domingo, 24 de febrero de 2008

ADIOS MUÑECA (DICK RICHARDS - 1975)





Desconozco si sus novelas eran baratas allá por los 40 pero lo que está más que claro y reconocido universalmente es que Raymond Chandler fue y sigue siendo el rey de la novela negra. Por ello, si la película no acaba convenciendo no lo achaquen al coste del libro en kioscos ó establecimientos especializados sino a otros factores.

Tampoco se lo achaquen a Robert Mitchum quien, después de Bogart es, siempre en mi modesta opinión, el mejor detective privado sin un penique y con la botella siempre a mano, que ha habido. Y como los dos comulgan en cinismo bondadoso pienso que, seguramente, eso tendrá algo que ver.

Hablemos del guión. Guión y novela se solapan. Pero no son la misma cosa. Reconozco que la novela de Chandler es bastante más negra que la película. Mas confusa. Ya me entienden. Y aquí los guionistas han pretendido desbrozar un poco esa selva amazónica nocturna donde las fieras campan a sus anchas. Claro que, a base de meter la desbrozadora por poco nos quedamos sin Chandler. Y esto ya no es de recibo. Han dejado lo justito y eso para quienes leímos y nos gustó la obra literaria, resulta algo difícil de digerir. Vale que le hubiesen quitado algunas ramitas molestas ¡pero casi se cargan el árbol!.

Y por último Charlotte Rampling a la que vengo asociando con un sombrero nazi y junto a Dirk Bogarde en la genial Portero de noche de Liliana Cavani. Probablemente por eso la encuentro fuera de lugar. No basta ser bonita. Hay que tener un aire femme fatale. Estamos en 1975. ¿Lauren Bacall?: Cincuentona ¿Barbara Stanwyck?: ¿Quién se acordaba de ella?. Ellas fueron las reinas pero el tiempo no perdona. Dick Richards debió currarselo algo mas. ¿Nos imaginamos a Faye Dunaway como la muñeca?. Es una idea. Tardía.



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