Hay coincidencias innegables entre El Buscavidas de Rossen y El rey del juego de Jewison. El juego, aunque con distinta modalidad - billar y poker, respectivamente - los apodos - Minnesota Fat y Cincinnati Kid - y por descontado un par de ojos azules en cada una, son las más singulares, pero no vayamos a perder el tiempo en la búsqueda de diferencias y parecidos razonables que, haberlos háilos, pero no desvirtúan el resultado final: El buscavidas es mejor película, desde todos los puntos de vista, que El rey del juego.
Sentencias como la que acabo de escribir justifican aquello de que las comparaciones son odiosas. Porque, digo yo, ¿qué culpa tienen Jewison, McQueen, Malden, Robinson y compañía de que en el 61 un tal Paul “blue eyes“ Newman se saliese literalmente junto a Jackie Gleason en una de las obras maestras del cine? Y en cuanto a si es secuela o no, creo que si, pero afirmo que no está mal emular lo bueno (emular no es simplemente copiar ni imitar ni por descontadísimo, utilizar el emule).
Dejando atrás este tipo de cuestiones que no conducen a ninguna parte, les diré que mi impresión sobre El rey del juego es que se trata de una excelente película de un buen director al que recordamos igualmente por El violinista en el tejado, Jesucristo Superstar, En el calor de la noche ó El caso de Thomas Crown también con Steve McQueen y que recrea a la perfección tanto el ambiente de New Orleans como el mundo del juego profesional, con sus interminables timbas, sus caras de poker, sus faroles, sus odios y sus venganzas. Todo ello aderezado con el suspense de la partida final y decisiva y de esa última carta que va a cambiar el rumbo de la historia para uno de los dos contendientes.
Es cierto que Jewison incorpora elementos melodramáticos como la insostenible relación matrimonial entre Genius (Malden) y Melba (Margret) o la presión ejercida por el magnate (Rip Torn) sobre el débil Malden amenazando con difundir el oscuro pasado de su cónyuge, incluso transformándolo en cuento infantil con que prologar los felices sueños de sus hijos. Pero todo ello, a mi entender, no resta precisión a la película ni distorsiona su íntimo sentido, la eterna lucha por ser el mejor, el campeón frente al aspirante. En este sentido es significativa la frase de Kid (McQuenn): Quienes jueguen conmigo podrán decir que han jugado con el rey.
Llamar secundarios a Karl Malden y especialmente a Edward G. Robinson es un delito, pero me redimiré diciendo que ambos están soberanos en sus papeles. Steve McQueen, bien sin excesos y en cuanto a las féminas, Joan Blondell (Lady Manitas) está unos cuantos pasos por encima del resto en cuanto a lo de profesionalidad, saber estar y buen hacer, pero Anne Margret seguro que saca los ojos a mas de uno, especialmente en la escena de su presentación haciendo trampas a los rompecabezas y donde lo de menos son las trampas. Por su parte, a Tuesday Weld le van los papeles de niña buena un tanto simple, de las que acaban llevándose el gato al agua.
En resumen, muy buena película, con banda sonora interesante y el lujo de voz de Ray Charles. Como verán muchos pros y pocos contras: Por ejemplo ese toque final sicodélico muy propio de los 60 donde las cartas, ojos y rostros de participantes y espectadores se mezclan en alucinógena espiral de sorpresa por el desenlace me parece una frivolité fuera de tono, en el conjunto del resto de la obra. Resta algunas décimas a la película pero esta sigue siendo francamente buena.
Sentencias como la que acabo de escribir justifican aquello de que las comparaciones son odiosas. Porque, digo yo, ¿qué culpa tienen Jewison, McQueen, Malden, Robinson y compañía de que en el 61 un tal Paul “blue eyes“ Newman se saliese literalmente junto a Jackie Gleason en una de las obras maestras del cine? Y en cuanto a si es secuela o no, creo que si, pero afirmo que no está mal emular lo bueno (emular no es simplemente copiar ni imitar ni por descontadísimo, utilizar el emule).
Dejando atrás este tipo de cuestiones que no conducen a ninguna parte, les diré que mi impresión sobre El rey del juego es que se trata de una excelente película de un buen director al que recordamos igualmente por El violinista en el tejado, Jesucristo Superstar, En el calor de la noche ó El caso de Thomas Crown también con Steve McQueen y que recrea a la perfección tanto el ambiente de New Orleans como el mundo del juego profesional, con sus interminables timbas, sus caras de poker, sus faroles, sus odios y sus venganzas. Todo ello aderezado con el suspense de la partida final y decisiva y de esa última carta que va a cambiar el rumbo de la historia para uno de los dos contendientes.
Es cierto que Jewison incorpora elementos melodramáticos como la insostenible relación matrimonial entre Genius (Malden) y Melba (Margret) o la presión ejercida por el magnate (Rip Torn) sobre el débil Malden amenazando con difundir el oscuro pasado de su cónyuge, incluso transformándolo en cuento infantil con que prologar los felices sueños de sus hijos. Pero todo ello, a mi entender, no resta precisión a la película ni distorsiona su íntimo sentido, la eterna lucha por ser el mejor, el campeón frente al aspirante. En este sentido es significativa la frase de Kid (McQuenn): Quienes jueguen conmigo podrán decir que han jugado con el rey.
Llamar secundarios a Karl Malden y especialmente a Edward G. Robinson es un delito, pero me redimiré diciendo que ambos están soberanos en sus papeles. Steve McQueen, bien sin excesos y en cuanto a las féminas, Joan Blondell (Lady Manitas) está unos cuantos pasos por encima del resto en cuanto a lo de profesionalidad, saber estar y buen hacer, pero Anne Margret seguro que saca los ojos a mas de uno, especialmente en la escena de su presentación haciendo trampas a los rompecabezas y donde lo de menos son las trampas. Por su parte, a Tuesday Weld le van los papeles de niña buena un tanto simple, de las que acaban llevándose el gato al agua.
En resumen, muy buena película, con banda sonora interesante y el lujo de voz de Ray Charles. Como verán muchos pros y pocos contras: Por ejemplo ese toque final sicodélico muy propio de los 60 donde las cartas, ojos y rostros de participantes y espectadores se mezclan en alucinógena espiral de sorpresa por el desenlace me parece una frivolité fuera de tono, en el conjunto del resto de la obra. Resta algunas décimas a la película pero esta sigue siendo francamente buena.
3 comentarios:
He visto las dos películas en TV pero no me acuerdo en este momento para comentártelas. Quizás e-mulandote las revise. Saludos
Termino de ver "El Rey del Juego" y buscando información me he encontrado con este magnífico blog. Las referencias a "El Buscavidas" han sido constantes mientras veía la película ahora tengo que volver a verla inmediatamente para compararlas. Va a ser dificil al elección,"El Rey del Juego" me ha gustado mucho. Esta tarde "La huida".
Ante todo, gracias por tus comentarios de elogio. Se ponen muchas ganas y las cosas van saliendo. Respecto a El Rey del Juego coincidimos, es una excelente película. En cuanto a El buscavidas me sucede lo mismo, debo revisarla urgentemente. Lo mismo que La huida. Todo se andará. Lo que es absolutamente cierto es que se trata de dos auténticos peliculones, de un muy buen actor.
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