Marcas comerciales, slogans...
"¡Estoy harta de ser una marca comercial casada con un slogan!" (Miriam Hopkins a E.E.Horton).
Una de tantas frases absolutamente geniales que un gran Lubitsch regala a los espectadores inteligentes.
"No tengo una camisa limpia" (Gary Cooper)
"¿Porqué una camisa limpia? ¿Que sucede? ¿Un romance?" (Fredric March)
"No estoy hablando de un pijama. Solo de una camisa limpia" (G.Gooper)
Y más.. El resto descúbranlas por ustedes mismos, que la cosa vale la pena.
Lubitsch, igual que en Los peligros del flirt o Lo que piensan las mujeres, se mueve como pez en el agua en una de sus especialidades, la comedia de enredo, pero en el caso que nos ocupa, a diferencia de las anteriormente citadas, la propuesta amorosa, menage à trois incluido es todo menos convencional. Año 1933. No lo olviden. Y en tal año, suponer que la relación de una mujer (evidentemente "muy liberada") con dos hombres, artistas por más señas y con poco futuro, sea un "designe por living" (proyecto de vida) aceptado por una sociedad algo menos liberal, es mucho pedir.
Cosas como ésta hacen que Lubitsch sea distinto y nos guste. Lubitsch el travieso, diciendo "sin decir"... Llego a imaginármelo pensando como vestir a Fredric March para el desayuno en la casa de ella después de una noche que ha de suponerse "movidita"... ¿En paños menores, como el Napoleón de la campaña publicitaria? ¿Con un afeminado salto de cama? ¿Con el inapropiado smoking de la noche anterior? Todas las opciones eran válidas pero él siempre escoge la más sutil, la mas adecuada para su humor inteligente dirigido a espectadores inteligentes. ¿Porqué? Porque es Lubitsch y por eso sus películas han conseguido llegar hasta nuestros días sin esa fecha de caducidad que autolimita los productos perecederos de otros directores.
Pero el rey de la comedia glamorosa no sería nadie sin esos actores capaces de transmitirnos, cual materia conductora, el toque Lubitsch. Capaces de establecer con el espectador esa sintonía que diferencia el cine genial del cine sin adjetivos. Y este es el rol de Miriam Hopkins - la picardía por encima de la belleza - de Fredric March - la seriedad aparente - o del inigualable, inimitable y nunca repetido Edward Everett Horton.
¿Que me olvido de Gary Cooper?. No. Gary es inolvidable. Es nuestro legionario favorito (Beau Geste), nuestro vaquero por excelencia (El vaquero y la dama) el héroe más valiente y solitario del Far West cinematográfico (Solo ante el peligro), pero lo de larguirucho gracioso... como que no. Aunque estoy seguro de que habrá gustos para todo.
"¡Estoy harta de ser una marca comercial casada con un slogan!" (Miriam Hopkins a E.E.Horton).
Una de tantas frases absolutamente geniales que un gran Lubitsch regala a los espectadores inteligentes.
"No tengo una camisa limpia" (Gary Cooper)
"¿Porqué una camisa limpia? ¿Que sucede? ¿Un romance?" (Fredric March)
"No estoy hablando de un pijama. Solo de una camisa limpia" (G.Gooper)
Y más.. El resto descúbranlas por ustedes mismos, que la cosa vale la pena.
Lubitsch, igual que en Los peligros del flirt o Lo que piensan las mujeres, se mueve como pez en el agua en una de sus especialidades, la comedia de enredo, pero en el caso que nos ocupa, a diferencia de las anteriormente citadas, la propuesta amorosa, menage à trois incluido es todo menos convencional. Año 1933. No lo olviden. Y en tal año, suponer que la relación de una mujer (evidentemente "muy liberada") con dos hombres, artistas por más señas y con poco futuro, sea un "designe por living" (proyecto de vida) aceptado por una sociedad algo menos liberal, es mucho pedir.
Cosas como ésta hacen que Lubitsch sea distinto y nos guste. Lubitsch el travieso, diciendo "sin decir"... Llego a imaginármelo pensando como vestir a Fredric March para el desayuno en la casa de ella después de una noche que ha de suponerse "movidita"... ¿En paños menores, como el Napoleón de la campaña publicitaria? ¿Con un afeminado salto de cama? ¿Con el inapropiado smoking de la noche anterior? Todas las opciones eran válidas pero él siempre escoge la más sutil, la mas adecuada para su humor inteligente dirigido a espectadores inteligentes. ¿Porqué? Porque es Lubitsch y por eso sus películas han conseguido llegar hasta nuestros días sin esa fecha de caducidad que autolimita los productos perecederos de otros directores.
Pero el rey de la comedia glamorosa no sería nadie sin esos actores capaces de transmitirnos, cual materia conductora, el toque Lubitsch. Capaces de establecer con el espectador esa sintonía que diferencia el cine genial del cine sin adjetivos. Y este es el rol de Miriam Hopkins - la picardía por encima de la belleza - de Fredric March - la seriedad aparente - o del inigualable, inimitable y nunca repetido Edward Everett Horton.
¿Que me olvido de Gary Cooper?. No. Gary es inolvidable. Es nuestro legionario favorito (Beau Geste), nuestro vaquero por excelencia (El vaquero y la dama) el héroe más valiente y solitario del Far West cinematográfico (Solo ante el peligro), pero lo de larguirucho gracioso... como que no. Aunque estoy seguro de que habrá gustos para todo.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo, Lubitsch es especial para las comedias de enredo. De acuerdo también en que dispone de los mejores actores del momento, pero el sabe moverlos por la pantalla como nadie. Un saludo
Para mi "To be or not to be" es una obra maestra que he visto decenas de veces (las ventajas del DVD) y no me canso.
Feliz Navidad y todo lo mejor para 2009
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