Porque en definitiva, de eso se trata, de que acabemos convencidos que la belleza no lo es todo, que la vida es muy larga y que la elección de con quien pasarla no se basa solo en aquello de "pasó por mi lado, me dijo un requiebro, que fue de mi agrado", y que es mejor dedicar unos "minutos" a tomar decisiones serias. Ese es el corolario. Esa es la conclusión. El resto de la película, un entretenimiento donde debe haber mucho pan, porque las penas son menos, donde la venganza está en la muela y donde cinco años en presidio no son nada que diría el tango.
En resumen, una colaboración Raoul Walsh - James Cagney, discretita y, por supuesto, muy alejada de los cánones del "Al rojo vivo" o "Los violentos años veinte" que discurre entre el estribillo musical y repetitivo de la banda, la sobreactuación, por momentos de Cagney, los intentos de ser actriz de Rita Hayworth y que, benditos sean los Lumière, se enaltece gracias a la actuación irreprochable de una Olivia de Havilland que da prestigio y solvencia a la cinta y que, sin ella, hubiese sido, digamos, otra cosa. Como el requiebro, se ve con agrado. Nada más.
1 comentario:
Amigo Father, eres muy benévolo al calificarla solo como discreta. A mí me ha parecido insulsa y muy floja (quizás lo único salvable como tú dices sea la simpática y esforzada interpretación de Olivia de Havilland).
Está claro que ni un Maestro de la categoría de Walsh puede sacar algo bueno si el guión es tan flojo (caray, y pensar que se trata de los mismos guionistas de "Casablanca", quién lo diría).
Un abrazo
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