravillosos. Entonces era casi un milagro separar las aguas del Mar Muerto y de Mille lo consiguió. Y además, mi brindis con esta uva irá dedicado a otro gran actor que nos dejó: Charlton Heston.

11- ONCE:


Lo dedico a los “remakes”. Porque el Ocean,s Eleven que le suena a casi todo el mundo, con George Clooney y Brad Pitt (¿Cómo no va a sonar?) es el remake de una peli de 1960 con todo el gang Sinatra, ya saben, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y el propio Frank, llamada LA CUADRILLA DE LOS ONCE. Cuando la copia supera al original bienvenida sea, pero sino... mejor se dedican a otra cosa.

12- DOCE:



Para la uva doce, renunciaré a mis preferencias cinematográficas para acogerme al espíritu de la Navidad. Por ello, renuncio a películas como Doce del patíbulo o Doce hombres sin piedad, evidentemente peliculones, y me quedo con aquella DOCE EN CASA protagonizada por Steve Martin, por la idea de casa, familia, pavo, turrón, uvas de la suerte y:


¡¡¡ FELIZ AÑO 2009 !!!

martes, 30 de diciembre de 2008

TU Y YO (FRITZ LANG - 1938)


Lang es de esos directores en los que siempre acabo refugiándome. Su personal manera de entender el cine con sus raíces (expresionistas) alemanas, su toque surrealista, su predilección por el art-déco o sus característicos encuentros de las luces con las sombras, hace tiempo que cautivaron mi interés por la filmografía del director germano y en cada nueva película suya siempre encuentro algo distinto.

Se dice que Tu y yo es, probablemente, una de las películas menos "languianas" que dirigió, y probablemente sea cierto. Un film más cerca del melodrama musical que del cine negro, con moralina redentora incluida, parece alejarse bastante de nuestros esquemas preconcebidos, y sin embargo, un análisis más profundo nos revela un trabajo absolutamente original que, en muchas secuencias, discurre por la línea de lo que fue el teatro de Bertold Brecht cuyo fin último no es tanto entretener al espectador como educarle. Asimismo encontramos sus peculiares entramados de luces ( la entrada a la habitación a la luz de una cerilla), cierto surrealismo (los ex presidiarios y sus canciones y claves musicales) y un aroma evidente de expresionismo alemán.

Pero estamos como dije antes ante un melodrama muy cercano a la comedia moralista y aunque aparentemente se nos antoje un Lang menor, la pura realidad es que estamos ante una pequeña y desconocida joya de su filmografía, con una Sylvia Sidney que es un encanto de mujer y de actriz y que da gusto verla y con un excelente George Raft menos encasillado que de costumbre en papeles tipo guardaespaldas o matón a sueldo, y con un guión con el que Lang nos maneja a su antojo entre la extrañeza y el encanto y que nos acaba dejando una bonita y original lección matemática.

Si alguien quiere conocer el verdadero cine de Lang le recomiendo que empiece por otras películas más representativas. La oferta es amplia. Tal vez Los espías, La mujer del cuadro o Perversidad. Pero ya metidos en harina, como se suele decir, You and me, es una buenísima elección.




domingo, 28 de diciembre de 2008

LA CALLE DE LA VERGÜENZA (KENJI MIZOGUCHI - 1956)


Asomarse al cine asiático es un ejercicio absolutamente recomendable especialmente para aquellos que vivimos la era de las prisas, de los embotellamientos y de los consumismos sin sentido, todo muy occidental, sí señor, y signo de la modernidad de los tiempos. Y como uno de los directores estrella del cine oriental es Kenji Mizoguchi, a él me he acercado desde mis ignorancias occidentales.



Entonando el mea culpa reconozco que hasta hoy no había visto ninguna de sus películas, si bien entre mis proyectos de futuro están "Cuentos de la luna pálida", por lo que La calle de la vergüenza ha sido una especie de bautismo de fuego en el cine de un autor muy personal. Y, como es frecuente en estos piro - bautizos tardíos, la ceremonia ha salido bien pero adolece de inexperiencia (la mía).

Hay realizadores cuyo cine es incapaz de entenderse desde una sola película y menos cuando se trata de la última que dirigió. Es algo así como querer comprender una novela leyendo únicamente sus últimas páginas. No puede ser y además es imposible. El cine de Mizogouchi, por lo que cuentan los críticos, es algo así como una suma arrastrada (la frase es mía), donde cada película comprende la anterior.

Centrándome en lo que he visto, que es de lo único que puedo hablar, les diré que la historia de cuatro prostitutas japonesas occidentalizadas no responde a mis esquemas preconcebidos del cine nipón. Las vivencias personales tampoco se diferencian mucho de otras historias culturalmente diversas. La mamma Roma de Passolini también hace la calle para mantener a su hijo. Parroquianos incautos a los que una mujer aleja de los caminos honestos haberlos hailos aquí, en Kioto y en la Polinesia. Y mujeres que abordan a los hombres arrastrándolos hasta los burdeles hay en Pekin lo mismo que en el Barrio Chino barcelonés.

Y sin embargo hay diferencias. El concepto de prostitución como alternativa al suicidio es una de ellas. El paternalismo del dueño del burdel, otra. Ese concepto fatalista de la vida encarnado por Mickey regalando un billete de vuelta a la chica que emprende una nueva vida es otra muestra. Dentro de la occidentalización de la cultura ancestral japonesa encontramos esos sentidos vitales, tan opuestos a los nuestros. Acabamos encontrándolos porque están ahí, como el Fujiyama, eternos y vigilantes. Sin embargo, me pregunto, el durísimo enfrentamiento de Mickey con su padre (una de las escenas magistrales de la película? ¿A que cultura pertenece?

Seguiré ahondando en la figura de Mizoguchi. Aunque haya empezado por el final estoy seguro que el orden de los factores no alterará el producto de una gran vida dedicada al cine.





sábado, 27 de diciembre de 2008

EL INCREIBLE HOMBRE TRANSPARENTE (EDGAR G. ULMER - 1960)


La habilidad de Ulmer para estirar el presupuesto resulta tan increíble como las transparencias humanas. Y eso no es ciencia ficción sino realidad pura, dura y sobre todo tangible. En esta película, el presupuesto de gastos es, por lo escaso, claro y diáfano. Creiblemente transparante. Un caseron abandonado, pocos y desconocidos actores, la "vamp" de turno (generalmente bien escogida), algún rodaje en exteriores (preferentemente en carreteras poco transitadas) y algún que otro "extra" barato-paisa. Este es el estilo Ulmer, un estilo "todo a euro" que nos gusta y que sigue demostrando por enésima vez que en el cine no todo son presupuestos millonarios y efectos visuales espectaculares. Que hay una cosa que se llama profesionalidad y otra que se llama imaginación. Y que cuando ambas se juntan...¡Temblad, temblad, malditos!


No estoy diciendo con ello que estemos ante la mejor película de la historia, ni siquiera del cine B, ni tampoco del propio Ulmer. Puestos a elegir me quedaría, probablemente, con Detour. Pero resulta un film interesante y con muchas lecturas. El tema nuclear ha sido siempre un asunto de candelero, pero en el año en que se rueda la película, todavía muchísimo más. Y si además añadimos figuras como la del científico nazi o la del ex-militar dispuesto a reconquistar lo perdido a base de ejercitos invisibles, pues tendremos un producto evidentemente perecedero y al que los años no tratarán demasiado bien, pero con cierto gancho para su época.


En este tipo de películas, los actores no viven de las rentas de su fama, sino que, muy al contrario, trabajan duramente para salir del anonimato. En este sentido, sus interpretaciones son plenamente profesionales y muy valorables, disculpándose las lógicas imperfecciones. "Hormiguita" Ulmer lo aprovecha todo. Saca el máximo partido de actores y actrices, coloca cada elemento en el sitio justo para conseguir el efecto deseado y sobre todo maneja a la perfección los blancos y los negros de una fotografía comprometida con la idea que nos quiere transmitir. El verdadero presupuesto de las películas de Ulmer no está en los talonarios de cheques sino en su genialidad para imaginar y contar historias. Este es el activo real y no otro. La misma historia contada por otro hubiese sido ridícula y más cercana al bodrio que a otra cosa. En el caso de Edgar G. Ulmer, la cosa se queda en increíble, pero de esto ya estábamos avisados.



EL CASO O´HARA (JOHN STURGES - 1951)


La presencia de un actor de la categoría de Spencer Tracy es de las que siempre se agradecen. Aquí, lo encontramos dando vida a un abogado de esos cuya profesión y su vida se superponen hasta los límites más extremos. El cine ha dejado siempre buenos ejemplos de estos profesionales y, por lo general, este tipo de películas enganchan al espectador.

El pueblo contra O´Hara es con claridad una película de abogados, fiscales, jueces, testigos, jurados y el O´Hara de turno. La diferencia entre este tipo de films no está tanto en el veredicto sino en el hecho de que los espectadores conozcan previamente los verdaderos acontecimientos y sean conscientes de las situaciones de justicia o injusticia. En el caso que nos ocupa, no lo sabemos todo, pero tenemos por cierta una cosa, O´Hara es inocente. Y no descubro nada. Ustedes mismos si ven esta película lo sabrán a los 10 minutos de iniciarse. Lo importante no es eso. Lo fundamental es el "pastel" que le cae a nuestro amigo Curtayne, por ser demasiado buena persona.

¿Ustedes se imaginan a Spencer Tracy, mala persona? Tal vez deba revisar mas su filmografía, porque así a priori, uno recuerda aquellas películas junto a Katharine Hepburn o Conspiración de silencio (también de Sturges) o aquella Adivina quien viene esta noche, tan postrera como maravillosa. Lo de malvado no andaba por su vocabulario. Creo que no daba la talla. De cualquier modo seguiremos investigando. Hombre, aquí tiene algún defectillo, el drink suele llenar (aparentemente) los vacíos que dejan los fracasos y las inseguridades personales, y los polvos de la bebida conducen a los lodos de las corruptelas, pero sigue siendo el rey de los buenos. Gran actor, sin duda, ese Tracy.

Les recomiendo la película. Buen cine negro de un grandísimo director como John Sturges (Conspiración de silencio, Los siete magníficos) con una fotografía de blancos y negros, sombras y luces, que es un auténtico lujo (John Alton). Mucha tensión (reparen en el "enfrentamiento" verbal padre-hija) y niveles adecuados de suspense junto con el buen trabajo de Spencer Tracy en su única participación en el cine negro y un final que no desentona en absoluto, hacen que este casi desconocido film deba rescatarse de esos olvidos ciertamente injustos que a veces depara el mundo del celuloide.




 

domingo, 21 de diciembre de 2008

UNA MUJER PARA DOS (ERNST LUBITSCH - 1933)


COMEDIAS LUBITSCH. ESPECIALIDAD EN ENREDOS AMOROSOS. TOQUE ASEGURADO.
Marcas comerciales, slogans...

"¡Estoy harta de ser una marca comercial casada con un slogan!" (Miriam Hopkins a E.E.Horton).

Una de tantas frases absolutamente geniales que un gran Lubitsch regala a los espectadores inteligentes.

"No tengo una camisa limpia" (Gary Cooper)
"¿Porqué una camisa limpia? ¿Que sucede? ¿Un romance?" (Fredric March)
"No estoy hablando de un pijama. Solo de una camisa limpia" (G.Gooper)

Y más.. El resto descúbranlas por ustedes mismos, que la cosa vale la pena.

Lubitsch, igual que en Los peligros del flirt o Lo que piensan las mujeres, se mueve como pez en el agua en una de sus especialidades, la comedia de enredo, pero en el caso que nos ocupa, a diferencia de las anteriormente citadas, la propuesta amorosa, menage à trois incluido es todo menos convencional. Año 1933. No lo olviden. Y en tal año, suponer que la relación de una mujer (evidentemente "muy liberada") con dos hombres, artistas por más señas y con poco futuro, sea un "designe por living" (proyecto de vida) aceptado por una sociedad algo menos liberal, es mucho pedir.

Cosas como ésta hacen que Lubitsch sea distinto y nos guste. Lubitsch el travieso, diciendo "sin decir"... Llego a imaginármelo pensando como vestir a Fredric March para el desayuno en la casa de ella después de una noche que ha de suponerse "movidita"... ¿En paños menores, como el Napoleón de la campaña publicitaria? ¿Con un afeminado salto de cama? ¿Con el inapropiado smoking de la noche anterior? Todas las opciones eran válidas pero él siempre escoge la más sutil, la mas adecuada para su humor inteligente dirigido a espectadores inteligentes. ¿Porqué? Porque es Lubitsch y por eso sus películas han conseguido llegar hasta nuestros días sin esa fecha de caducidad que autolimita los productos perecederos de otros directores.

Pero el rey de la comedia glamorosa no sería nadie sin esos actores capaces de transmitirnos, cual materia conductora, el toque Lubitsch. Capaces de establecer con el espectador esa sintonía que diferencia el cine genial del cine sin adjetivos. Y este es el rol de Miriam Hopkins - la picardía por encima de la belleza - de Fredric March - la seriedad aparente - o del inigualable, inimitable y nunca repetido Edward Everett Horton.

¿Que me olvido de Gary Cooper?. No. Gary es inolvidable. Es nuestro legionario favorito (Beau Geste), nuestro vaquero por excelencia (El vaquero y la dama) el héroe más valiente y solitario del Far West cinematográfico (Solo ante el peligro), pero lo de larguirucho gracioso... como que no. Aunque estoy seguro de que habrá gustos para todo.



sábado, 20 de diciembre de 2008

LA BRUJULA DORADA (CHRIS WEITZ - 2007)


No he leído la novela de Phillip Pullman por lo que no voy a hacer referencias a la fidelidad de la película con la obra literaria, cuestión que, por otra parte, estimo poco importante, inclinándome más por la solidez y coherencia del guión cinematográfico que por tratar de buscar las siete o diez diferencias como en las revistas de pasatiempos.

Pero esta estructura se va debilitando a medida que transcurre la película, pasando de un inicio que capta rápidamente nuestra atención a un desarrollo argumental más y más endeble por momentos, en el que se han introducido casi con calzador historias complementarias de escaso fuste, como las rivalidades de los osos acorazados o las brujas voladoras eternamente jóvenes.

La brújula dorada es un ejemplo perfecto de marketing capaz de hacer un fenómeno de masas un producto que, en muchos momentos está absolutamente hueco por dentro, pero envuelto en unos logradísimos efectos visuales que nos hacen perdonar muchas cosas ¿Pero todo?... Y el caso es que, como dije antes, la cosa prometía, la dualidad humano - daimonion resultaba un terreno atractivo al espectador y con muchas posibilidades imaginativas.

Pero al final, todo se reduce a la "Organización" (aquí llamada Magisterio) lavando mentes para perpetuarse en el poder. Y esto, nos suena bastante. Algo usado, algo prestado... como aprehendido de otras historias de fantasía a las que únicamente supera en cualidades tecnológicas. Ahí quedaron por ejemplo La historia interminable o Jumanji entre otras, con libros o juegos, en lugar de brújulas, igualmente capaces de transportar, de ver o de sentir.

La presencia de Nicole Kidman en un papel mezcla de Darth Vader y Cruella de Vil, es una de los poquísimas ofertas publicitarias atractivas que se concretan en el film. Quienes esperaban disfrutar del último Bond, Daniel Craig, habrán debido estar bastante atentos pues su presencia, buena, de tan breve resulta doblemente buena como dice el refrán.

Resumiendo, que o mejoran o la segunda parte presagia no digerirse ni con las consabidas palomitas.




RELATO CRIMINAL (JOSEPH H.LEWIS - 1949)


Protagonizada por un Glenn Ford encumbrado a la fama, especialmente después de Gilda, y una de las damas más desconocidas del cine de los 40, Nina Foch, recientemente fallecida (5-Diciembre-2008), The undercover man (el hombre secreto), traducido aquí por Relato criminal, es una película que, extrañamente, no se encuentra relacionada en muchas de las filmografías de Nina Foch que circulan por la Red. Si aparece, en cambio, en las de Ford. Y esto es un indicativo bastante fiable. Porque, miren ustedes, el talento artístico de Nina no tuvo que ser pequeño cuando gran parte de su vida lo dedicó orgullosa a la enseñanza de las artes escénicas, pero en esta película, a pesar de situarse en el segundo lugar de los créditos por debajo del gran Glenn, Nina está desaparecida, ni siquiera en combate, dando la sensación de que su presencia responde más a exigencias de las productoras que a las del guión.

No es el caso de Glenn Ford quien acapara protagonismos bien secundado por James Whitmore y Barry Kelley (abogado O´ Rourke) y que lleva adelante, con profesionalidad, el papel de agente del Tesoro, Frank Warren, a la busca de testigos (hombres secretos) dispuestos a largar contabilidades que dejen con las vergüenzas financieras al aire al capo de los capos, al gran jefe, al number one de los gángsters, Al Capone (sin acreditar)...

Dirigida por Joseph H. Lewis (El demonio de las armas), la película no hace una ostentación excesiva de la violencia, no se recrea en la pólvora, no hay riachuelos de sangre derramada por las calles. Existe, pero no trascienden al primer plano. Quedan en la sombra y lo único que se asoma a la pantalla es el dolor. La niña, la madre, el amigo del sargento a punto de jubilarse... y el cucurucho de palomitas que lo dice todo.

Cine negro. Thriller. Cine del Hacienda somos todos y del no hay derecho. A que las balas sustituyan a los impuestos. A que los que no tienen paguen por los que tienen demasiado, incluso armas y arsenales. A las mordazas. Al miedo.

Entre el documental y la ficción, una excelente película.


 

viernes, 19 de diciembre de 2008

LA IRA DE DIOS (RALPH NELSON - 1972)


La ira de Dios es una de esas películas que dejan esa sensación de dejà-vu, de haberlas visto anteriormente. Un par de figuras del cine de antes y de siempre (Robert Mitchum y Rita Hayworth), bastantes semi desconocidos (Frank Langella, Victor Buono, John Colicos o Ken Hutchison) y un guión sobre revolución de república bananera o similar. El cesto que puede resultar de todos estos mimbres no depara, por lo general, muchas sorpresas así que, por la misma regla de tres, no decepciona. Quien nada espera no puede sentirse defraudado.

Lo más destacable, a la par que lamentable, es el estado en que se encontraba la otrora gran diva de la seducción, Rita Hayworth, y es que los años perdonan poco pero el Alzheimer todavía menos. Su papel breve y sin requerir grandes esfuerzos de memoria, impresiona al espectador por el golpe que supone a los recuerdos, Gilda entre ellos.

En cuanto a Mitchum, quien tuvo, retuvo y guardó para luego. A los que lo valoramos como actor nos gusta verlo, pero eso no es suficiente. Su papel de cura entre el desencanto y la redención, metrall
eta en ristre, no es precisamente un retrato convencional de la Iglesia, por lo que de entrada no es apta para devotos feligreses parroquianos.

El acostumbrado cinismo del actor, siempre de vuelta y media de todo, unas pinceladas de humor y la voluntad divina en forma de oportunísimo desplome del crucifijo para abatir a los impíos inconfesos, es tal vez lo único salvable entre la insulsez de un film para olvidar.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

BEAU GESTE (WILLIAM A. WELLMAN - 1939)


Una inquietante pregunta y una anodina respuesta. Este es un resumen muy sucinto de Beau Geste, película que contiene uno de los inicios más desconcertantes y atrayentes de la historia cinematográfica. Ese fuerte Zinderneff en medio del desierto defendido por cadavéricos legionarios, testigos de una historia cuyo secreto nunca podrán revelar. Ese misterio que continúa incluso después de la llegada de las tropas de refuerzo. Esas desapariciones "misteriosas" en las arenas de un norteafricano triángulo de las Bermudas. Todo ello nos hace concebir esperanzas de una trama tan irreal como cautivadora donde lo inexplicable le robe el sitio a lo lógico y razonable siquiera por dos horas escasas.

Pero no. Se empeñan en devolvernos a la realidad pura y dura, con tres hermanos unidos además de por el abolengo y los juegos de barcos y guerreros vikingos muertos con honor, por una gloriosa legión francesa donde se ponen a prueba valores tales como honor y patria. Los motivos que les llevan a alistarse no quedan claramente definidos, si bien tal circunstancia es irrelevante en el transcurso de la historia. Lo verdaderamente importante es, por una parte, el cruce de caminos que se produce en sus vidas y por otra el misterio del robo de la joya (no confundir con recientes bodrios hispanos) familiar.

No hará falta que les diga que la película se desarrolla en pasado, técnicamente hablando en flashback, ni que poco a poco los acontecimientos se van engranando hasta resolver anodinamente el misterio. Y nos quedamos un tanto decepcionados. La curiosidad mató al gato. ¿Queríamos saber? Pues, toma, ya sabemos...

Pero quiero ser justo. No obstante este descenso desde la poderosa imaginación a la cruda realidad, la película tiene elementos más que notables como para erigirse en una de las señeras del cine en un año especialmente fructífero (1939) en el que compartió cartel con La diligencia de Ford o Lo que el viento se llevó de Victor Fleming. Y de estos elementos quiero destacar uno en particular, la grandísima interpretación de Brian Donlevy como el sargento Markoff, instructor de la línea dura, tan dura que se le nacionalizó ruso para no herir sensibilidades nacionalistas, máxime cuando los soviéticos andaban repartiéndose Polonia con los alemanes por aquellas fechas. Su personaje, mezcla de honor, patria e infamia es de los que hacen época y dan pedigrí a una película.

Gary Cooper, cuya versión legionario resulta convincente, lo mismo que en Morocco de Sternberg, lo hace bien. Milland y Robert Preston, como los dos hermanos, están correctos. Curiosas las apariciones de Broderick Crawford, Susan Hayward o un imberbe (mas de la cuenta) Donald O,Connor, pero aquí el figura y con diferencia es el sargento Markoff.

La batuta directora de Wellman, como en otras ocasiones, excelente, y la música de Newman, idem de lo mismo.





sábado, 13 de diciembre de 2008

QUE EL CIELO LA JUZGUE (JOHN M. STAHL - 1945)


El año 1945 estuvo marcado, cinematográficamente hablando, por argumentos psicológicos y relaciones materno o paterno filiales destructivas. Y entra en el terreno de lo curioso que el Oscar a la mejor actriz de aquel año fuese para Joan Crawford por su interpretación de una madre tortuosamente sacrificada por su hija, en una película, Mildred Pierce (Alma en suplicio), donde el cine negro se da la mano con el melodrama, en noble competencia con Gene Tierney quien dio vida y belleza a la posesiva Ellen Berent fuertemente traumatizada por una anormal e inexplicada, para el espectador, relación padre-hija.

Esta extraña filiación es el punto de partida de una excelente película, Que el cielo la juzgue, dirigida por un John M. Stahl de quien tan sólo conocía su labor co-directora en El príncipe estudiante de Lubitsch. Francamente, Stahl lo hace bien. Parte de una gran novela, el best-seller de Ben Ames Williams, pero trasladar la literatura al terreno de la imagen no es fácil y mucho menos cuando el sentido profundo de los acontecimientos hay que buscarlo en el terreno de los desequilibrios mentales.

¿Cómo se filma la locura? Muy fácil. Como lo hace Stahl en esta película. Con la ayuda interpretativa de una gran Gene Tierney (la inteligencia de la locura), con pequeños detalles de gran significado ( el pliegue de la alfombra sobre la escalera), con frases que giran bruscamente (la conversación con el doctor que asiste al hermano inválido), con sentencias como "Ellen siempre gana", con el impactante inmovilismo de la secuencia de la barca, con los "preparativos" para el café campestre...

Un film destacado por el propio Martin Scorsese en su "personal journey with Martin Scorsese (Through american movies)" donde califica a Que el cielo la juzgue de película negra en rutilante color. Color que mereció, el reconocimiento de la Academia.

Para no cometer injusticias, mencionar el buen trabajo de Cornel Wilde, en la que probablemente sea su mejor película, así como valorar la interpretación de Vincent Price como despechado y vengativo fiscal del distrito. Todo ello regado abundantemente por la perfectamente acoplada música de Alfred Newman. Otro genio.

Imprescindible.





viernes, 12 de diciembre de 2008

EL RING (ALFRED HITCHCOCK - 1927)



No se puede ser el mago cinematográfico del suspense y ser un mal cineasta. Y Hitchcock no lo es. Pero, no es lo mismo. Y esta película muda, de las primeras que realizó, tiene sus aspectos interesantes - su primer guión, escrito junto a su esposa y su primer trabajo para la British International Pictures - pero no pasará a la historia más que como un interesante trabajo previo del director que "revolucionaría" el suspense.

Eso, a pesar de algunos detalles dignos de encomio en el aspecto visual que consiguen dirigir los pensamientos del espectador inteligente en determinados sentidos sin que sean necesarios demasiados rótulos literarios explicando los acontecimientos. La mano que acaricia la sota de diamantes o que intenta ocultar el brazalete habla por si misma. Dice incluso más de lo que dirían las palabras. Y lo mismo cabe decir de las burbujas del champán o de la copa que se derrama en claro gesto de reto y afrenta. Pero claro, nosotros estamos mal acostumbrados, y queremos encontrar el verdadero y genuino espíritu Hitchcock. Y no. Entre este melodrama sentimental y otros trabajos suyos como Psicosis, Con la muerte en los talones o Rebeca no solo hay una banda sonora, hay un estilo. Y este, aun teniendo detalles meritorios, no es mi Hitchcock, que me lo han cambiao...





domingo, 7 de diciembre de 2008

CESAR Y CLEOPATRA (GABRIEL PASCAL - 1945)




Cesar y Cleopatra, Egipto, la esfinge, el Nilo, Alejandría con su famosísimo faro y su celebérrima biblioteca. Elementos atractivos y cautivadores todos ellos... Pero, la cosa no acaba de funcionar. ¿Porqué? La respuesta no está tan clara, máxime si añadimos la interpretación de Vivien Leight y Claude Rains, dos grandes del cine, sin duda.

La superposición del cine a la realidad histórica es inevitable. Estoy por afirmar que las cosas no "son" como en realidad sucedieron sinó como fueron mostradas por el cine (el entrecomillado es para demostrarles que mi grado de locura sigue estando dentro de límites razonables) y en esta película, tanto Julio Cesar como Cleopatra se apartan de las imágenes habituales y preconcebidas. Esta es una apuesta arriesgada por parte de Gabriel Pascal quien trata de ajustarse a la obra de Bernard Shaw, tanto en lo que respecta al "diseño" de sus principales personajes como en su respeto al medio para el que se concibió: el teatro.

Nos sorprende la imágen de una Cleopatra infantil y dominada, absolutamente desconocedora de sus poderes régios, lo mismo que se nos hace extraño un Cesar tan insensible a los encantos orientales de su anfitriona. La madurez no resulta suficiente explicación. Todo lo contrario, los años y la gloria de un Cesar se me antojan irresistibles por muchos Marco Antonio platónicos que puedan existir. Tal vez el tema haya que buscarlo en las lindes de lo prohibido. A este respecto, ver al Cesar lanzarse al agua desde el faro diciéndole a Apolodoro (Stewart Granger) "recógeme con tus aletas, corazón", pues deja una incógnita en el aire...

El hecho de que el propio Bernard Shaw controlase el rodaje y la fidelidad a su obra probablemente impidió alguna que otra modificación mas cercana a la galería como se suele decir. Algún inicio de romance o similar. De hecho el público no respondió como se esperaba y, siendo una de las producciones británicas más costosas de su época, no recuperó lo invertido. El excesivo espíritu teatral y unos personajes no demasiado creibles lastraron la obra a pesar de contar con unos diálogos excelentes, un color mas que interesante y un vestuario correctísimo. Tengase en cuenta además que, el hecho de rodarse en plena II guerra mundial, no facilitó precisamente las cosas y tuvieron que currarselo y mucho



viernes, 5 de diciembre de 2008

LA MOMIA (KARL FREUND - 1932)


Entre La Momia de 1932 y las múltiples y distintas versiones actuales hay muchas diferencias pero una de ellas es fundamental y se llama Boris Karloff. Karloff es al género del terror lo mismo que Bogart al del cine negro o Hitchcock al suspense. Hubieron otros, es cierto, Bela Lugosi, Vincent Price, Lon Chaney, Christopher Lee o Peter Cushing pero Karloff es el terror por excelencia. Hasta el punto que, ya madurito, interpretó junto a Jack Nicholson la película de Corman titulada, precisamente, El terror.

Claro que, en esto del terror las películas envejecen demasiado deprisa, tan deprisa como lo hacemos nosotros porque lo que fueron pesadillas de nuestros años infantiles ( y hablo de mucho después del 32) hoy se han descafeinado hasta límites capaces de provocarnos más de una sonrisa. Muchas películas o series de TV dedicadas al público infantil-juvenil desarrollan más malestar ó desazón que aquellas un tanto “inocuas” lecturas de Poe o Lovecraft que nos hacían arrebujarnos bajo las sábanas.

Por ello debemos ser comprensivos con este tipo de películas y no valorarlas por los efectos inmediatos sobre nuestra salud mental (miedo, desasosiego, aprensión, etc.) sino por sus propuestas visuales, por su coherencia argumental y por el grado de interés que consiguen mantener en el espectador. Y en ese sentido La Momia es un film excelentemente realizado que consigue atrapar nuestra atención con su mezcolanza de thriller y exotismo, con la interpretación soberbia de Boris Karloff y con unos efectos especiales bastante notables para el momento de su realización. No pretende causarnos ningún tipo de shock terrorífico. Sus argumentos son otros, por lo que podemos prescindir del electro previo a este tipo de cine. Caso de chequearse algo, mejor nos revisamos la vista.

La caracterización de Karloff como la momia de Imhotep y el resurrecto Ardath Bey es de las que marcan época y es de ley reconocer el buen trabajo y citar al maquillador Jack Pierce una auténtica figura en su profesión. Las sesiones de caracterización duraban ¡hasta 8 horas! y se utilizaban productos "artesanales", por ejemplo algodón y otros bastante primitivos y con riesgos de toxicidad.

No quiero olvidarme del director Karl Freund, otro europeo emigrado a Hollywood y que había trabajado como fotógrafo de Tod Browning (La parada de los monstruos) en una versión de Drácula (1931)

Respecto a lo de miedo si o no, tal vez la cosa habría cambiado si en lugar de verla en el salón de nuestro hogar la hubiésemos visto en la última sesión de un cine de barrio semivacío. Tal vez al volver a casa los momificados ojos de Karloff abriéndose después de 3700 años nos hubiesen perseguido por las aceras desiertas.





martes, 2 de diciembre de 2008

ROMA (FEDERICO FELLINI- 1972)







Una película poco convencional (dicho por Fellini en el prólogo) no puede ser comentada convencionalmente. Por ello no me voy a entretener en el trabajo de los actores ni en la coherencia del guión. Roma es… la vida misma. En Roma, obviamente. Una vida que se torea el calendario y va hacia delante o hacia atrás según conviene. Ahora estamos en el 71 explorando los subsuelos romanos, ahora estamos en los inicios de la guerra comiendo un plato de caracoles, ahora asistimos al desalojo de una juventud que pregona aquello de haz el amor y no la guerra, ahora estamos haciendo cola en los burdeles, esperando la matrona romana de nuestros sueños.

Y en el sustrato de todo, el propio Fellini, como guía del espectador por el espacio-tiempo de su vida amamantada por la loba romana. Un Fellini menos estructurado que en Amarcord aunque más inteligible que en otras películas suyas. Un Fellini que narra la historia pero que al mismo tiempo se detiene en las críticas mordaces de los estamentos reconocidos. La pasarela Cibeles romana sigue impactando, a pesar del tiempo transcurrido, con su fotografía barroca y esos simbolismos fellinianos un tanto difíciles de aprehender para el espectador algo ajeno a su filmografía.

Mas que un conjunto, es una sucesión de secuencias donde se derrama la vida en la ciudad inmortal, al amparo del Coliseo, de la plaza de España o de la Basílica de San Pedro y justamente al lado, las prostitutas haciendo la carrera, los burdeles baratos y los caros, iguales en el fondo, distintos en la forma y en el ascensor, las mesas en la calle, las comilonas, lo soez coexistiendo con la cultura del Imperio. Roma eterna. Roma de los 40. Roma del 72. Siempre la misma. Siempre bella. Siempre felliniana.