The painted desert no es solo una película. Tiene una existencia real enclavada en el estado americano de Arizona y debe su nombre a sus curiosas y coloreadas estratificaciones. Claro que, estas curiosidades naturales son poco apreciables en una película B/W de aquellos años 30 en que las voces empezaban a romper los silencios cinematográficos. Y es una pena, porque la película anda bastante falta de elementos interesantes y la presencia de un novelísimo Clark Gable no aporta mucho, aunque por su voz y por su porte, el film vino a significar una especie de lanzadera en su carrera llegándose a convertir en la mayor estrella de la MGM.
Pero esto no es OT ni tampoco el National Geographic. Aquí hablamos de cine, con mayor o menor fortuna. Y en este caso la fortuna parece estar echando la siesta que en el desierto hace mucho calor y con el calor hasta las ideas se reblandecen. Así, esta versión western de Los amantes de Verona donde los Montesco y los Capuleto han sido reemplazados por los Cameron y los Holbrook, ofrece amistades peligrosas y enemistades ridículas, todo ello abocado a ese único desenlace posible que suelen tener las películas intranscendentes.
La explotación de una mina de tungsteno propicia el acercamiento de dos familias enemistadas, por un quítame allá esas pajas, desde mucho tiempo atrás. El "revival" de la historia de Romeo y Julieta, aderezada con su buen chorrito de licor de celos, acaba con un desmoronamiento de los muros que el tiempo y las sandeces ayudaron a levantar. Se suele decir que bien está lo que bien acaba. Y desde ese prisma se edificaron muchas historias cinematográficas en aquellos años en que el cine era, por encima de todo, entretenimiento. Bastantes problemas y cracks del 29 tenía la vida como para encima salir de las salas de cine cargados con mas problemas de los que se tenían al entrar. Por ello, quizás sea mejor no cargar demasiado las oscuras tintas de nuestras críticas.
Lo que sí se cargó y en exceso fueron los explosivos con los que se debía destruir la prospección minera. Tanto es así que el propio director Howard Higgin sufrió una rotura de tobillo y varios cortes. También se vieron afectados el propio Clark Gable y William Boyd. No así la actriz Helen Twelvetrees que, acabado el rodaje de las escenas con actores, había abandonado la zona de filmación. Al respecto de Helen Twelvetrees decir también que fue una de las actrices mas reconocidas con la llegada del cine sonoro.
Absolutamente prescindible (salvo seguidores incondicionales de Clark Gable).
1 comentario:
A uno le falta tiempo para ver tanto cine y tiene que decidirse por una u otra. Como siempre, me dejo guiar por tu opinión. Me voy de vacaciones un tiempo, así que tendré lectura acumulada para el regreso. Buen verano.
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