Aunque suene raro el cine negro no es incompatible con el color. Chinatown de Roman Polanski es uno de los ejemplos coloristas más notables. Sin embargo los claroscuros y la mezcla en sabias proporciones de luces y sombras le sienta al "noir" como anillo al dedo, máxime cuando, como sucede en Ligeramente escarlata de Allan Dwan, la película resulta irregular, juntando momentos interesantes con otros en lo que se resquebraja casi por completo. Es entonces cuando el trabajo fotográfico puede echarle un capote a los guiones con agujeros. No sucede así en el caso que nos ocupa donde el color impregna la cinta de tonos kitsch y barrocos.
No obstante hay una razón de peso para estos colores años 60 y a lo Corman. Las dos pelirrojas. Estoy plenamente convencido de quienes sitúan al film un par o tres escaños por encima de su ubicación natural lo hacen plenamente impresionados de estas dos féminas de vestidos ajustados, cruzados mágicos y red hair, Rhonda Fleming y sus pantaloncitos así como Arlene Dahl con sus necesidades vitales pidiendo "raining men, aleluya" después de un período de reclusión, desvían la atención de una trama que, interesante al principio, va decayendo a medida que el film avanza.
Y el caso es que la cosa empieza bien, con un tal Marlowe (no Philip) luchando desde los medios de comunicación contra la mafia local y auspiciando a un candidato a la alcaldía capaz de acabar con la corrupción. Aquí debo decir que Dwan no nos propone un juego de ilusos. No. Se impone la realidad. Y a mafia muerta, mafia puesta. Y en el interín el tal Norman Marlowe pasando, a través de la ventana a mejor vida. Hasta ahí todo correcto, interesante y con ciertas dosis de originalidad. Sin embargo la segunda parte del film es un estudio de las consecuencias para la vida diaria de la corrupción municipal. Y ese es el punto donde se plantea el siguiente dilema moral: Si usted quisiese liberar a un familiar querido del peso de la justicia y pudiese acudir a estas vías de solución. ¿Lo haría o mantendría su integridad? Esta moralina es la que no me acaba convenciendo aunque reconozco que Allan Dwan la incardina aceptablemente en el contexto de la trama.
Eso sí, las dos pelirrojas en la "bagarre" que dirían los franceses, se dejan ver.
No obstante hay una razón de peso para estos colores años 60 y a lo Corman. Las dos pelirrojas. Estoy plenamente convencido de quienes sitúan al film un par o tres escaños por encima de su ubicación natural lo hacen plenamente impresionados de estas dos féminas de vestidos ajustados, cruzados mágicos y red hair, Rhonda Fleming y sus pantaloncitos así como Arlene Dahl con sus necesidades vitales pidiendo "raining men, aleluya" después de un período de reclusión, desvían la atención de una trama que, interesante al principio, va decayendo a medida que el film avanza.
Y el caso es que la cosa empieza bien, con un tal Marlowe (no Philip) luchando desde los medios de comunicación contra la mafia local y auspiciando a un candidato a la alcaldía capaz de acabar con la corrupción. Aquí debo decir que Dwan no nos propone un juego de ilusos. No. Se impone la realidad. Y a mafia muerta, mafia puesta. Y en el interín el tal Norman Marlowe pasando, a través de la ventana a mejor vida. Hasta ahí todo correcto, interesante y con ciertas dosis de originalidad. Sin embargo la segunda parte del film es un estudio de las consecuencias para la vida diaria de la corrupción municipal. Y ese es el punto donde se plantea el siguiente dilema moral: Si usted quisiese liberar a un familiar querido del peso de la justicia y pudiese acudir a estas vías de solución. ¿Lo haría o mantendría su integridad? Esta moralina es la que no me acaba convenciendo aunque reconozco que Allan Dwan la incardina aceptablemente en el contexto de la trama.
Eso sí, las dos pelirrojas en la "bagarre" que dirían los franceses, se dejan ver.
1 comentario:
¡Qué maravilla de cartel! y ¡qué caida de albornoz! ¿ de la Rhonda o de la Arlene? ¡qué más da! Por solo esa escena bien vale la pena ver la peli.
No, Father, no recuerdo haberla visto. ¡Qué pena que haya tal escasez de pelirrojas! Estas dos estaban del quince.
Un abrazote.
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