viernes, 13 de marzo de 2009

FURIA (FRITZ LANG - 1936)

Furia, de Fritz Lang es, por encima de todo una historia real. No busquen el cartel de "todo parecido con personas vivas o muertas es puramente accidental" porque haberlo no háilo. Este es el supremo valor de la película y el que obliga a una reflexión sobre la ira, la venganza, el tomarse la justicia por su mano, la rebelión de las masas, la voluntad del pueblo soberano y esas cosas.

Y no creo que haya nadie que se aventure a decir que son temas pasados de moda ni que el racismo, la xenofobia y los linchamientos son temas exclusivos de "burning" Missisipi o de Matar a un ruiseñor. Probablemente, si eso sucediese, sería debido a tener las ventanas excesivamente bajadas, el televisor perpetuamente en el canal Disney y roto el mando a distancia. La actualidad se llama Marta y es evidente para todo aquel que le quede alguno de los cinco sentidos en estado de alerta.

El secuestro y posterior asesinato con solo 19 meses del bebe de Lindbergh en 1932 convirtió a su autor (Bruno Hauptmann) en el hombre más odiado de América y en 1933 el secuestro en San José (California) de Brooke Hart con linchamiento de dos de sus autores por la multitud (hechos en los que se inspira el film) eran acontecimientos recientes que estaban en la memoria colectiva y que un Fritz Lang recién llegado a América tuvo el valor y la osadía de recoger y plasmar en imágenes donde se olvida un tanto de aquellas Metropolis que se había traído en la maleta para ofrecernos crudas realidades, tan crudas como era posible en el 36 donde muchos temas eran tabú o eran altamente desaconsejables y perniciosos para la protegida salud mental de la ciudadanía.

La venganza es uno de los temas insignia de Lang. Recordemos Los verdugos también mueren o la misma Perversidad. Sin embargo aquí la venganza se sirve de la manera desaconsejada, es decir con una plebe al punto de ebullición desbordada bajo los estímulos de estruendosas arengas en las que la verdad se esconde debajo de los gritos. En las películas que he citado, nosotros los espectadores nos convertimos en cómplices apoyando las furias personales incontenidas. Aquí somos críticos, aunque a decir verdad lo tenemos muy fácil sabedores de la absoluta inocencia del linchado.

Es una gran película de Lang, sin duda, en el fondo y en la forma, donde el gran director alemán expone al mundo libre sus valores cinematográficos arrancados al opresor alemán. Sin embargo ni el expresionismo ni sus claroscuros ni sus travelings de cámara pueden con la fuerza de una historia, por la que estuvo nominado a los premios de la Academia, que confirmó la buena trayectoria de Tracy con la MGM despues de sus años “grises” con la Fox y que hizo al público fijarse en una Sylvia Sidney cuya participación fue una apuesta total del propio Lang con quien - buena prueba del trabajo bien hecho- volvería a participar en Solo se vive una vez y en Tu y yo.

Absolutamente imprescindible.




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