Ciertamente la fotografía es uno de los valores
a destacar en este trabajo de Maté. Las secuencias de persecuciones (en los
trenes, en la propia estación ferroviaria o en los sótanos de la misma) plantean
problemas de difícil resolución pero que se resuelven magistralmente. El relevo
policial durante el trayecto en tren de uno de los secuestradores es una obra
de arte fotográfica y queda como una de las secuencias cumbre de la película.
Claro que, todo esto debe tener sus complementos. Una película es un todo, una
suma de diferentes elementos que debemos valorar uno a uno y en su conjunto.
En su día se calificó de “thriller criminal tenso” y más gráficamente, de película para morderse las uñas. Sinceramente creo que hay un mucho de exageración en tales afirmaciones. La trama argumental es interesante pero se soporta sobre hechos poco convincentes lo que, a mi entender, le resta credibilidad. El rapto de la hija ciega de un adinerado empresario americano es “descubierto” (digámoslo así) por su secretaria quien, en un viaje en ferrocarril sospecha de un par de individuos que perseguían el tren y que consiguieron subir a él en una parada reciente. Si aceptamos que el mundo es un pañuelo y que nada impide que la secretaria que acababa de despedirse de la secuestrada hace escasas horas acabe colaborando “casualmente” con la policía de la estación e incluso tenga un papel destacado en la resolución del caso, es completamente factible seguir el resto de la trama con verdadero interés e incluso sentir los efectos del suspense, aunque mis uñas no sufrieron los efectos destructivos del mismo.
Dicho esto y lamentando una cierta previsibilidad en un final que hay que encuadrarlo en la tónica general de aquellos años, no me queda otra cosa que valorar positivamente tanto el trabajo de los actores, especialmente William Holden y Barry Fitzgerald como el de su director Rudolph Maté que sabe dotar al film de un ritmo frenético dentro de una atmósfera claustrofóbica y que consigue captar la atención del espectador de principio a fin, aun a sabiendas que la probabilidad de que tantas coincidencias se den en la vida real es absolutamente negativa. Pero, nimiedades al margen ¡Esto es cine!
Puntuación: 7,80
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