The clay pigeon. Lo de “pigeon” huele a pichón. A palomo, vamos... Y la cosa va de eso, de encontrar un palomo que apechugue con todo y nosotros a lo nuestro. La cosa se pone interesante cuando el palomo, adecuadamente amnésico, intenta localizar a antiguos camaradas del ejercito con los que compartió sufrimientos en un campo de prisioneros japonés, para que le ayuden a clarificar sus confusas ideas y le expliquen porqué toda la US Navy anda detrás de él.
Este es el origen de la intriga. El resto mejor lo ven ustedes. Lo único que quiero comentarles es que la película de Fleischer, en su conjunto, es un interesante trabajo que puede encuadrarse en el género del cine negro, con galones militares en donde, como todo film noir que de tal se precie, no falta la figura del pardillo (ó palomo si lo prefieren) de turno ni la imprescindible vampiresa (en este caso con algún dedo de frente más de lo que suele ser habitual para este tipo de personajes). Les estoy hablando de Bill Williams y Bárbara Hale, actores no demasiado populares, aunque Williams ya participó en el 46 en Hasta el fin del tiempo, aquel trabajo de Dmytryk en la línea (aunque a distancia) de Los mejores años de nuestra vida, haciéndolo bien en un rol difícil de discapacitado. Por su parte Bárbara Hale será siempre recordada por su papel de Della Street, es decir la eficiente secretaria televisiva del abogado entre abogados Perry Mason. Como curiosidad, Bill Williams y Bárbara Hale se casaron en 1946.
En resumen, una entretenida cinta de serie B cuya duración puede calificarse tanto de breve como ajustada. En realidad, es el tiempo suficiente para contar detalladamente una historia interesante. No son precisos más adornos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario