Hay películas que nos reencuentran con el buen cine, el cine de calidad, con guiones consistentes, interpretaciones dignas (no necesariamente magistrales) y directores profesionales conocedores de su oficio. Ese buen cine que parece perdido y difuminado entre alharacas y efectos especiales después de los 70 y que de tanto en tanto y cual rara avis emerge de las aguas de la mediocridad.
Y resulta curioso que, estas excelentes películas que, como excepciones que confirman la regla de un cine que se viene deslizando por las pendientes de lo infumable, vengan siendo dirigidas por esa casta especial de realizadores de siempre, de toda la vida. Ahí están Coppola, Scorsese, Sam Mendes, el mismo Polanski ó como en este caso Paul Verhoeven. Es cierto que también se incorpora savia nueva, caliente y joven a este mundo del celuloide, explorando nuevos y sugerentes caminos. Pero, desgraciadamente, lo que más abunda son esos bodrios con mucha carrerita de coches, mucha chicha sin limoná, FX a discreción, software de ordenador trabajando a destajo y chica de cortas luces busca chico poco iluminado para vivir a lo loco, que a lo loco se vive mejor.
Esto es lo que abunda y por ello me refugio en mi igloo del cine clásico. Pero claro, de vez en cuando me animo y salgo de mi cueva y si consigo encontrarme con películas como El Libro negro de Verhoeven ¡realizada en el 2006 ! es algo así como hacer una escapadita al campo y sentir que aun existe el aire limpio y respirable.
El libro negro es una película bien construida sobre un guión magnífico en el que participó el propio Verhoeven y que, a pesar de los dobles e incluso triples roles que juegan determinados personajes, resulta clara y meridiana en sus planteamientos. Suspense, acción y dureza en justa medida como resulta inevitable en una película de nazis, conforman un excelente trabajo del director holandés que cuenta con una excelente y sensual Carice van Houten a la que evidentemente no habrá que perder de vista.
Y resulta curioso que, estas excelentes películas que, como excepciones que confirman la regla de un cine que se viene deslizando por las pendientes de lo infumable, vengan siendo dirigidas por esa casta especial de realizadores de siempre, de toda la vida. Ahí están Coppola, Scorsese, Sam Mendes, el mismo Polanski ó como en este caso Paul Verhoeven. Es cierto que también se incorpora savia nueva, caliente y joven a este mundo del celuloide, explorando nuevos y sugerentes caminos. Pero, desgraciadamente, lo que más abunda son esos bodrios con mucha carrerita de coches, mucha chicha sin limoná, FX a discreción, software de ordenador trabajando a destajo y chica de cortas luces busca chico poco iluminado para vivir a lo loco, que a lo loco se vive mejor.
Esto es lo que abunda y por ello me refugio en mi igloo del cine clásico. Pero claro, de vez en cuando me animo y salgo de mi cueva y si consigo encontrarme con películas como El Libro negro de Verhoeven ¡realizada en el 2006 ! es algo así como hacer una escapadita al campo y sentir que aun existe el aire limpio y respirable.
El libro negro es una película bien construida sobre un guión magnífico en el que participó el propio Verhoeven y que, a pesar de los dobles e incluso triples roles que juegan determinados personajes, resulta clara y meridiana en sus planteamientos. Suspense, acción y dureza en justa medida como resulta inevitable en una película de nazis, conforman un excelente trabajo del director holandés que cuenta con una excelente y sensual Carice van Houten a la que evidentemente no habrá que perder de vista.
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