Uno de los primeros films de Hitchcock con una temática bien distinta a la que le haría mundialmente famoso. Aquí, en un claro proceso de ubicación en el mundo cinematógrafico, Hitchcock explora el género de la comedia. Empeño arriesgado y difícil, pues ya se sabe la delgada línea que separa la comedia del esperpento. Hay que afilar mucho el lápiz para conseguir unos diálogos de humor inteligente o, en su sustitución, dado que estamos ante un trabajo de cine mudo, unos gags gestuales capaces de provocar la risa franca del espectador y no muecas condescendientes.
Hitchcock es un excelente hombre de cine, por cuyas venas corría eso, precisamente cine. Y lo hace bien. No tiene el título de Hitchcock magistral que el tiempo y el suspense le concederían. No. Pero consigue un humor inteligente. Un cierto "toque Hitchcock" por establecer un símil con uno de los reyes del género. Frases como la de la esposa en su lecho de muerte dirigiéndose a la asistenta: " No te olvides de airear sus calzones" o ver a una de las damas elegidas por el granjero presa de un ataque de histeria, son momentos que dan un valor irrepetible al tiempo dedicado a este film.
Película llena de sugerencias, que, como buen cine silente, deja que sea el espectador quien aprehenda las ideas que Hitchcock va dejando por ejemplo en una silla vacía frente a la chimenea y que a la postre se convertirá en un elemento revelador. Los diálogos precisos y los gestos necesarios para que sintamos la sorpresa o la frustración de su protagonista. Los trabajos de Jameson Thomas y Lillian Hall-Davis, plenamente satisfactorios, especialmente ella, a quien ya vimos en The ring.
No sé si se perdió un excelente director de comedias. Dirigía bien. Pero, en verdad el cine ganó un mago... el del suspense.
Hitchcock es un excelente hombre de cine, por cuyas venas corría eso, precisamente cine. Y lo hace bien. No tiene el título de Hitchcock magistral que el tiempo y el suspense le concederían. No. Pero consigue un humor inteligente. Un cierto "toque Hitchcock" por establecer un símil con uno de los reyes del género. Frases como la de la esposa en su lecho de muerte dirigiéndose a la asistenta: " No te olvides de airear sus calzones" o ver a una de las damas elegidas por el granjero presa de un ataque de histeria, son momentos que dan un valor irrepetible al tiempo dedicado a este film.
Película llena de sugerencias, que, como buen cine silente, deja que sea el espectador quien aprehenda las ideas que Hitchcock va dejando por ejemplo en una silla vacía frente a la chimenea y que a la postre se convertirá en un elemento revelador. Los diálogos precisos y los gestos necesarios para que sintamos la sorpresa o la frustración de su protagonista. Los trabajos de Jameson Thomas y Lillian Hall-Davis, plenamente satisfactorios, especialmente ella, a quien ya vimos en The ring.
No sé si se perdió un excelente director de comedias. Dirigía bien. Pero, en verdad el cine ganó un mago... el del suspense.
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