Quisiera rendir un modesto pero sincero homenaje a todo ese elenco maravilloso de actores secundarios, cuyos nombres no brillaron nunca con las luces de neón pero sin los cuales el cine nunca hubiese podido existir. Y he elegido a propósito este poster de The Quiet Man (El hombre tranquilo) de John Ford, por múltiples razones, porque es una magnífica película, porque Ford es un auténtico y genial hombre de cine, también porque John Wayne y Maureen O,Hara bordan sus papeles, pero sobre todo por sus secundarios. Nada menos que Barry Fitzgerald, Ward Bond, Victor McLaglen, Mildred Natwick, la mayoría de ellos habituales de Ford. A los que he nombrado seguro que he de añadirle muchísimos más, de todos los tiempos y de todos los lugares, y entre estos lugares, sin ninguna duda España. El plantel patrio de actores habría hecho temblar a Hollywood a poco que las cosas hubiesen sido de otra manera.
Entre mis propósitos está, y espero tener tiempo para ello, regalarme un pequeño ciclo cinematográfico doméstico dedicado a algunos de ellos. En mi agenda están apuntados los ya citados, también Donald Crisp - otro habitual de Ford- y muy especialmente Thomas Mitchell, apunten este nombre, al que pueden ver, deleitar y paladear en dos soberbias interpretaciones: Hombres intrépidos (del propio Ford) y Solo los ángeles tienen alas de Howard Hawks.
Reconozco que el propósito es atrevido. El número de maravillosos secundarios es tan grande que probablemente se necesiten las siete vidas del gato para darse el gustazo de ver muchos de sus buenos trabajos.Pero en ello estamos...
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