Sin pretender entablar polémicas sobre los semblantes más dulces de la historia del cine, que haberlos háilos y en abundancia, mi apuesta por Olivia de Havilland seguro que tiene alguna chance. En esta línea de pensamiento no es de extrañar que la Warner le ofreciese personajes "almibarados y acaramelados", es decir, con altas dosis de glucosa. Pero, como suele suceder, especialmente cuando sucede, debajo de las caritas de no haber roto nunca un plato, se esconden personalidades capaces de poner firmes al Capitán Trueno, al Capitán América y, como seguramente están pensando, al Capitán Blood. Pues eso. Olivia salió respondona y entabló pleitos con la productora.
¡Tengas pleitos y los ganes! Tal sucedió. Y en 1946, nuestra Olivia elige sus propios trabajos. Y entre ellos, La vida íntima de Julia Norris (To each his own) bajo la dirección del maestro Mitchell Leisen. ¡Bingo! Oscar a la mejor actriz. En el 49, ya saben, La Heredera de William Wyler, nuevo Bingo, nueva línea y todo lo que ustedes quieran. Otro Oscar. Por una vez la justicia sería ciega pero no tonta y le había dado la razón a la ACTRIZ. Dos papeles formidables de esos por los que las actrices serían capaces de todo y que fueron para una actriz de auténtico carácter.
Se ha dicho que Leisen, en sus años de esplendor, era el director que más dinero hizo ganar a la Paramount. Curioso el olvido del director de trabajos tan interesantes como "Comenzó en el trópico" (1937) o "Recuerdo de una noche" (1940). Director que ando revisando y que, por descontado, con trabajos como éste, seguiré haciéndolo. Un auténtico enamorado de la elegancia que se inició como diseñador de vestuarios decorados. Un amor por la belleza que no le abandonó en su trayectoria cinematográfica.
El guión de Charley Brackett (El crepúsculo de los dioses, Ninotchka) era tan excelente que Olivia declaró al periodista del Parade Magazine, LLoyd Shearer : " El guión era uno de los más perfectos que yo había leído. Diálogos delicados pero con fuerza y el carácter de Jodie Norris, romántico y sentimental. Parecía que me estaba interpretando a mi misma y no a otra".
Leisen y Brackett quedaron tan satisfechos del trabajo de Olivia de Havilland que el último día del rodaje se presentaron ante ella con un calvo embutido en un traje de goma color oro. ¡El Oscar!. Anticipo de su primera estatuilla.
Les diré algo. Cuando vi esta película no sabía nada del premio. Pero, estaba cantado...
Se preguntarán. ¿De que va la película? Con todo lo que les he dicho ¿ no creen que pueden descubrirlo por Uds. mismos.?
1 comentario:
Father!...Tenías que haber censurado esa última parte del docu en la que aparece esa viejita dejándo que Bush le plante un beso.....¡rayos y truenos! ¿Qué había hecho ella para merecer tal oprobio?
Mira, la verdad que Mitchell Leisen no lo conozco, y llevas razón, hay que reivindicar a gente que operaba en segundo plano y hoy están en el más completo olvido.
Naturalmente que la Olivia no era tan panfilita como parecía. Ya asomaba sus garritas en lo que el viento, pero en "La Heredera" está absolutamente sublime, en especial la última escena, que ha quedado inmoratalmente fija como pocas.
Un abrazote.
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