

Pero hay una cosa que se llama justicia y un buen propósito es intentar ser justo. Y no hay que cargar las tintas en un director que a las limitaciones del film le saca un provecho óptimo. Pero... ¡Houston, tenemos un problema!. El hijo de Drácula no aparece por ninguna parte. Aquí el único hijo es Lon Chaney Jr., hijo del mítico "hombre de las mil caras" quien en el 41 trabajó en El hombre lobo pero que aquí está totalmente fuera de lugar como Drácula turista y un tanto embrutecido, que prefiere un empellón bien dado antes que tediosas sesiones hipnótico-espiritistas. Un Drácula que, por jugar al despiste o como premonición de El código da Vinci, trueca su apellido por Alucard y que además, rizando el rizo, acude junto con su prometida y aspirante a vampiresa, a un juez de paz para contraer matrimonio por lo legal. Y me pregunto yo ¿Compraría y rellenaría la correspondiente licencia o dejaría que su "fianceé" corriese con las molestias y los gastos?.
Ya sabemos que en las películas de Drácula, el terror, como el valor en la "mili", se supone, pero un mínimo de seriedad es exigible. Y aunque la mano de Siodmak se deja notar en la fotografía y en algunos efectos especiales, tales como la transformación de murciélago en "no muerto", los guionistas no parece que se tomaran la cosa con demasiada seriedad. Las películas de terror se vendían, al parecer, como rosquillas. ¿Para qué esforzarse?. ¿Para que estrujarse las meninges? Con un Drácula deseoso de cambiar su aburrida Transilvania por el nuevo espíritu americano (léase blood) y arrastrando baúles dormitorio cargados de tierra, por aquello de la morriña, ya tenemos argumento.
En resumen, ahora que estamos en fechas falleras, tan solo indultamos a Siodmak, el resto " a la cremá"...
1 comentario:
De este director recuerdo "El temible burlón" o "Forajidos" pero para nada me suena esta película. Fallas!!!! ¿Tu has estado en fallas?
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