sábado, 12 de abril de 2008

EL DECAMERON (PIER PAOLO PASOLINI - 1971)








Quienes leímos El Decamerón de Giovanni Bocaccio en años de despertares, podríamos formularnos similar pregunta a la que Giotto-Pasolini se hace al final de la película: “¿Porqué ver esta película si los sueños son más hermosos?”. Aquellas lecturas casi prohibidas nos abrían de forma apenas perceptible una ventana a un mundo donde ¡sorpresa! existía el sexo, pero no el sexo amordazado y encerrado en sórdidas mazmorras tipo Jean Valjean ni el sexo de confesionario y tres avemarías como penitencia, sino el sexo alegre, desenfadado, cómico, pícaro y divertido.

Pasolini-Giotto en el 1971 pone imágenes a los sueños y lo hace bien, francamente bien, con la libertad que le da su ateísmo y sus propias tendencias sexuales y con esa clara huella de lo real y cotidiano que tiene su cine. Sus personajes, o mejor, su visión de los personajes bocaccianos es una visión francamente terrenal, suburbial si me apuran, muy alejada de nobles engalanados, intrigas palaciegas y bailes de salón. Es la visión de la plebe azotada por la peste negra, la visión de un pueblo que entre bromas y picardías encierra sus desdentadas miserias. Una visión, en definitiva a la que debemos definir como pasoliniana sin ningún género de dudas.

Sensualidad mecida por canciones de época y envuelta en vivos colores que resaltan la carnalidad. Ese es el fresco que Pasolini-Giotto dibuja en nuestras retinas.




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